Pablo Gómez Álvarez, militante de la izquierda
Por Abraham Gorostieta
En la lucha por el poder en México, distintas y
diversas han sido las batallas que se han llevado a cabo para conseguir los
cambios que ha requerido el país. Una de las piezas que ha estado presentes en
la política mexicana ha sido Pablo Gómez Álvarez, quien ha entregado su tiempo
y esfuerzo para que la democracia sea algo más concreto que los meros procesos
electorales, como él dice.
Inició una precoz militancia política en el Partido
Comunista Mexicano en 1963. Formó parte de la Juventud Comunista, donde hizo
amistad lo mismo con los disidentes que con los miembros más dogmáticos del
aparato, como Leonel Posadas. Fue detenido el 2 de octubre de 1968 y pasó más
de 2 años en el Palacio Negro de Lecumberri y un miniexilio de 40 días en
América del Sur.
En la división
de la Juventud Comunista después del 68 se opuso a sus compañeros que
pregonaban la lucha armada con el argumento de que la línea correcta era el
trabajo de masas y no el aislamiento armado. Al salir de la cárcel el PC lo
ayudó con mil pesos al mes, “y sobrevivía”. En 1972 ingresó al Comité Central
del PC. En 1975 terminó su carrera de economista y como maestro universitario,
participó en el SPA UNAM. En 1973 se casó con Elvira Concheiro y se hizo cargo
de la propaganda del partido. Ha estado en la dirección del PC desde 1975,
cuando Valentín Campa compitió electoralmente por la presidencia y dónde perdió
ante José López Portillo. Participó en la formación del Partido Socialista
Unificado de México (PSUM) y fue el secretario general hasta su disolución en
noviembre de 1988.
Nació en la ciudad de México
una tarde de octubre 1946. El político del Partido de la Revolución Democrática,
Pablo Gómez Álvarez recibe a Instantáneas Mexicanas en su
oficina. Hombre alto y delgado con un gusto particular por el café enciende un
cigarrillo mientras se sienta atrás de su escritorio y pide iniciar la
entrevista. En la mayoría de las ocasiones los entrevistados responden a bote
pronto preguntas relacionadas con sus familiares. No es el caso del Senador Gómez.
Al escuchar la primera pregunta del reportero acerca de los recuerdos de sus
padres don Pablo Gómez enmudece. Con la mano derecha se rasca el mentón y después
de diez minutos responde. Su padre ha sido pieza fundamental en su formación
pues él fue quién lo encaminó en la senda de los libros.
Él me introdujo sin
proponérselo a la literatura de izquierda. En mi casa siempre hubo muchos
textos de izquierda y yo los leía. Mi padre nunca me dio algo para que yo lo
leyera. Nunca me dijo “lee esto” sino que yo agarraba un libro y lo hojeaba y
después lo leía, cosa que no hacían mis hermanos.
El Senador del PRD se acomoda en el respaldo de
su asiento. Enseguida toma un sorbo de café, voltea a ver al reportero y dice
“Sin duda el recuerdo más significativo es cuando nos embargaron los muebles.
Nos dejaron vacía la casa. Una deuda que tenían mis padres. Sufrí mucho esa
vez. Fue un despojo horrible en mi infancia”, y prosigue con diferente tono de
voz: “De mis padres tengo muchísimos recuerdos muy gratos. Siempre tuve una
relación muy grata con mis padres”
Pero el padre del joven Pablo
Gómez fue severo y estricto:
Mi padre fue una persona muy
disciplinada. Él no me daba consejos, no recuerdo que me haya dado algún
consejo. Mi madre sí, me aconsejaba que estudiara e hiciera una carrera
profesional. Mi padre nunca me dio consejos. Hablaba y mucho pero no daba
consejos.
Dice el
senador y parece quedarse en ese recuerdo. Se detiene y guarda silencio por
otros minutos. Se levanta y se sirve un poco más de café.
Años
de estudiante
Durante su época de estudiante Pablo Gómez fue
muy activo. Él estudió en la Escuela Nacional Preparatoria número dos:
Yo estudié la preparatoria
saliendo de la Primaria. Estudié en la Prepa 2 que, en ese tiempo los años de
estudios en vez de ser tres años eran seis. En la Prepa 2 hice muchos amigos y
en ese entonces estaba en el centro de la ciudad, ahora está en Churubusco. Era
la vieja escuela de iniciación universitaria, que fue un conflicto con el
gobierno en su momento cuando fue fundada y que no se resolvió nunca sino con
la promesa de la Universidad de no volver a ser fundada.
Mientras dice esto en su rostro se dibuja una
sonrisa y continúa: “Pero daban los tres años de Secundaria más los dos de
preparatoria, aunque después se aumentó un año más al ciclo preparatoriano.
Estuve ahí desde niño hasta que entre a la Facultad de Economía”.
Ya en la Facultad de Economía
de la UNAM el joven Pablo Gómez fue encontrando en los discursos de sus
compañeros universitarios una vía para expresarse. Trabajaba en la mañana y
estudiaba por la noche. En ese entonces los jóvenes universitarios estaban muy
atentos de la política nacional y no compartían la visión del entonces
presidente Gustavo Díaz Ordaz. Pablo Gómez con un semblante de orgullo en el
rostro narra:
Cuando me puse en contacto con
el movimiento estudiantil y empecé a participar activamente en todos los
movimientos estudiantiles que se hicieron hasta cuando deje de ser estudiante.
La década de los sesenta fue muy activa para don
Pablo en especial el año de 1968, siendo un joven de 22 años ya era un líder
estudiantil del movimiento del 68. Pronunciaba discursos encendidos por la
pasión que buscaban un cambio político, más apertura y una nueva forma de ver
las cosas pero después del 2 de octubre las formas cambiaron, todo cambio.
Estoy redactando un libro del
movimiento basado no solamente en lo que yo recuerde, porque eso es, digamos
una parte muy pequeña de donde yo estaba y en el momento en donde estaba, más
bien basándome en las partes policíacas de la policía política, de la policía
represiva que tenemos. Estoy sacando de ahí los datos de los movimientos estudiantiles
que hubo en todo el país. A partir de estos informes y de otros documentos que
van desde volantes hasta manifiestos y discursos. Pienso hacer un relato
comentado pero realista, no de ficción, no novelesco.
En los libros que se han escrito sobre los
hechos ocurridos en ese año encontramos muchas historias de horror, de tortura
y a la vez de sacrificio e ideales pero el senador Gómez no está de acuerdo con
esto y explica:
No, no, no. No hay libros
básicos del movimiento estudiantil. No se ha escrito la historia del movimiento
estudiantil. Yo no pretendo escribir la historia del movimiento. Lo que quiero
hacer es escribir un relato que en algún momento puede servir como fuente de la
historia. Lo que ha habido hasta ahora son análisis. Yo discrepo en algunos
puntos –no en todos- con todos los análisis que se han hecho. Tengo
discrepancias sobre los hechos pero con mi relato voy a postular algunas tesis,
eso sí, muy breves sobre el movimiento estudiantil. Y es que ha sido un tema
mal tratado por los analistas. En primer lugar porque los analistas hemos sido
muchos de los participantes; en segundo lugar porque los analistas de fuera
–casi todos pero no todos por fortuna-, se han encargado de tratar de
desprestigiar al movimiento y en tercero, porque las expresiones literarias del
movimiento –que son buenas- no hacen análisis y ni pretenden hacerlo como la
novela de Luis González de Alba, la de Elena Poniatowska, y otras más.
Don Pablo fue
aprendido el 2 de octubre de 1968 y estuvo 2 años en la cárcel, sobre esto
recuerda:
La cárcel no
enseña gran cosa por sí misma, uno se encuentra en una situación anómala, pero
yo no hice una mala prisión. No me generó un estado de angustia permanente.
Claro, hubo momentos difíciles en los que el stress era fuerte. Aproveché la
cárcel para estudiar, de allí viene mi formación marxista. Cuando entré tenía
21 años. Estudie, sí, pero la cárcel no ayuda a nadie, es una privación de la
libertad.
Influencias
de izquierda
“Yo no soy un político”, responde Pablo Gómez y
después suaviza su respuesta: “De izquierda si soy y lo que pretendo es
reformar. Yo soy un crítico de la sociedad y del Estado. Pretendo el cambio de
la sociedad y del Estado y por eso estoy rodeado de políticos y, claro, no me
queda más alternativa que andar aquí porque si me quedo en mi casa no voy a
hacer nada”.
En la oficina de Pablo Gómez
hay un gran escritorio, sobre él montones de documentos apilados y un botecillo
lleno de lápices y plumas; don Pablo toma un lápiz y comienza a juguetear con
el:
Propiamente nunca me he
considerado como político profesional. ¿Qué fue lo que determinó que yo
entrara? Una persona. Creo que desde el punto de vista de las convicciones el
que me metió a esto fue mi padre. Él me introdujo sin proponérselo a la
literatura de izquierda. Después el grupo con el que me ligue en la
preparatoria fue lo que me llevó a comprar libros y a estudiar y después los
estudios que hice mientras estaba en la cárcel (en la que por supuesto tenía
más tiempo –aunque nunca se aprovecha el tiempo en la cárcel porque siempre hay
cosas que atender) me fueron llevando por el camino de la izquierda.
En los tiempos juveniles de don
Pablo, los maestros de la izquierda mexicana eran Arnoldo Martínez Verdugo,
Vicente Lombardo Toledano, Valentín Campa, Heberto Castillo, etc. Ahora, a años
de distancia el político recuerda esos momentos:
Sí, a Lombardo lo leí
críticamente. Nunca me pareció marxista o me pareció un marxista completamente
desapegado de Marx y leí varias cosas de Lombardo para tener una visión más
crítica y formarme un criterio. Martínez Verdugo todavía no había publicado
nada, él no era un autor que fuera expuesto, digamos. Lo que tenía eran textos
políticos, artículos, manifiestos, desde luego yo siempre lo leía, es más, yo
fui y soy alumno de él. El maestro de todo este asunto en que yo fuese de
izquierda es Arnoldo Martínez Verdugo, él me enseñó a leer textos de análisis
social y político. Me gustaba la manera en como los leía él. Las conclusiones
que sacaba. Estar con él me dio mucho aprendizaje, en realidad soy alumno de
él, no sé si sea un buen alumno o mal alumno, eso es ya otra cosa.
Los años de
juventud de Pablo Gómez fueron fértiles y complicados para la izquierda
internacional, algunos analistas sostienen que la izquierda mexicana se
mostraba siempre muy “alineada” a la URSS. El político recuerda:
Yo nunca fui
dogmático, lo cual no quiere decir que haya estado a salvo del dogmatismo.
Naturalmente que en los sesentas había todavía mucho dogmatismo, pero no de
corte estalinista. Esto nos permitió comprender lo que estaba sucediendo.
Recuerdo que durante el movimiento del 68 ocurrió la intervención soviética en
Checoslovaquia, y la dirección del PC en la noche misma en la que se supo la
noticia, emitió un comunicado rechazando la intervención y exigiendo seguridad
para toda la dirigencia checa. No teníamos una posición seguidista ante la
URSS.
La
izquierda y la política actualmente
Nuevamente, don Pablo Gómez se levanta de su
asiento y se sirve otra taza de café. Entre 1981 y 1987, cuando tenía 35 años
de edad, Pablo Gómez fue Líder Nacional del Partido Socialista Unificado de México.
Con su experiencia, don Pablo explica lo que sucede en la izquierda
actualmente:
No podríamos hablar de la
izquierda mexicana en relación con lo que ocurre en toda la izquierda. La
izquierda durante muchos años en el mundo tuvo tres grandes expresiones: la
izquierda socialista, los comunistas, lo socialdemócratas, los anarquistas. En
este momento no se puede aplicar la misma clasificación. Los socialdemócratas
no existen, los comunistas... hay todavía algunos escondidos pero ya no
conforman un Comité Internacional real y algunas características tiene todo
esto, los anarquistas tienen grupos muy pequeños en algunos países, ya no son
los partidos de clase que en algún momento fueron. La idea de que había que
construir un partido de clase que impusiera la democracia vista desde el punto
de vista de los obreros, hiciera la reforma de la sociedad del Estado desde el
ángulo de los obreros, generara una cultura desde el ángulo de los obreros,
asignándoles a los obreros el “ser”, “el establishment” que la
víctima no de una opresión particular sino en la que se condensaba la opresión
en general y por lo tanto ser la solución de la historia, una solución de
clase, señaladamente de clase, es algo que la izquierda no tiene, porque el
movimiento obrero no lo tiene, porque los obreros no lo desarrollaron, es
decir, lo intentaron en algunos países –no en pocos, especialmente en Europa,
casi todos los países de Europa- y en algunos triunfaron, como en Rusia porque
los obreros eran los que estaban haciendo La Revolución. Los que tomaron las
armas y estaban organizando todo eran los obreros, obreros de fábrica, no eran
los estudiantes ni nada de eso, los que organizaron el país eran los obreros,
los que hicieron un ejército fueron ellos o trabajadores fabriles como les
quieras llamar y que les costó mucha sangre hacer ese ejército y organizar un
país. La opción de clase y la solución de clase a la continuidad progresiva de
la historia es lo que no está operando, entonces hay que responder a la
pregunta de ¿por qué?, creo que no se ha respondido hasta ahora.
Para algunos personajes políticos
mexicanos, La Política suele ser una carrera de oportunidades que hay que
aprovechar. Para Pablo Gómez la política es otra cosa, según él la política
“Suele ser una carrera que uno no sabe dónde termina. Yo no he hecho carrera
política, si hubiera hecho carrera política desde joven me hubiera afiliado al
PRI que era donde se hacía carrera política. Como yo sí fui a la escuela andaba
en la izquierda y ahí no se hacía carrera política”.
Pablo Gómez fue integrante de
la II Asamblea de Representantes del Distrito Federal de 1992 a 1994 y
Presidente del Segundo Consejo Nacional del Partido de la Revolución
Democrática de 1993 a 1996. Ya en 1997 había sido electo Diputado Federal por el
Distrito Federal.
Cuando fui diputado por
primera vez, fui diputado accidentalmente pues nunca aspiré a serlo. A quien le
tocaba ser el número ocho de la lista plurinominal de la Asamblea Legislativa
no aceptó, entonces alguien tenía que ocupar ese lugar. Entonces en la lista
plurinominal abundaban los que tenían un distrito electoral y que al mismo
tiempo eran candidatos de Distritos pero yo ni tenía distrito ni era candidato.
En ese entonces me dedicaba a la propaganda de la Campaña de Cuauhtémoc Cárdenas
y no pensaba ser candidato y mucho menos diputado, entonces todo mundo me
volteó a ver y dijeron: “pongamos a Pablo en el número ocho pues ni es
candidato ni tiene distrito” y además era seguro que no iba a llegar ese número
“póngalo como de relleno”, dijeron. Me pusieron de relleno y llegue a la Cámara
y luego les gustó como me desempeñaba en la Cámara pues como tenía la
experiencia del movimiento estudiantil y una de las cosas de ese movimiento era
la discusión, sabía discutir. Y es que sí en algún lugar en este país se
discutía, se debatía, se examinaba la situación de este país era ahí en el
movimiento estudiantil donde había verdaderamente políticos y con frecuencia
participaba en los debates que ahí se daban, entonces estaba en el centro del
debate y ahí estudiaba uno a fuerza –aunque para eso estábamos-, pero uno no
estudiaba las materias que te tocaban sino otras cosas que eran más importantes.
Compitió para ser Jefe de Gobierno del Distrito
Federal y fue derrotado por Jesús Ortega. Ahora el senador Gómez aspira a ser
el engrane de esto que le llama democracia “Yo pretendo dar un aporte a la
modificación de la cultura política, entendiendo política en el sentido más
amplio y no sólo de la profesión. No hace falta para formar parte de la política
ser parte de la profesión política y eso es justamente a lo que yo aspiro. A impulsar
que segmentos crecientes de la sociedad formen parte de los asuntos políticos
sin vivir de la política pues los asuntos políticos son los asuntos de la
colectividad que es todo aquello que no es de la vida privada. Creo que de esa
forma se puede desarrollar la democracia y no de otra manera, la democracia no
se desarrolla poderosamente más que con la participación de la gente en
políticas públicas. En la medida que la gente está apartada de las políticas
públicas la democracia no crece, la democracia es reciproca no es nada más que
la gente vote y nunca más vuelva a ser consultada”.
La
Izquierda y la democracia
La democracia, tema polémico, de constantes
debates, análisis y disecciones es un tema que apasiona a don Pablo. En su
libro La izquierda y la democracia, el autor reseña –según su
visión- los obstáculos que la izquierda ha tenido que salvar no sólo en su
lucha por la democracia, sino en ocasiones incluso para reconocer como propia
la historia combativa de los obreros y masas populares que, peldaño tras
peldaño, logró para el mundo actual las conquistas democráticas que la
burguesía pretende hacer pasar como concesiones en el haber de su “espíritu democrático”.
En este libro Pablo Gómez afirma que sólo la izquierda puede lograr una
alternativa democrática consecuente y radical, un nuevo poder, una nueva
democracia que plasme la representación política de los trabajadores.
Aunque su atención se desvía
de la idea central que se resume en el título de su libro don Pablo reconoce
que uno de los capítulos es el que más le interesa:
A mí el texto que más me gusta
de este libro se llama La democracia y es una respuesta a
Enrique Krauze. En el hago una discusión sobre la historia de la democracia en
forma de respuesta a Krauze a su libro de Por una democracia sin
adjetivos, ya que en ese libro me parece que Enrique es uno de esos
historiadores que interpretan los hechos de una manera muy chueca, porque
precisamente no tienen esa formación crítica y combativa. En este texto hago
una crítica a su trabajo pero Enrique no me respondió nunca. A la fecha no lo
ha hecho.
En las últimas cuatro décadas la vida de Pablo
Gómez ha estado ligada a un personaje de la vida política mexicana y de América
Latina contemporánea, un personaje de la izquierda mexicana política, Cuauhtémoc
Cárdenas, El Ingeniero.
Cuauhtémoc Cárdenas –en el
último tramo de la historia política contemporánea de México- ha jugado un
papel importantísimo. Probablemente es el que ha dado más por este país en los
últimos lustros, su papel es relevante. Es un luchador democrático (verdaderamente
no sé cómo podría entenderse la historia reciente de este país sino prestamos
atención a la historia política de Cárdenas) pero yo creo que él tiene una
definición política dentro del cambio a la democracia, es decir, él no está
fuera del proceso democrático sino que forma parte del proceso mismo.
Durante la 57 y 59 Legislatura en la
Cámara de Diputados, Pablo Gómez fue diputado del PRD por el Distrito Federal,
siendo su oposición al Fobaproa y al rescate bancario su principal logro en el
Congreso. En la 61 Legislatura del Senado de la República ocupa una de las
curules del sol azteca. Para don Pablo, los cambios que su generación buscó no
han terminado y apenas van a la mitad, ya que el país se encuentra a medio
camino de cumplir las demandas del 68 y lejos de avanzar, de vez en cuando se
enfrenta a hechos regresivos. “Los asesinatos que vive el país, represión de
movimientos sociales, disparar contra manifestantes, represión a medios
electrónicos y la incertidumbre en torno a la vinculación de las consultas
populares, porque no sabemos si se van a respetar las decisiones del pueblo,
las esos son algunos de los desafíos que se mantienen en el país 46 años
después de nuestro movimiento”.
Aunque a Pablo Gómez no le
gustan las entrevistas personales amablemente aceptó está. Apaga su cigarro en
el cenicero, se levanta de su asiento y comenta: “Espero que La Historia nos
juzgue como engranes de la democracia”. Concluye.
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