miércoles, 1 de julio de 2015

José Gordon. Periodista.


José Gordon, su apuesta por el periodismo cultural.
Abraham Gorostieta

José Gordon puede ser descrito en una frase: No es cínico, por lo tanto, es un buen periodista. Generoso en su tiempo, brinda a quien le busca una charla, un consejo, su amistad. Sus colegas se deshacen en halagos a él y a su trabajo: “es un hombre leal, generoso, negado a los odios gratuitos o a fáciles aversiones, es un hombre de ciencia”, dicen unos y otros al ser consultados. Pepe, como lo conocen todos, es un periodista cultural y un difundidor de la ciencia. Nunca ha usado el periodismo para destruir sino lo contrario.
Como lo hacen los ingenieros, don Pepe construye puentes humanos y así conocemos a personas sensibles, talentosas y cultas. En su haber, ha escrito notas, reseñas, entrevistas, reportajes con el objeto de promover obras valiosas y gente interesante. El amor por los grandes maestros y los científicos es un sello en su obra periodística. 
La cultura –dijo Fernando Benítez- le puso casa al periodismo mexicano y ahora vive como arrimada. La frase es demoledora y cierta. Pero Pepe Gordon no se deja vencer, crea el proyecto de Imaginantes y logra un festín sobre la ciencia, la cultura, la imaginación. En canal 22 sus participaciones son chispeantes, salpicadas de citas sobre grandes hombres. Sus entrevistas, publicadas en la Revista de la Universidad, son referentes y lectura obligada para cualquiera que quiera estar enterado del acontecer literario, científico o de las artes en México. Su programa, La oveja eléctrica, ha sido recientemente galardonado con El Premio Nacional de Periodismo.
El periodista nos cita en un lugar que le es familiar y en donde, al parecer, siempre concede entrevistas: la librería del Fondo de Cultura Económica, Rosario Castellanos.

El pupilo

Nace en la Ciudad de México en 1953, en pleno gobierno de Ruiz Cortinez y su “moralización implacable”. Sus padres llegan a México justo en los años del gobierno de Lázaro Cárdenas. El periodista recuerda: “Mi madre era una mujer de origen polaco-judío al igual que mi padre. Ellos, como migrantes, llegan a vivir antes de la Segunda Guerra Mundial a México. Estoy marcado por la idea de lo que quiere decir que una cultura te acoja con gracia y con los brazos abiertos”.
Su padre don Salomón Gordon, de oficio mueblero se traslada con su familia a Veracruz. Don pepe extrae de sus recuerdos: “Mi infancia también la marcan los libros. Tuve la ventaja de que mi madre, Sarita, era una muy buena lectora y entonces los libros caían libremente a mis manos. También cierta alegría que le pertenece mucho a la cultura de Veracruz y de Córdoba singularmente. Es una alegría, una sonrisa ante la vida que me define el rumbo de lo que puede ser la vida. Mi infancia esta marcada por esa alegría fundamental”.
Era un México muy singular, Salvador Novo recién inauguraba su Teatro Capilla, que además de presentar obras fantásticas agasajaba a sus invitados con los platillos que el mismo preparaba. El Chachachá dejaba atrás el mambo del alemanismo, teniendo a la Orquesta Aragón y a la Orquesta América y el trompetista Enrique Jorrín como sus mejores exponentes. La “moralidad” era discurso de todos los días y se reprimía a quien intentase “violentar las funciones tradicionales de los sexos”: las mujeres, a la iglesia, la cocina y los niños. Y había un aire aspiracional de todos por pertenecer a la “alta” –como llamaba a la clase con poder monetario de sobra, don Gabriel Vargas, que editaba Pepín y La Familia Burrón en los diarios del Coronel García Valseca-. México y sus costumbres, en especial la Ciudad, eran retratados con ingenio y fidelidad. La ilusión viaja en tranvía es prueba de ello. Buñuel estrenaba Ensayo de un crimen con Miroslava como protagonista.
El maestro Usigli se consolidaba como el gran dramaturgo de la época y el FCE publicaba El llano en llamas de Juan Rulfo. Arreola era el maestro y el editor, publicada ya su obra Confabulario, publicaba por primera vez textos de Cortázar en su colección Los presentes. Fuentes debutaba con Los días enmascarados y don Octavio Paz publicaba La estación violenta, que incluía el poema Piedra de Sol, una de sus más grandes obras. Así, Paz, Arreola y Fuentes, más otros jóvenes entusiastas, al final de la década de los 50 se instaló en el periódico Novedades, formó el suplemento cultural bajo el ojo y dirección de Fernando Benítez, y se autoproclamo Vanguardia Artística y Cultural Heredera de Alfonso Reyes y Los Contemporáneos –antiguos rivales-. Era el México de la infancia del niño Gordon, que al encender la radio, escuchaba las voces del chileno Lucho Gatica o los boleros de Álvaro Carrillo, Los tres ases, Los tecolines o Los tres caballeros, música de alta melodiosidad, versos claros y fuerte romanticismo.
            Don Pepe recuerda:   

Para mi la infancia queda definida por grandes maestros catalanes que marcaron mi memoria en Córdoba, Veracruz. Con una sed de conocimiento y por un enamoramiento por México, con una imaginación y una creatividad en la educación que me abrió los ojos a posibilidades muy amplias.

Su mirada se pierde en el tiempo, sus ojos claros vuelven al pasado:

En este sentido, el modelo que me plantearon mis maestros catalanes es de cómo desde diversas culturas podíamos tener intercambios importantes para agradecer la buena recepción, la acogida en tierras que no estaban invadidas por la violencia como lo era México. Sobretodo la correspondencia que se tenía que dar entre este país y nosotros.
Yo vi a mis maestros catalanes profundamente enamorados de México. Era la familia Barquez, que fue fundadora de varios Colegios Cervantes en el país. En Córdoba, ellos crearon el Colegio Cervantes así que crecí en un entorno secular marcado por maestros que sabían reconocer la importancia de otras culturas.

Hundido en sus recuerdos, el periodista explora, encuentra, trae y comparte su niñez y la aventura del conocimiento: “Recuerdo claramente en los sesenta a mi maestro Antonio Barquez, que tenía una gran creatividad y los viernes hacia una especie de cine chiquito y eso a nosotros nos llenaba de entusiasmo. Entonces nos enseñaba las transparencias que él tomaba de piezas de las culturas prehispánicas que investigaba y exploraba en distintas regiones cercanas”. Se detiene, se mira de niño en su pasado, se le ilumina el rostro:

El amor con que nos describía los símbolos y figuras de las piezas y su significado dentro de su propia cultura me hizo ver que el amor verdadero por un país podía pasar por diferentes culturas: por la de mis padres polacos-judíos; por la de mis maestros catalanes, por la de la cultura del exilio y esta idea de que hay vasos comunicantes entre distintas, diferentes y diversas culturas.

El estudiante.

“La educación en mi fue clave. Apuntó a diversos lados”, confiesa. Ya en la Ciudad de México, hizo sus estudios dónde curso la carrera de Comunicación en la Iberoamericana. Se detiene un segundo en su charla y voltea a ver al que pregunta: “Lo que agradezco en mi vida es haber tenido buenos maestros. En la universidad tuve muy buenos maestros que de nuevo me abrieron los ojos. No puedo dejar de reconocer a dos de ellos: Francisco Prieto y Froylán López Narvaéz”, y al decir esto, de nuevo la sonrisa en los labios. Enfático abunda:

Lo primero que me enseño Froylán es que la comunicación es afectar. Tocar al otro. Ser tocado por el otro. Es una definición muy básica pero que hasta la fecha sigue definiendo mi trabajo. En lo que yo hago en términos de escritura, en la televisión. Siempre, para mí, esta presente esa idea de encontrar el espacio donde nos tocamos, nos encontramos. Eso también tiene que ver con la idea germinal en la educación con la que me puso en contacto mi maestro Francisco Prieto.

Memorioso, don Pepe nos refiere al gran pensador Martin Buber y su maravilloso libro Yo:tú. Pronto explica: Buber nos dice que los seres vivos tenemos dos formas de comunicarnos: la relación Yo:Ello que es en dónde estas hablando con las cosas y la relación Yo:tú que es dónde estás tocando al otro y el otro te esta tocando y no sabes donde termina tu mirada y donde empieza la del otro. Se detiene un instante con una voz suave dice: “Me acuerdo de esto con una frase de mi amiga Sabina Berman que dice: Mirando tus ojos que miran mis ojos que miran tus ojos mirar. Es decir, no sabes dónde termina ya ese momento en donde estás integrado con el otro”. Vuelve a su pensamiento, mira sin ver y nos deja ver a través de sus palabras:

Son momentos privilegiados de la comunicación y mi vida gira en ver, investigar como se genera ese punto de encuentro y comunicación y ver sí en momentos determinados tenemos la gracia, la inteligencia, la belleza y la imaginación para poner en juego ese punto de encuentro que se llama Yo: tú.

En sus años universitarios realizó una investigación sobre la comunicación en México, “precisamente tratando de marcar cuales eran los diferentes juegos de comunicación que se daban entre los grupos de poder”. Eso lo llevo a realizar reportajes para la revista Claudia que dirigía Vicente Leñero. También, al limón realizó una revista bancaria con Ignacio Solares, “que tenía un ingrediente de literatura y de plumas diversas en donde entrabamos en la cultura organizacional pero que las anécdotas de los trabajadores se contaran en términos de fotonovelas en una página armada con un sentido lúdico para hablarnos de sus experiencias yendo siempre más allá del lugar común de lo que se trataba el juego”, extrae de sus recuerdos. Y sentencia: “Para tocar a otro tienes que ser curioso”.

El periodista

“Periodismo es afectar a través de las noticias con las que nos comunicamos y sabemos de nuestra realidad y nuestro entorno y por supuesto, tienen el prerrequisito de ser actuales, que tiene que seguir las reglas de las básicas preguntas que siempre nos hacemos en torno a cualquier hecho y sobretodo destacar lo que profundamente se vuelve relevante. Lo interesante es que hay distintos tipos de periodismo”, define y sintetiza don Pepe.
Se llega a creer con mucha facilidad que las secciones, suplementos y noticieros culturales son una especie de regocijo. Le llaman incluso como “la parte amable”  del periodismo. Se llega a pensar que es un trabajo “fácil y sin broncas”. Es muy equivocado el pensar así. El periodista, apasionado de su quehacer sostiene:

Un periodismo esta especializado en tocar noticias del alma, que es el periodismo cultural.  Entonces la noticia es un libro, una novela, un gesto, un movimiento de una danza, un pasaje musical que te lleva a otro lado. ¿Cómo comunicar estas noticias? Porque el hecho lo puedes fechar, decir: ocurrió en este momento, apareció este libro. Lo interesante es, a final de cuentas, encontrar a través del diálogo, de la entrevista, los elementos que nos hacen ver que eso repercute más allá del día que fue fechada y en ese sentido el periodismo cultural tiene una inmensa ventaja, pues si está bien hecho y además responde a las preguntas del periodismo pero también a las del tema que está cubriendo entonces resulta que se convierte en un periodismo que responde las expresiones artísticas con expresiones artísticas, que responde a la imaginación con imaginación que se está generando desde el otro lado y para encontrar el diálogo con un novelista realmente lo que se da es el arte de la entrevista en donde se ponen en contacto dos pensamientos, dos inteligencias, dos sensibilidades y se explora a veces en términos artísticos algo que se va revelando sobre la obra que nos habla de lo que esta ocurriendo dentro de un tiempo.

En su tono suave y pausado al hablar don José recuerda a su viejo maestro y sus enseñanzas: “Esto me lo enseño mi maestro Francisco Prieto. Me dijo que había tres cosas básicas de conocer lo que ocurría en una sociedad: uno, a través de la economía; tu lees de que se trata el PIB de una nación o una cultura, cuales son los productos que industrialmente genera una determinada sociedad, esto te da una cierta idea de una cultura. Dos, si quieres penetrar un poco más profundo está la sociología que te plantea las relaciones de poder entre diferentes grupos y esto te lleva a otra capa para entender como funciona esta sociedad. Tres, pero si de veras quieres tocar en forma más poderosa de lo que se trata una cultura están sus novelas, su arte, sus obras. Porque la literatura captura las texturas, las respiraciones, los colores, los movimientos, las sensibilidades y los sentimientos que se respiran en una determinada sociedad, sus palabras, su lenguaje, su ritmo. Entonces no hay nada como la literatura y el arte para entender profundamente una sociedad y ver y saber de que se trata su pulsación”.
El periodista habla con sus manos, las junta, las mueve, las lleva, mueve sus dedos como si estuviera frente a un piano, sus manos, parece, cobran vida propia. Nuevamente retoma la palabra y continúa:

El periodismo cultural que tiene como tema precisamente el encontrarse con éstas expresiones de arte, toca ciertas zonas de lo que esta ocurriendo en una sociedad que el periodismo en sus ocho columnas de primera plana no publica y por eso no es extraño ver que hay grandes periódicos que tienen a escritores de gran calidad en sus páginas editoriales o haciendo ciertos reportajes investigados como es el caso de Juan José Millas en El País en dónde para revelarnos lo que verdaderamente ocurre en el juego del poder, a veces, la herramienta de un novelista que se acerca a contarnos una historia o realiza una entrevista con un hombre de poder se vuelve más reveladora porque realmente está tomando los instrumentos de la literatura para ver que es lo que está más allá de la superficie.

Hábleme sobre el género de la entrevista, se le pide al periodista cultural. Nuevamente juntas sus manos y explica: “Una entrevista es una entre-visión y entre visión es “ver” a través de los datos que están visibles, empezar a asomarse a las zonas secretas, que es lo que suele hacer el buen arte, el buen periodista cultural en una entrevista penetra al personaje en sus dimensiones más intimas y complejas”. En la librería del FCE, le conocen, lo saludan con afecto: Caramba don Pepe –le dice un señor al verlo sentado dando esta entrevista-, muchas gracias por su trabajo, yo nunca me pierdo la programación del 22 y del 11. El hombre extiende la mano y la estrecha con la del periodista. Parecieran amigos de hace años que se reencuentran. El periodista agradece, intercambia un par de ideas y después sigue charlando, retoma la idea y define: “Un buen periodista tiene que aprender a ver y leer entrelíneas y hacer eso visible, aprender a hacer visibles los gestos, los trazos, los movimientos y eso es un gran reto”, dice el autor de Tocar lo invisible.
Para el periodista Víctor Roura, los suplementos culturales nacieron en 1949 y deben su inicio a Fernando Benítez[1], “Él empieza a dar un orden al mundillo del arte con la primera gaceta cultural en 1949; es cuando los grandes nombres comienzan a surgir, nombres que por supuesto van saliendo (y no podría ser de otra forma) de las camarillas que circulan en torno a los grupos que fundan éstas publicaciones”, explica Roura. Para el historiador, Héctor Aguilar Camín, Benítez, “es el personaje menos recordado y de mayor influencia de la vida cultural mexicana, o del periodismo cultural mexicano de la segunda mitad del siglo XX”[2].
            “Uno de los periodos mejor estudiados, o cuando menos más conocidos, de la prensa cultural mexicana es el que tiene a Fernando Benítez como protagonista. No es necesario decir que él es el padre de los suplementos culturales en México”[3], sostiene periodista José Luis Martínez, editor del suplemento Laberinto de Milenio diario. Entonces don Fernando Benítez es “el padre, la piedra angular, el personaje”. Pepe Gordon añade:

Fernando Benítez. Indiscutiblemente un referente de la cultura de los suplementos, de la idea de congregar inteligencias y de abrir las miradas en la pluralidad, es un gran inventor de las posibilidades que es el periodismo cultural. Una parte que me parece medular es la de congregar inteligencias diversas ¿Cómo podemos escapar de nuestro destino? A dónde no me da mi mirada me da tú mirada, pero si tu me prestas tu mirada entonces me abriste mis ojos y eso es tocarnos. De otra manera somos monólogos inéditos, como diría José Gorostiza.

El también autor de El libro del destino, abunda en su explicación: “Si yo tengo otra mirada que en mi destino, mi historia, mi personaje, entra y me permite tocar la pluralidad, ocurre algo maravilloso que tiene que ver con las neuronas espejo. Las neuronas de la empatía. Resulta que se han descubierto neuronas espejo, en 1996, en la Universidad de Parma, Giacomo Rizzolatti va haciendo un experimento sobre las neuronas motoras que impulsan el cerebro para hacer movimientos y tomar, por ejemplo, un cacahuate, en eso consistía el experimento. Le pusieron a unos simios cacahuates y los monitoreaban con encefalogramas su actividad cerebral y cuando un mono tomaba un cacahuate se encendía una neurona y sabías que era una neurona motora responsable del movimiento de la mano. Un día, al investigador se le antojaron unos manís y comenzó a comérselos y uno de los monos al verlo, lo imitó y en ese momento, se encendieron las neuronas de la empatía. Éstas neuronas tal vez son las responsables de que cuando leemos ese libro, ese reportaje, esa entrevista, se haga más interesante, importante y apasiónate, se haga nuestro. Esto es, dialogamos con el otro y entramos en su mirada”.
            Hace una pausa, regresamos a lo mismo –dice-, todo esta en los maestros. Para él, el periodismo cultural radica en una sólida formación, sólo así se puede lograr un periodismo más creativo e imaginativo. 

El periodismo cultural se debe de formar con una enseñanza de buenos maestros. Nada sustituye a los buenos maestros, por las neuronas espejos a veces se aprende tanto de lo que se dice como la forma de mirar. Nos dan mapas, nos ahorran caminos. El otro es la curiosidad, que despierta nuestra capacidad de asombro. De querer estar al día. A sumirnos en la biblioteca universal, que es internet, y eso nos pone el desafío de aprender a discernir.

Canal 22

El 23 de marzo de 1992, el presidente Carlos Salinas echó a andar el Canal 22 de televisión. Un mes antes difundía las imágenes del controvertido Coloquio de Invierno. El escritor y ensayista, José María Pérez Gay, miembro del consejo editorial de la revista Nexos fue designado como director general.
El entonces mandatario, Salinas de Gortari, encargo al director: “el canal 22 deberá ser el pilar de la primera red cultural nacional en dos sentidos: primero, logrando que sus transmisiones tengan mayor cobertura dentro del territorio nacional y, segundo, difundiendo los materiales de calidad que se produzcan también en las diferentes regiones de nuestro país, constituirse en una opción cultural plural que responda a una sociedad cada día más participativa. En este sentido, habrá de proveer en voz e imagen a nuevas y creativas propuestas culturales y promover la participación de colectivos sociales que tradicionalmente no han tenido acceso a los medios masivos y por encima de todo, garantizar plenamente la libertad de expresión y de creación artística”[4].
En ese entonces, don José María era director de la revista Intermedios de la Dirección General de Radio y Televisión, había estudiado Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana pero su experiencia radicaba dentro de los campos de la literatura y la diplomacia. La creación del canal 22, explicó décadas después el propio doctor Pérez Gay: “es por un desplegado firmado por 800 intelectuales, académicos, profesores, miembros de universidades, que le pedían al entonces presidente Carlos Salinas no vendiese el canal 22, y lo convirtiera en un canal cultural. Los responsables de este desplegado fueron Carlos Monsiváis y Héctor Aguilar Camín, tres meses después se sumaron 1200 firmas[5]”. En entrevista, el ensayista explica: “Cuando el presidente Salinas me nombra (había desde luego una terna), dude mucho en aceptar porque no sabía nada de televisión, soy un escritor de profesión y francamente no sabía que hacer con un canal; pero un canal cultural me llamaba la atención”[6].   
Don José Gordon desde sus inicios trabaja en Canal 22 como conductor del noticiario cultural 9:30. Nuevamente, viaja a sus recuerdos y narra:
A canal 22 me invita Guadalupe Alonso. José María Pérez Gay me plantea que tuviéramos comunicadores y no simple y sencillamente lectores de noticias y que no se tratara de un juego superficial sino que cuando miraras a las personas que miraban el canal te dieras cuenta de que había un mundo relacionado con la literatura, con la cultura y que ese mundo tenía que ser comunicado no por personas con un bonito rostro sino que hubiera una complicidad de miradas e inteligencias.

El noticiero cultural lo realizó durante ocho años junto con la periodista y escritora Miryam Moscona. El canal apenas comenzaba y pronto tuvieron que hacer uso del recurso que estaba a sus manos: la imaginación y la creatividad. Don Pepe, novelista, autor de El novelista miope y la poeta hindú, así como de Revelado instantáneo, que escribió junto con Guadalupe Alonso y también escribió La oveja eléctrica y la memoria del universo, libro para niños  en coautoría con Micro, Ricardo García, explica:

La creatividad es básica, me interesa saber de dónde viene la creatividad y esto para mi se relaciona con la experiencia del silencio. Desde hace más de treinta años por las mañanas y por las tardes me tomó 20 minutos de mi tiempo para el descanso, para el silencio. Hago meditación trascendental y desde ese silencio al abrir los ojos, mi mente está abierta, más fresca y despierta para entrelazar ideas, para conectar mundos. Es una técnica que utilizó para descansar. Relaja el cuerpo. Elimina el estrés pero lo más interesante es que lo que estás tocando es una zona de ti mismo que esta relacionada con el silencio porque nos conocemos en las faces de acción pero no nos conocemos en las fases del silencio. Entonces es un silencio vivo, un silencio despierto que no te duerme. Estás despierto en profunda alerta pero en un estado de mínima excitación de la  percepción. Y lo que ocurre es que cuando tocas esa experiencia del silencio entonces puedes atrapar ideas más poderosas, más inteligentes, más creativas, porque el problema es que a veces, cuando estamos viendo lo que vivimos, repetida y obsesivamente pasamos por los mismos caminos, por los mismos canales. El silencio es como una especie de cruce de caminos en donde desde el cruce de caminos entonces de repente puedes voltear y decir he estado tomando esta dirección pero también puedo tomar esta otra dirección y eso abre perfectamente las puertas de la creatividad para conectar diversos mundos.

El también creador y conductor del suplemento literario Luz Verde en ese mismo canal, cuyo trabajo fue calificado como “dignificante de los programas culturales de la televisión” por el escritor Augusto Monterroso, abunda: “Por eso me interesa la ciencia, la literatura, la imaginación. En mi confluyen varios mundos. Justamente porque trato de darme la oportunidad de salir de los canales marcados, de los carriles en los que siempre estás. Después cuando abres lo ojos, te enfrentas a las cosas con una mente más viva y despierta. Octavio Paz lo definía muy bien con unos versos maravillosos en Libertad bajo palabra. Ahí hay un poema que se llama Olvido: Cierra los ojos y a oscuras piérdete bajo el follaje rojo de tus parpados. Ya de entrada esa imagen es maravillosa porque nos invita a darnos cuenta que dentro de nosotros tenemos un follaje y si no lo vemos es porque estamos volcados a tanta actividad pero simple y sencillamente el hecho de cerrar los ojos, si tienes un poquito de percepción y sensibilidad, te das cuenta que siempre está ahí el follaje rojo”.
Para el difundidor de la ciencia el periodismo cultural es un trabajo que necesita de mucha imaginación:

El problema es como contar historias que resulten interesantes, atractivas; que no tengas otra opción mas que decir: “tengo que pasar por las páginas culturales porque verdaderamente se vuelven un espejo en dónde me puedo ver, leer, y entender”. Pienso que hay un problema por un lado que tiene que ver con límites y prejuicios que nos hacen pensar que esas áreas de la vida que están reflejadas en el periodismo cultural no son importantes, son de ornato, un tabloidito que es de adorno. Pero cuando te das cuenta de que la cultura tiene que ver precisamente con leerte, entenderte y entender lo que te rodea, tal vez, por aquí, por allá modificar algunos elementos con los que nos rodeamos en nuestra vida cotidiana, me parece que la cultura se vuelve imprescindible y el problema para nosotros es un problema de comunicación. De cómo decir y explicar que ese mundo que se revela en una novela es importante para lo que “tú” vas a vivir en tu casa, en tu entorno, en tu sociedad. Y esto es muy difícil de imaginar porque de alguna manera, estamos hablando del efecto mariposa pues en la literatura, el arte, el periodismo una pequeña fluctuación de un pensamiento puede desatar un atisbo de belleza, creatividad e inteligencia.

El Canal 22  a través de los años ha logrado establecer una autentica estructura discursiva propia, con producciones propias y una programación enfocada en la difusión de todas las artes, el Canal 22, en su corta vida, ha sido galardonado con el  premio Camera, que otorga trianualmente la UNESCO a los mejores exponentes mundiales de la televisión cultural. Mantenerse en este nivel, ha sido el reto. Don Pepe acepta. “Lo que tenemos que plantearnos es que el periodismo cultural no esta tocando, no esta logrando el yo:tu para que verdaderamente nos emocione, nos atraiga. Necesitamos –nosotros ‘medios de comunicación’-, saber contar esas historias y traducir esas inteligencias. Saber entrevistar con la dignidad con la que se merecen esas mentes y lo que ocurre es que empiezas a tener un público que es mucho más importante de lo que te imaginas. Porque como diría José María Pérez Gay ‘las minorías del día de hoy, tienen efecto en las mayorías del mañana’”, dice y se sonríe para pronto contar una anécdota:

En alguna ocasión le pregunte al poeta ruso Yevgueni Yevtushenko que podía hacer la poesía frente a las grandes tragedias y calamidades que vivimos cotidianamente. Qué bueno, que exista el arte pero ¿de qué nos sirve si un fusil es más poderoso? Lo que me dijo fue que en una ocasión lo mandó a llamar Mijail Gorbachov y por acto reflejo se lleno de temor. Ya estando frente a Gorbachov hablaron sobre los recitales de poesía que congregaban a 10, 15, 20 mil personas en las plazas de la Unión Soviética. Yevtushenko explicaba que la poesía permite ver el alma, y permite hacer comunión. Gorbachov le confiesa que “en uno de esos recitales que usted daba, bueno, yo era uno de los jóvenes que asistían a escuchar su poesía, y quiero decirle que la Perestroika esta relacionada con sus poemas porque a mí se me abrió mi percepción, mi alma y mi conciencia”. Y ahí esta de nuevo, el efecto mariposa, pues uno nunca pensaría que un muchacho que fue tocado por la poesía desembocaría en un gobernante que abre un enorme cambio social. Por eso yo tengo un gran respeto por las páginas culturales de los diarios, de las revistas, aún si son mínimas y así sea que no tenemos todos los espacios, toda la complejidad y la pluralidad que quisiéramos ver. Hay aquí y allá momentos muy interesantes en nuestros suplementos culturales. Y no sabremos donde desembocan pero las historias que contamos deben de estar bien narradas, si lo que estamos planteando esta bien hecho y logra tocar al otro, habremos cumplido con nuestro trabajo.

Imaginantes y la creatividad

Imaginantes son capsulas donde Pepe Gordon narra anécdotas, hace reseñas de distintos libros o diversos autores universales. Producidas por Fundación Televisa, la serie ganó el premio Promax a los proyectos más creativos de los medios de comunicación. Esta serie, cargada de imaginación y creatividad venció a producciones de las casas Discovery Channel y la BBC de Londres. El periodista nos cuenta: “En el trabajo de Imaginantes tratamos de demostrar el poder de la imaginación y el proceso creativo de mentes lúcidas. De ver como capturábamos ese momento invisible pero real en el que se enciende el foco de la creación de un artista, de un científico, de un cineasta, y divertirnos y jugar y alegrarnos con la sonrisa de la inteligencia”.
            Hace una pausa y narra:

Juan José Millas tiene una novela maravillosa que se llama Dos mujeres en Praga que arranca de esta manera: Aparece un aviso de ocasión en un periódico que dice: Usted pone la vida, nosotros hacemos su novela. Platicando con Juan José me decía que todos merecemos una novela sobre nuestras vidas y como no las podemos tener entonces encontramos espejos de diferentes novelas y a veces nos hacen sentir y ver en que capitulo vamos de nuestras propias vidas. ¿Cuáles son los obstáculos que estamos temiendo para verdaderamente encontrarnos en la complejidad de lo que somos, con los conflictos que tenemos, pero también con una idea de que la vida es más interesante y asombrosa de lo que imaginamos?
Cuando la literatura, el arte y la cultura se plantea desde este nivel se vuelve apasionante. Una de las cosas que tenemos que volver a producir en los suplementos culturales, en las revistas literarias es esa sensación de estar frente a un gran maestro. Es decir, cuando estás frente a un gran maestro, por ejemplo, Ernesto de la Peña, frente a una memoria que va conectando diversos mapas del mundo y que hace que tu digas: “si yo creía que ya lo había entendido todo fue porque me acomode en una sensación de que la vida es chata, la vida es gris y es mediocre y que vivimos en la mediocridad y ahí estamos y no tenemos más horizontes ni más mapas”. Esto pasa con grandes mentes, grandes maestros, sus clases están llenas de alumnos. En las universidades donde se supone los jóvenes no están receptivos al conocimiento. Te das cuenta de que ahí hay algo fascinante en todo lo que ocurre. En donde hay gente que se une entorno a una de esas grandes inteligencias, lo mismo ocurre en la ciencia, con maestros como Miguel Alcubierre, Ranulfo Romo, Gerardo Herrera, y lo que estas viendo es que cuando ellos hablan la gente escucha porque transmiten conocimientos que ensanchan los límites de nuestra percepción en donde sales enriquecido.

Imaginantes cuenta con un equipo de producción conformado por jóvenes directores, ilustradores, animadores y sonidistas, con Manuel Giraldi a la cabeza, con don Pepe como creador de todo y Claudio X. González apoyando desde la Fundación Televisa.

Crisis cultural

El país vive una de sus peores crisis. Y los síntomas se ven en todos lados, los diarios, el periodismo, no escapa. El periodista se torna serio. Hablar de crisis –que no solo económica- en el periodismo mexicano es un tema que abstrae, un poco, a don Pepe, quien explica: “Las crisis tienen un ingrediente que esta detrás de todas ellas que es la falta de imaginación. Tanto en términos sociales, políticos y de relaciones interpersonales. El problema que subyace, a veces, detrás de las múltiples crisis que se expresan en estos niveles es la falta de imaginación. Decía Carlos Fuentes que uno de los grandes problemas es que no podemos imaginarnos al otro y al no poder imaginarnos al otro estallamos en crisis. No sabemos verlo en todas sus dimensiones, en todas sus complejidades. Eso es lo que pasa con nuestro país, con nuestros recursos, con nuestra imaginación”.
Mira a su alrededor. Junta sus manos y prosigue: “Por eso es tan importante la ciencia, porque es una forma de salir de las crisis. Es una forma de ir más allá de lo que los sentidos nos atrapan. Sabes, los sentidos nos atrapan de tal forma que uno ve que el Sol se mueve desde el alba, llega al cenit y se mueve al ocaso. Se necesita un conocimiento más intelectual, más profundo para darnos cuenta que el Sol no se mueve, los sentidos –la vista- nos esta mintiendo y lo que ocurre realmente es que nuestro planeta es el que esta en movimiento y gira sobre su propio eje y a la vez alrededor del Sol. Esto es un salto descomunal de inteligencia y de imaginación dónde nos salimos de la caja para darnos cuenta de que el Sol nunca se ha movido”.
Hay veces en que el pasaje luce desolador, es posible que la crisis que hay en los suplementos culturales, no solo de imaginación, sino de poder comunicarse y encontrar nuevos lectores, haga flaquear el ánimo de los que se dedican al periodismo cultural. Actualmente, solo tres grandes diarios, de la treintena que se editan en la ciudad de México cuentan con un suplemento cultural, y cada año que corre, sus páginas adelgazan. José Gordon encuentra una palabra: “Fe. Es una palabra hermosa. Es un acto cotidiano”, se acomoda en el sillón y como si diera una clase, enseña:
         
Tenemos fe de que vamos a regresar a casa, tenemos fe en que vamos a encontrar a nuestros amigos, tenemos fe en que no nos vamos a desparramarnos, tenemos fe en que existe nuestro cuerpo que obedece leyes físicas, químicas, biológicas. La fe tiene como base que hay atrás una experiencia, entonces si hay fe en que es posible un cambio, es porque el cambio de alguna manera ya se ha vivido y de lo que se trata es de amplificarlo, de jugar con él de diferente manera, más interesante, de plantear más posibilidades.
En alguna ocasión mi hijo, en sus años universitarios, me dijo: Papá, mientras más estudio, más confirmo de que no hay una salida. ¿Cómo movernos en un horizonte en dónde no hay esperanza y no hay fe de que en el mañana no hay  posibilidades? Es un problema muy complejo si examinamos la violencia, la corrupción, la necedad, la ignorancia que vemos en nuestros políticos, en nuestro entorno y de repente uno podría decir: No hay salida. Por esos años había entrevistado al doctor Mario Molina, estábamos hablando de los cambios climáticos y sobre el efecto mariposa. Una pequeña fluctuación también podría llevar a una mayor ordenación a un sistema. Esto me dejó un atisbo de esperanza que luego le dije a mi hijo.

El periodista, que en ningún momento ha dejado de comunicarse a través de sus gestos y manos; que ha capturado la atención de algunos paseantes que comenzaron a escuchar esta charla y que en medio de pilas de libros, ahí están, regados, cercanos, atentos, escuchando lo que dice don Pepe: “Mario Molina me dijo: cuando vemos el problema del cambio climático y nos damos cuenta de su dimensión pensamos que no existe salida, sin embargo, la ciencia se toma el tiempo para dimensionar las cosas, es decir, se va a acabar el mundo pero mientras se acaba vamos a ver de que tamaño es el problema. Hubo dos grandes estudios, uno se realizó en el MIT y otro en Gran Bretaña, y mostraron que con una inversión equivalente al 2 por ciento de todo el planeta se tendrían todos los recursos necesarios para revertir los problemas del cambio climático. Es una cantidad enorme, pero es menor al costo que tienen los huracanes, las sequías, hambrunas que genera el calentamiento global. Es dimensionar el problema, no es algo que este fuera de posibilidad de hacer. Ya hay un punto de salida”, el periodista concluye.










[1] Víctor Roura, El Financiero, 12 de julio de 2007.
[2] Héctor Aguilar Camín, un hombre que cultiva su memoria en libros. Revista Etcétera, abril 2015.
[3] Apuntes sobre periodismo cultural en México. José Luis Martínez. Revista Zócalo, diciembre 2010.
[4] Revista Mexicana de Comunicación. Número 23
[5] Entrevista a José María Pérez Gay realizada por Huemanzin Rodríguez.
[6] Idem.

lunes, 22 de junio de 2015

Políticos. Jorge G. Castañeda.


Estampas sobre Castañeda
Abraham Gorostieta

Jorge G. Castañeda es un académico que arranca elogios y envidias. El Doctor Castañeda, como lo llaman sus colaboradores cercanos, es un intelectual que optó por la política como un camino que acelerara sus ideas como demócrata. Jorge, como le dicen en su casa, es un hombre que se caracteriza por hablar sin empachos. El güero, como le dicen todos los que  lo conocen, es un docente que gusta ser un poco como James Bond: glamour, lujo, viajes, cenas en embajadas, buenos trajes, culto y versado hombre que lo mismo habla de política, empresarios, cultura, vida internacional, periodismo, espionaje. James Bond, rodeado de mujeres. Jorge Castañeda, también.
Su casa-estudio se ubica muy cerca de Los Pinos. Puede ser mera coincidencia. Se nota que vive cómodo. Piezas de arte, en un primer nivel. Varios libreros de madera enmarcan las piezas que atesora don Jorge. Más pinturas en el segundo nivel. Más libreros y en ellos, sus colecciones de Carlos Fuentes. De Julio Cortázar. De Philip Roth de quien dice es un gran escritor. Unos Caparrós lucen apretados entre un Vargas Llosa y varios Aguilar Camín. “Me gusta Martín Caparrós, además es mi amigo. Mi biblioteca esta en desorden, no cabe tanta chingadera mano –dice en un tomo que busca un poco de complicidad-. Tengo tres libros antiguos así, al aire, sobre la mesa de centro, pues están chistosos, están bien, de adorno” dice jocoso el güero, mientras señala la mesa de centro de su lobby. En efecto, tres libros muy viejos descansan sobre ella. Tesoro para muchos, para él, es un chiste.
Es un hombre ocupado. Recibe muchas llamadas. Su asistente constantemente le consulta para ver su agenda. Amigos, políticos y distintos personajes lo consultan, desfilan ante él, le piden un favor, un consejo. El doctor se disculpa, alguien vino a verlo, pide un momento para atenderlo y después platicar un rato sobre su autobiografía Amarres perros. Como quien brinda una degustación, pronto ofrece: ¿Gustas algo, un café? ¿Quieres leer algo, tenemos El País, La Razón, El Financiero? ¿Gustas leer una revista internacional?
Hay un escritorio pulcro y ordenado. Madera tallada en sus patas, chapa de nogal y caoba sobre su cubierta. Al fondo un librero más. También fotografías personales: él esquiando en un paisaje invernal, él buceando, él en la cima de una montaña, él en alguna cena. Una pared, forrada de piso a techo enmarca distintas revistas de diferentes países donde la portada es dedicada a él. Deteniéndose a observar, se puede entender que el doctor Castañeda es un hombre de ciclos.
No es un baby boomer, no es un self made men. Es un hombre que nació en la cuna del poder y el cosmopolitismo. Nace en el segundo año del sexenio de Adolfo Ruiz Cortines. Antes de cumplir 10 años ya residía en Nueva York y El Cairo. Su padre, don Jorge Castañeda Álvarez de la Rosa fue embajador que alternaba su trabajo ante la ONU y el gobierno de Nasser. Pocos años después, la familia residía en Ginebra, dónde don Jorge padre fue representante ante los organismos internacionales de ahí.

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Jorge Castañeda padre, abandonó la práctica del derecho, a la que se dedicó desde su graduación en 1942, e ingresó al servicio exterior en 1950. Así comienza su vida en Nueva York, con el rango de vicecónsul en la representación mexicana de la muy nueva ONU. Ahí don Jorge trazó su destino, encontró el amor, doña Neoma Gutman, nacida en la Unión Soviética, traductora en la ONU –a ella le tocó la Primera Asamblea realizada en París en 1947- y madre de Andrés Rozental, fue la estrella de su camino.
La familia regresó a México en 1952 y un año después nace el primogénito de la pareja: Jorge Germán Castañeda Gutman. Parten a El Cairo. Tras diez años regresan a México donde permanecen seis años para después partir a Ginebra. Con 20 años en el servicio exterior, don Jorge padre tenía una visión muy clara de lo que eran las relaciones de Estados Unidos frente a América Latina y nuestro país. Un año antes de asumir la dirección de Tlatelolco, don Jorge escribió: “Descuento de todo y no doy ningún crédito a la buena voluntad, simpatía o consideraciones morales por parte de Estados Unidos, intempestivamente descubiertas o redescubiertas, que pudieran cambiar su actitud básica hacia México. Las grandes potencias actúan como grandes potencias. La naturaleza de nuestras relaciones mutuas depende esencialmente de la actitud y conducta de México”.[1]
La actividad diplomática de su padre, hizo que El Güero tuviera un interés especial y genuino por saber sobre la política y los países, pero el recuerdo más fuerte sobre su padre es su relación personal. “Mi padre fue muy tolerante conmigo, muy amigo. No era distante ni cariñoso. Me daba más o menos las líneas que él consideraba debían ser pero jamás cuestionó mis posiciones políticas, mis orientaciones profesionales. Me orientaba en las cosas que a él le gustaban, la parte más plástica de la cultura. Recuerdo mucho la cantidad de museos a los que me llevó cuando éramos jóvenes. Los libros que leímos. Y ya después ya viejos fuimos a muchas exposiciones, ya él muy grande pero todavía llegamos a ir a varias. Fue una figura muy gentil, muy amable, para nada dura”, dijo el ex canciller en una entrevista sobre su padre.[2]
La mirada no puede escapar de las pinturas sobre sus muros. Él lo sabe. “Me gusta el arte mexicano no muy contemporáneo, no muy abstracto, tengo un par de pinturas abstractas, pero prefiero comprar arte por el nombre del artista”, explica. Las escaleras que conectan a ambos niveles están decoradas por una serie de grabados de Pedro Coronel, el grabador zacatecano, hermano de Rafael, también pintor. La fuerza del pensamiento abstracto y sus trazos coloridos y precolombinos adornan ese muro. Es muy posible que sean de su etapa cromática.

Es una serie que viene de Relaciones Exteriores. Cuando llega mi padre a la Secretaria en 1979, vio que Santiago Roel García había comprado esta serie, compuestas por 200 piezas. Y las regalaba en navidad a sus cuates, claro, con dinero del erario, y quedaban unas diez, porque no alcanzó a regalar todo. Al verlas, le dije: “A ver, con permiso” y tomé las obras. Me faltaba la amarilla. Esa la compré. Pero por lo general compro arte por el nombre del artista. Ésta es de un cubano, Gustavo Acosta –se refiere a una obra de gran formato que adorna todo un muro-, la gracia que tiene es que el capitolio que está pintado no es el de Washington sino el de La Habana y las calles que rodean el capitolio son las típicas calles de Miami con su arquitectura semiespañola, es de un cubano que va y viene, como todos los cubanos.

De regreso en su sala, el doctor Castañeda recuerda:

Mi padre no era de regaños, no era su estilo. Recuerdo una vez en la que me llamó la atención y fue de forma indirecta, me mandó a decir con mi madre –ellos vivían en Ginebra, mi padre era embajador ante la ONU- yo tenía 19 años y estudiaba en Estados Unidos. Fui a visitarlos en la navidad e invité a mi novia en ese entonces a visitar Ginebra y a quedarse conmigo… en mi habitación. Mi padre se molestó, pero nunca me dijo: “oye, este no es un pinche hotel”, nunca me lo dijo de forma directa, sino a través de mi madre, que esa vez me recomendó no hablar con mi padre pues esa situación lo tenía un poco histérico.

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Sergio Sarmiento escribió sobre Castañeda, que al finalizar de leer su autobiografía, dos palabras le vinieron a la mente: Inteligente y arrogante. “Producto de su elevada visión de sí mismo”[3], la afirmación tiene algo de redundante. Todos tenemos una opinión muy buena de nosotros mismos. Eso es inevitable, responde el ex canciller. Hasta dónde se pudo traté de no tomarme en serio.  Es más divertido hacerlo así, tener humor sobre uno mismo.
Pero la afirmación del periodista es común a todos los personajes consultados para esta entrevista. Dos adjetivos se repetían: culto o cínico. Castañeda reflexiona:

Las dos cosas son ciertas. Lo de culto es siempre relativo. Culto, sí, pero comparado con quién. Conozco gente que tiene una cultura más profunda que la mía. Y cínico también, lo soy, bastante, a propósito de mi mismo, y apropósito de la vida y los demás. O como dice Sergio Sarmiento: Arrogante e Inteligente. Yo esperaba una crítica más enfocada en el libro y en lo que ahí cuento que a mi persona. Esperaba más ataques y no. He recibido muchos halagos, cosas muy elogiosas y favorables, reflexiones inteligentes con las que uno puede estar de acuerdo o no pero, que pienso yo, están hechas con buena voluntad.

El libro Amarres perros es una autobiografía donde el académico y político cuenta algunos pasajes de su vida personal, familiar, académica, política e intelectual. Historias salpicadas con muchas anécdotas y chismes.
En 1968 fue uno de los asistentes de la Marcha del silencio. “No me era ajeno el asunto. Fue un tema muy fundante para mí, pero no era un asunto generacional, porque yo era muy joven” confesó el doctor en una entrevista[4]. Estudió su preparatoria en el Liceo Francés en México y después decidió irse a Cambridge, dónde se licenció como filósofo en la Universidad de Princeton, en 1973. Partió a París y se licenció como filósofo en La Sorbona, al mismo tiempo estudió una maestría en Ciencias Sociales en la Ecole Pratique de Hautes Etudes, en 1975; se doctoró en Historia Económica en la Sorbona, en 1978. Un año antes había escrito su primer artículo para Le Monde, aunque lo firmó con seudónimo, fue sobre la renuncia de Carlos Fuentes como embajador de México en París. En esa época se afilió al Partido Comunista Francés donde conoció al filósofo y teórico Louis Althusser. Al filósofo Michael Foucalt. Convivió de cerca con Regis Debray, el intelectual que hizo la guerrilla en Bolivia junto al Che.
Su padre es nombrado Secretario de Relaciones Exteriores en el sexenio de José López Portillo. Y el joven Castañeda regresa a México. Comenzando su militancia política en el Partido Comunista Mexicano, que salía de la clandestinidad, en donde el joven Castañeda fue parte de la corriente renovadora. Al mismo tiempo, alentado por su padre, practicó su propio internacionalismo, con sus contactos en la izquierda francesa que llegó al poder en 1981 con Mitterrand, participó en una iniciativa de pacificación en El Salvador, cuya guerra civil costaba miles de vidas humanas y apenas comenzaba.
El doctor recuerda esas anécdotas, junta sus manos, las lleva al mentón y cuenta:

En la vida nos vamos desencantando de muchas cosas que antes nos fascinaban. Mi desencanto con la izquierda mexicana se da cuando nos derrotan en el 19 Congreso en 1981, algunos me han reclamado en las críticas que hacen del libro, me dicen que ¿yo que creía?, ¿por qué no seguir la batalla por dentro?. Cuando ya has dado la lucha interna dentro de un Partido Comunista –y en mi caso era la segunda que daba- llegas a entender que es imposible ganar una lucha interna dentro de un PC. Terminas escindiéndote con una mayoría o minoría, pero jamás le ganas al Secretario General ni al aparato nunca. Me pasó en el PC mexicano y en el francés. Vi que no tenía sentido seguir insistiendo en eso porque íbamos a seguir perdiendo y así le fue a todos mis compañeros reformadores que se quedaron militando en el PCM. Perdimos porque ganó el aparato, los burócratas partidarios de mantener al PC dentro del molde tradicional con un poco de liberalismo que llamaban eurocomunismo. Ese fue mi desencanto con esa izquierda.

Autor de El Economismo dependiente, su tesis doctoral publicada en 1978 y de México, el futuro en juego –una selección de artículos y columnas publicados en Newsweek, The New York Times, Los Ángeles Times, Proceso, El País, Página 12-, aparecido en 1987. Jorge Castañeda conoció y se acercó al entonces secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, con quien sostenía reuniones no frecuentes, tampoco ocasionales.
Jorge G. Castañeda es un demócrata que tira más a la izquierda, así se definió en una entrevista que concedió a Raúl Cremoux[5], al mismo tiempo, es un feroz crítico del sistema y de las hipocresías de nuestros sistemas. Sus artículos en el legendario Unomásuno fueron memorables. En ellos, el joven Castañeda escribía que el Partido Comunista Mexicano debía de renovarse, cambiar. Así, opinando cosas distintas, comentándolas de forma diferente, tenía repercusiones muy importantes.
Ahora el doctor Castañeda reflexiona sobre esa época de su vida, esa crítica a la izquierda:

Con el resto de la izquierda en México nunca me encante. La izquierda en México fue y es el nacionalismo revolucionario del PRI. No hay más. Estando en la izquierda, antes como parte del MAP y toda la gente que se fue fusionando con el PC. Primero los del PSUM, y luego los que conformaron el PMS, menciono a algunos: Heberto Castillo, Rolando Cordera, todo ese sector –otra cosa es que sean buenos amigos en lo personal-, yo siempre deteste al nacionalismo revolucionario, para mí la idea de que pueda haber un nacionalismo revolucionario de izquierda era un contrasentido. Era el cardenismo disfrazado y siempre con elementos de subordinación al sistema al final del día. Unos se subordinaban más a ciertas cosas del sistema. Te decían: No estoy de acuerdo con la falta de democracia debido al PRI porque son unos desgraciados, pero, Pemex, pero, La No Intervención, pero, Los Sindicatos Charros, pero, El Ejido. Yo no estaba ni con Pemex, ni con el ejido, ni con la política de no intervención ni con los sindicatos charros, entonces mi choque con los partidarios del nacionalismo revolucionario era de todos los días. Sí la vemos hoy, 30 años después, más allá de los matices personales de quién le da la mano a Peña y quién no; es una izquierda idéntica de hace 30 años.

El joven Castañeda renunció al PCM y se acercó al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, a su Corriente Democrática. Desde entonces no militó más en un partido pero sí mantuvo una relación personal, de amistad y de asesoría con el ingeniero Cárdenas.
Carlos Salinas asaltó el poder mediante un fraude que nadie pudo probar pero que dejó percepciones claras de ilegitimidad. Es entonces que el doctor Castañeda decide alejarse de la política por un tiempo. En 1993, viene mi alejamiento político, no personal  de Cuauhtémoc –agrega Castañeda y continúa-, un poco por lo mismo, es decir, es una izquierda irreformable.
Su distanciamiento de la izquierda latinoamericana también se dio a principios de los noventa. Así navegó contra corriente, mientras los intelectuales en el mundo no se recuperaban del sismo que destruyó la idea del socialismo real, Castañeda era un feroz crítico de las izquierdas latinoamericanas.

Con los cubanos el distanciamiento vino cuando empecé a verlos operar en Nicaragua en 1979-80, ver cómo operaban en El Salvador en 1982-84, ver las barbaridades que hacían, y a partir de mediados de los ochenta, cuando ya se estaba desplomando todo el mundo socialista, ellos, en lugar de adaptarse, pues siguen en su cuento. Entonces publicó un artículo a principios de los noventa, después de la caída del muro que lo llamó El viejo y la isla, y fue reproducido por El País, Newsweek, Proceso y otros medios, en donde decía que Fidel ya se tenía que ir, y que todo su desastre también ya se había derrumbado.

Alejado de los dogmas, del izquierdismo, del cardenismo, del salinismo, Jorge G. Castañeda continuó su propia trayectoria, la de crítico del poder, la de promulgador de cambios. Para ello se valió de distintos medios: su trabajo docente y académico en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM, docente y conferencista en distintas Universidades en México y Estados Unidos, sus reflexiones y escritura en medios mexicanos y extranjeros. Junto con Robert A. Pastor, examinó la relación bilateral en el libro Límites de la amistad. México y Estados Unidos. De nueva cuenta reunió sus materiales publicados y editó el libro La casa por la ventana. Fue un crítico ácido y puntilloso del gobierno de Salinas de Gortari, del Tratado de Libre Comercio, de la falta de un organismo nacional de Derechos Humanos. La única relación que mantuvo con el gobierno de Salinas fue con Manuel Camacho Solís, a quien había conocido en 1970 cuando ambos estudiaron en Princeton. Columnista de la revista Proceso, entonces dirigida por Julio Scherer, Castañeda usaba ese foro para exponer sus luchas.

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Escribe Julio Scherer sobre Castañeda: “Le apasionaba escribir y a escribir consagraría parte de su tiempo; le atraía la academia y a la enseñanza dedicaría parte de su energía; le interesaba viajar y viajaría. Rumiaba un libro sobre el Che Guevara. Pronto iría a Bolivia para emprender su camino y saber de él tanto como le fuera posible. Peregrinaría de la muerte del héroe a los orígenes de su aventura y de la odisea con Fidel Castro a los días radiantes de su gloria”[6]. El periodista abría las puertas de su revista al ya muy experimentado Castañeda, quien recuerda: 

El periodismo militante que yo ejercía en Proceso fue en la época de 1988. Tenía el tema del fraude electoral, fue una causa que abrace y a usar la tribuna para eso. Luego otra causa fue el Tratado del Libre Comercio, ejercía periodismo militante. Es mucho decir periodismo, eran columnas militantes, no de partido, sino de causas, que tenían una cierta filiación con Cuauhtémoc Cárdenas y cierta filiación anti Salinas.

El doctor reconoce sin empacho: “Yo practiqué el periodismo militante en Proceso, como columnista. Anteriormente en panfletos del PCM y eso”. Hace una pausa, suaviza y enfatiza con su voz:

El periodismo militante no se caracteriza por donde lo ejerzas sino de cómo lo haces. Me parece totalmente legítimo, no creo para nada en esa especie de limitante en que el periodismo tiene que ser objetivo, imparcial, no lo creo. El periodismo puede objetivo, parcial, militante, no hay definición en mi opinión de qué sí y qué no. Prefiero que se identifique como tal. Quién escribe o quién está en la televisión o el radio o en internet, muestre claramente la camiseta. Que digan: Yo sí soy un bloguero militante pro… de lo que quieras, por ejemplo, matrimonios gay, a eso me dedicó y entonces eso es más honesto y es posible entablar un dialogo con ese periodismo. Lo que no me gusta es el gato por liebre, es decir gente que pretende ser objetiva y que en realidad es militante o a la inversa, gente que pretende ser militante y en realidad no tiene causas definidas.

El tema del periodismo no es abordado en la autobiografía que escribió el ex canciller mexicano, sin embargo, es un tema al que le entra con arrojo: “El periodismo militante es básico dentro de la gama y oferta periodística en un país. No debería de considerarse mal que existan periodistas militantes, afiliados a un partido o causa o asociación”.
Hace una pausa, se acomoda mejor en su sillón y agrega: “Lo que debemos exigir es honestidad de quien hace periodismo. Si hay periodistas militantes, es válido, y uno puede entender sus escritos como causas, y entender que no les puedes pedir a esas gentes, es que sean sensatos, prudentes, ponderados, equilibrados, eso no va a suceder, porque son militantes. La gente de Humans Rigths o Amnisty hacen periodismo militante, escriben, publican o investigan denuncias sobre la censura, y la publican en la prensa, porque denuncia que no se publica en los medios, no sirve”.

Don Julio

“No hablo mucho de Julio Scherer en mi libro, explica Castañeda. No hablo de periodistas en mi libro”. Comenta que tuvo una relación muy cercana, de muchos años con don Julio. “Lo conocí, también, por la relación de él con mi padre. Fue muy amigo de mi padre. Mi tío Germán fue muy amigo de su esposa desde 1940. Yo empiezo a tratarlo en 1978, a mi regreso de París, y en seguida comencé a escribir en Proceso”, recuerda el autor de la Vida en rojo, la biografía de Ernesto Guevara.
A partir de entonces comenzó poco a poco una relación con el legendario periodista: “Con bastante cercanía y mucho afecto hasta el 2000, cuando yo entro en el gabinete de Vicente Fox, abunda don Jorge. Primero, Julio se molesta, sin madrearme, aunque Proceso me madrea sistemáticamente, él no lo hacía personalmente. Nos llegábamos a ver, no mucho, durante el tiempo que yo estuve en la Secretaria de Relaciones Exteriores. Cuando salgo, todavía permite él un par de portadas en su revista donde aparezco. En 2006 quedó vetado en la revista, salvo una ventana en 2008 que es la aparición del libro que escribí con Rubén Aguilar, La diferencia. La línea era: de Castañeda nada, ni para bien ni para mal, nada. Todo esto dicho por la dirección de la revista a mí. Y confirmado por Antonio Jáquez, mi gran amigo en la revista durante todos esos años hasta que falleció en 2010”.
El académico, con la franqueza que le caracteriza narra su “pleito” con Scherer:

Hace tres años, a instancias de Rafael Rodríguez Castañeda, desayuné con Julio, solos. Ahí le pude preguntar: ¿Cuál es la bronca Julio? Me miró con sus ojos verdes y respondió: Lo que tú hiciste fue imperdonable Jorge. Me ofreciste ser embajador de México en Chile en el gobierno de Fox. Y eso, Jorge, es imperdonable.
-          Primero. Es cierto, yo te ofrecí la embajada, pero dime ¿Por qué es imperdonable?
-          Es que me estabas comprando.
-          No Julio, que chingados yo te iba a comprar, estas mal. No tiene que ver una cosa con la otra. Pero en todo caso, el momento de decir que era imperdonable, era entonces, cuando te lo propuse, cuando tu media novia de ese momento, Moy de Tohá, -la viuda de José Tohá, que después fue embajadora en Honduras y agregada cultural en México-, ella también participó en la proposición y Ricardo Lagos también ayudó, entonces, el momento de decir que era imperdonable, era entonces. Yo no hubiera insistido, solo dijiste que lo pensarías y dijiste que no.
No lo pude sacar de ahí. Según Scherer, yo lo había querido comprar. Yo no entiendo la ofensa. Entiendo que no haya querido, hasta haya considerado una tontería de mi parte. Ese día le expliqué: Toda tu vida has querido estar cerca de Chile, tienes una amiga-novia chilena y hay democracia en Chile. Fue electo un presidente socialista chileno, que trabajó incluso con Allende. La Tencha Allende, su viuda, te dijo de mi parte sobre el ofrecimiento. ¿Dónde está la ofensa?
No pude sacarlo de ahí. No creo que haya sido ese el problema. María, su hija, no ha podido decirme tampoco que pasó. Tengo una relación muy buena con María.

Al hablar de esto, el ceño de desconcierto se dibuja en su rostro. Castañeda, con otro tono de voz narra: “Le tuve mucho cariño a Julio, mucho agradecimiento, por el apoyo, el espacio, por los consejos, por lo que me enseñó. Si hubiera escrito algo cuando él falleció –no lo hice por muchas razones-, no sé si me hubiera sumado a este coro de elogios e idolatría. Scherer tuvo muchas virtudes, aclaro, como periodista, en lo personal no me interesa decir nada, en lo periodístico tuvo muchas virtudes y muchos defectos, muchas cosas que a mí me parecían que estaba mal. Su periodismo no era militante, sino de denuncia, y a veces esas denuncias no eran válidas”.
De este episodio, don Julio escribió:

-          A nombre del presidente de la República te ofrezco la embajada de México en Chile, país al que tanto quieres- me dijo en su mejor estilo Jorge Castañeda, canciller del naciente gobierno del cambio.
Yo me encontraba con Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis y Carlos Slim, invitados a una concurrida recepción que ofrecía el presidente Ricardo Lagos a funcionarios mexicanos, al personal acreditado en el país y a un pequeño grupo de amigos.
-          ¿Tú qué opinas, Gabriel?
-          Acepta y ya deja de joder. Tú te tomas unas vacaciones y nosotros disfrutamos de un descanso.
Monsiváis y Slim sonreían, ni siquiera expectantes, de buen humor, divertidos.
Volvió Castañeda:
-          Pondríamos a tu lado a un funcionario de Relaciones. Él se encargaría de todo. Tú podrías viajar, escribir.
Dije que no.
La conversación quedó ahí. Luego llegó Monsiváis y hablamos de Chile, la prensa, el presidente Fox. Monsiváis se mostró escéptico frente al futuro mexicano y Slim habló con medio entusiasmo. En esas estábamos cuando apareció Ricardo Lagos.
En un momento, él y yo nos quedamos solos.
-          Le debo una explicación, presidente.
-          Dígame.
-          El canciller Castañeda me hizo saber que el presidente Fox me ofrecía la embajada de México en Chile. También me indicó que, de parte de su gobierno, no representaría problema alguno el beneplácito protocolario y que aquí mismo podría iniciarse su trámite.
-          Por supuesto.
-          Debo confiarle, presidente, que no debo de aceptar distinción tan señalada, que agradezco y me honra. La razón es una sola: no puedo representar a una persona en la que no creo.
Lagos guardo silencio. No sé si fue prolongado o breve, brevísimo. Lo miré, sensible a su sonrisa. Escuché:
-          Evíteme el comentario, don Julio.[7]

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El periodismo resultó ser un tema sabroso. Jorge Castañeda dibuja algunas estampas de periodistas sobresalientes.
Sobre don Manuel Buendía:

Lo vi muy pocas veces en la casa de mi padre. O en casa de Andrés, mi hermano, que era muy amigo suyo y de Miguel Ángel Granados Chapa. Pienso que el periodismo que hacia Buendía era el periodismo que se podía hacer en el México de ese entonces. No se podía hacer más. Una columna diaria contando cosas, callando unas para que le contaran otras, para después publicarlas, era un juego relativamente transparente, honesto, apegado a la verdad, sin exageraciones, pero no era algo químicamente puro, para empezar, estaba en Excélsior, el de Regino. Sin embargo hacía lo que se podía en esa época.

Sobre Carlos Marín

Es ahora mi jefe, no voy a hablar mucho de él, lo quiero mucho. Es una relación de hace 30 años. Estoy trabajando con él y se trabaja muy sabroso con Marín, es un gran cabeceador. Cuando publiqué La utopía desarmada y estaba en Estados Unidos en 1993, presentaron el libro Carlos Fuentes y Alan Riding. Marín llegó y entonces estuvimos platicando y caminando por Nueva York horas y horas. Y él estaba friegue y friegue con lo de “tú, pinche güero”, y yo respondía, “órale, tú, pinche chaparro”, es decir, mucho cotorreo. Ahí, caminando por Nueva York, llegando al lugar donde se presentaba mi libro, platicó mucho con Fuentes y con Riding por largo rato.

Sobre Carlos Payán Velver:

A Payan Vélver lo quise mucho y yo creo que él me quiso mucho. Fue de las primeras personas que del medio periodístico que yo conocí, lo conocí gracias a Yuridia Iturriaga, hija de José Iturriaga, gran amigo de Payán. Yo entre a escribir al Unomásuno gracias a él, haciendo editoriales que no firmaba como columnas, hasta 1981. Fue muy generoso y elogioso conmigo. Hace rato que no lo veo, quizá 15 años. La última vez fue en casa de Luis Ortiz Monasterios. Yo le tenía mucho respeto a su oficio periodístico y a su muñeca política. Me publicó un libro en una editorial que él fundó, y fue el único titulo que publicó esa editorial. A mi me causaba intriga que fuera periodista y no escribiera. Él era el que manejaba el Unomásuno, no Becerra, que estaba en otras cosas. Nunca supe como podía llevar el diario día a día si no escribía.

Sobre Carmen Lira Saade

La traté mucho cuando ella era corresponsal en Nicaragua. La conocí cuando era la época de los salvadoreños, de los cubanos. Ella me buscaba mucho a mí cuando mi padre era Secretario, me buscaba para que la acercara a los gobiernos de Centroamérica. Lo hice con mucho entusiasmo. Nos reuníamos en su departamento muchas veces, estaba en la calle de Huertas, por José María Rico. Lira es una mujer muy militante, muy activista, obviamente muy rencorosa, muy vengativa, muy subordinada –es mi opinión-  a los cubanos. Hizo algo muy raro, no hay muchos periódicos de regímenes democráticos donde ella, directora de La Jornada, escriba un editorial institucional de ese diario que dice que “a partir de 2002 no se va a publicar una sola nota en este periódico sobre la Secretaria de Relaciones Exteriores y sobre el Secretario”. Punto. ¡Esos son huevos eh! No suele suceder. Puedes estar en desacuerdo, o en contra o puedes pedir la cabeza, pero no puedes decidir dejar de informar, dejar de mencionar o nombrar. Me convirtió en el innombrable.

Sobre Enrique Krauze:

Tengo una relación de respeto y colaboración ocasional. Tenemos algunas convergencias en muchas cosas y de divergencias en otras, el tema Fuentes es una de ellas. Es una figura importante en el ámbito cultural de México.

Sobre los corresponsales extranjeros:

Los corresponsales son de quien los trabaja. Mi momento con los corresponsales fue hace mucho, incluso antes de entrar a la Secretaria. Ahora ese tiempo ya pasó. Por la diferencia generacional, además que es un tipo distinto los corresponsales que hay ahora con los que había en 1990. Ahora son más jóvenes, ahora tienen menos rango en su periódico porque el tema México dejó de ser importante. Pero los corresponsales hay que cultivarlos, hay que trabajarlos, como la tierra y ahora a mi me da mucha pereza hacer eso. Cuando me buscan hablo con ellos, pero yo no los busco, no los seduzco, no los cultivo, ya me da mucha pereza. La diferencia de la prensa extranjera y la nacional, desde mi perspectiva, es que la prensa extranjera no compite conmigo. No pasa nada si me mencionan en Los Ángeles Times, o en Le Unite. Ningún editor se va a meter en problemas si me mencionan. Y digo competencia en un buen sentido de la palabra, de rivalidad en el mediano sentido de la palabra y de envidia en el peor de sus sentidos. En México nadie habla bien de nadie, eso no se hace. En el medio académico o intelectual, eso no se hace, no promueves a nadie si lo puedes evitar, así es el gremio, así es el animal.       

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A pesar de que es una palabra recurrente en su biografía, la palabra amigo no es bien definida en su libro. El doctor Castañeda abunda:

Alguien me reprochó el usar demasiado en mi autobiografía la palabra amigo. Es tanta gente a la que conozco y a la que le llamo amigo que se diluyó el significado o la intención de la palabra, no lo sé. Creo que uno puede tener muchos amigos en la vida, yo los he tenido, vas perdiendo unos o porque se mueren o porque peleas con ellos o porque ya no se dan las circunstancias, vives en países totalmente alejados, cada quien agarró su camino y ya no hay mucho en común y luego puedes conocer y hacerte de nuevos amigos, incluso ya viejo. Mucha de la gente que más veo ahora, de mis amigos más cercanos es gente que empecé a ver hace 15 años. Ya a los 46 años. Ya viejo. La amistad no es un asunto de longevidad, o de intereses comunes o de solo de hacer cosas juntos. He tenido muchísimas amistades.

Grandes amigos de Jorge Castañeda son Roger Bartra, Carlos Marín, Joel Ortega. De éste último, es quizá su gran cuate, el que más tiempo tiene de conocerlo: “Desde el 68, y es mi cuate, cuate, dice el güero con sonora sonrisa. A la fecha no nos vemos tanto. Puede pasar un mes sin vernos pero eso sí, no pasa una semana sin que agarremos el teléfono y hablemos como dos viejas una hora”.
Otra de sus grandes amigas fue Elba Esther Gordillo. Cuando Jorge Castañeda fundó junto con Demetrio Sodi el Grupo San Ángel, la Maestra Gordillo fue como su sombra. A cuanta reunión asistía el autor de Sorpresas te da la vida, ahí estaba Elba Esther Gordillo. Amistad nunca negada, la cercanía de La Maestra y El güero levantaba suspicacias. Los amigos del doctor y sus no muy amigos, corrían como broma el nuevo nombre del ex canciller: Jorguitud Castañeda.
Don Jorge sonríe ante el apodo y aborda el tema:

Elba Esther Gordillo, en el libro aclaro que me usó, pero también la use. Elba Esther es mejor amiga que aliada, es buena amiga, no es una buena aliada. Se equivocó mucho tanto con Vicente Fox y con Calderón como aliada pues no supo distinguir entre los intereses gremiales del sindicato y su propia ambición política. No supo cómo traducir esa ambición y esa fuerza sindical en algo político serio. Salvo una pequeña coyuntura de la reforma fiscal con Fox en el 2003.

El doctor agrega: “Ella hizo el esfuerzo, recuerdo haberlo platicado con Salinas, a propósito de esto, que él estaba muy entusiasmado y trabajaba mucho con ella en esa reforma fiscal y me decía que es muy difícil que Elba se meta a la parte, ni siquiera demasiado técnica, digamos, semitécnica de una reforma fiscal porque no está dispuesta a dedicarle el tiempo que necesitaría para estudiarlo. Es una mujer muy inteligente, si se pusiera a estudiarlo, lo entendería, lo que es imposible es tratar de entenderlo sin estudiar, y ella no quiere, ni quiso, y parte de que todo eso saliera mal fue por ella y esta actitud”.
Integrante también del Grupo San Ángel, el escritor Carlos Fuentes fue un gran amigo de Jorge Castañeda. Incluso, el propio Fuentes contaba el chiste de que “los únicos tres mexicanos que hablaban inglés correctamente eran, Carlos Salinas, Jorge Castañeda y él”. El autor de Mañana o pasado rememora: “Lo conocí por medio de mis padres, fue muy amigo de mis padres. Mi padre, incluso, fue muy amigo del padre de Carlos Fuentes. Recuerdo que una vez, yo siendo niño, pasamos por Roma en 1965, donde el padre de Fuentes era embajador, y yo me quede en el hotel con mi hermano, Andrés. Tiempo después, mi padre entabla una amistad con Carlos Fuentes hijo. Imagino que en la Secretaria de Relaciones Exteriores, cuando Fuentes trabajo ahí”.
Pronto dibuja un trazo de su relación con el escritor:

Siempre tuve una relación de mucho agradecimiento con Carlos, era alguien con quien podía yo dialogar y él aceptaba platicar conmigo, pues yo soy 20 años menor, en cierto momento si pesa mucho la diferencia. Hubo momentos en los que yo le pedía un espaldarazo y siempre fue muy generoso conmigo. El siempre me hizo sentir como si fuéramos iguales, pero había una diferencia de edad, de prestigio, de talento, de renombre pero el nunca regateaba eso, al contrario, era un hombre muy generoso. Cada vez que él no podía asistir a un evento me lo decía y me ofrecía su lugar, claro, no me pagaban lo que le pagaban a él pero algo me pagaban y pues iba a toda madre. Tuve una relación cercana y amena con Fuentes.

Castañeda fue uno de los organizadores de la escultura-homenaje que se hizo en memoria de Carlos Fuentes, en Polanco. Una pérgola realizada por Vicente Rojo. Don Jorge explica: “Apenas terminamos de conseguir el dinero, Silvia y yo, el mes pasado, de lo que debíamos, cerca de 6 mil dólares. No se lo debíamos al artista, porqué él donó su trabajo para hacer la obra, pero por supuesto, los fierros cuestan y todo eso lo hice junto con Silvia y me siento muy complacido”.
En el libro de Amarres perros, Castañeda, aborda su affaire con el Nobel colombiano: con una relación amistosa de más de 20 años, de encuentros y desencuentros, don Gabriel le pide que conceda una entrevista a Ramón Alberto Garza, en ese entonces, director de la revista Cambio, propiedad de García Márquez. Castañeda era canciller de México y era la época donde la relación con Cuba era muy tensa entre ambas naciones. A la semana siguiente publican la entrevista y un artículo sobre el Canciller, la sorpresa fue la portada: una foto en primer plano de Jorge Castañeda con un balazo ¿Por qué nadie quiere al Güero? Esto molestó al Canciller, quien se comunicó con el escritor y después de unas frases, la relación concluyó. Ahora Castañeda puntualiza:

Tengo un resentimiento hacia él. No desmintió ni en público ni en privado la versión que doy yo de cómo me utilizó y utilizó a Ramón Alberto para quedar bien con los cubanos. Nunca lo desmintió. Yo hice público mi disgusto con Gabriel y él pudo haber dicho “no, no fue así”. Su actitud me dolió. Yo ya estaba curado de espanto hacia él pero de todas formas si fue un golpe bajo que yo no me lo esperaba. Se me hizo una chingadera. Pero yo fui muy ingenuo. Y yo creía que había un afecto de su parte hacia mí. Ramón Alberto Garza me decía y me dice: “Para Gabriel tú eras como su hijo. Eras el más cercano”. Pues a lo mejor, yo lo frecuentaba mucho pero pienso que eso se lo podía hacer a cualquiera, cercano o no.

En 1990 ocurren una serie de amenazas a su secretaria. El doctor Castañeda era un duro crítico del salinato. En un principio, el tema fue abordado por el diario The New York Times en su portada, a partir de ahí, el tema escaló. Ahora esto parece ser normal, pero en esos tiempos, las amenazas sufridas a su secretaria, fueron un tema que le complicaba las cosas al gobierno mexicano. Don Jorge recuerda: “Con el episodio de amenazas en contra de una secretaria mía, que sale en primera plana del NY Times, de El País, en Le Monde, todo un escándalo internacional como lo de Carmen Aristegui. Algunos me atacaron. Es uno de mis recuerdos con más sentimiento que tengo hacia Héctor Aguilar Camín, porque sé que eso le costó”. Castañeda hace una pausa y narra:

Alguna gente y en particular Pepe Carreño Carlón, director de El Nacional en ese momento y con el que después me hice muy amigo –entiendo muy bien que en ese momento él estaba haciendo su chamba-, empieza una campaña para madrearme con una mentira: Yo inventaba todo lo de las amenazas y en resumen, me decía en varios artículos, pues, que no mame Castañeda. Y Héctor le responde en una carta muy fuerte, publicada en El Nacional diciendo: “A ver, esto sí no se vale”. Yo sé que eso fue muy difícil para Héctor porque llevaba y lleva una muy fuerte amistad con Pepe, porque en ese momento estaba muy cerca de Salinas y porque no era fácil para él asumir una réplica tan directa contra Pepe Carreño. Le entró con muchos huevos. De esto ya han pasado 25 años, se dice fácil, pero un chingo de otros güeyes no lo hacen. Hoy es muy fácil hacerlo con Aristegui, hoy. Antes era más complicado.

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Las huellas de Castañeda pueden rastrearse en su vida pública: durante el salinato acompañó a candidatos de oposición en su búsqueda del poder local. A Salvador Nava, en San Luis Potosí. A Porfirio Muñoz Ledo, en Guanajuato, donde conoció a Vicente Fox. Durante el gobierno de Zedillo, Castañeda contribuyó con un libro que pronto se hizo básico para todo estudioso del sistema mexicano: La herencia, un libro donde los ex presidentes de México, narran que el mito del dedazo no era mito, sino una verdad cierta y usada por todos los mandatarios en el poder. Poco a poco se fue acercando al gobernador de Guanajuato, Vicente Fox. Para 1999, estaba en el primer círculo del candidato presidencial del PAN y próximo presidente de México.
Amarres perros es un retrato donde el autor se desnuda, donde explica y reconoce desatinos. Nada común, ni entre los políticos ni entre los intelectuales de México.
En alguna ocasión explicó: “Un hombre público no tiene vida personal. Y es lógico que no la tenga, que sea objeto de interés y curiosidad. Y en vista de que así es, yo no he tratado, en ningún momento, de esconder mi vida personal. Al contrario, he sido muy transparente. Es un costo que uno tiene que asumir por tener una presencia pública. Yo lo he asumido y he tratado de ser lo más abierto y, entre comillas, legal”[8]. Con Amarres perros afirma lo dicho.   




[1] De Castañeda a Castañeda. Miguel Ángel Granados Chapa. Interés Público. Proceso 1326. 31 de marzo de 2002.
[2] Entrevista de Abraham Gorostieta. La Crítica. Número 51. Mayo de 2005.
[3] Castañeda: inteligente arrogancia. Letras Libres, febrero de 2015.
[4] Lideres Mexicanos. Tomo 16. Septiembre de 1997.
[5] Una transición interminable. 21 testigos de la encrucijada. Raúl Cremoux. Editorial Lapizlázuli.
[6] Estos años. Julio Scherer García. Editorial Océano.
[7] La Pareja. Julio Scherer García. Editorial Plaza y Janés.
[8] Castañeda frente al espejo. Entrevista con Antonio Jáquez y María Scherer Ibarra. Proceso 1430. 2004.