lunes, 21 de enero de 2013

Barones del dinero y prensa.


INI INI

 

Instantáneas mexicanas

El poderoso Vázquez Raña *

Abraham G. Martínez

 

 

Pasando la primera década del siglo XXI México fue sede de los Juegos Panamericanos donde se obtuvo la mayor cantidad de preseas en la historia del deporte mexicano: 42 medallas doradas de un total de 679 atletas que participaron con el uniforme de la delegación mexicana.

Ahí inauguró y cerró el evento deportivo el empresario Mario Vázquez Raña quien fue relecto por sexta ocasión en 2002 como presidente de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ACNO) a pesar de los pocos resultados deportivos que ha habido en México en su ya muy longeva administración, misma que ocupa desde 1979 y cuyo mandato termina en 2014. Lleva 37 años al frente de la Organización Deportiva Panamericana y desde entonces ha sido “candidato único” y consiguió relegirse por aclamación para el periodo 2012-2016.

Como deportista su trayectoria fue fugaz. Como líder de deportistas ha destacado gracias a su condición de campeón nacional de tiró, hecho que le ganó simpatías en la cúpula de poder desde los tiempos de Luis Echeverría. A pesar de que su dirección al frente del deporte mexicano es ineficiente y que cada cuatro años la historia deportiva nacional se repite (fracasos deportivos en las justas olímpicas), Mario Vázquez Raña es inmovible. Sobreviviente de ocho sexenios: Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto y los que se sumen, todos han sido sus amigos y sus cómplices en el fracaso deportivo mexicano. Sin embargo, para él su liderazgo deportivo es sinónimo de estatus y ha publicitado que tiene “una de las carreras olímpicas más ricas del mundo”.

Sagaz empresario. Magnate de la industria editorial. Inconmensurablemente millonario, el propietario de la cadena de los diarios Sol de México, incluidos, el diario deportivo Esto y el periódico sensacionalista La Prensa, uno de los de mayor tiraje y consumo en México.

Sabedor de su inmensa fortuna, Vázquez Raña ha utilizado al máximo sus periódicos como instrumentos de presión para apuntalar sus negocios y su proyección política. A Vázquez Raña le gusta jactarse de que el periodismo es un hobby para él. Sin vocación y mediocre trayectoria periodística, gusta de retratarse con líderes mundiales en entrevistas para el lucimiento personal.

Exponiendo los resultados de su trayectoria como servidor público y sus dotes de magnate, Mario Vázquez Raña es el arquetipo de los caciques empresariales mexicanos.

Su enquistamiento al frente del organismo rector del deporte en México sólo se puede entender gracias a la compra de votos cuando es relecto y, por supuesto, de las conciencias de una gran parte de los representantes de las federaciones deportivas que integran el Comité Olímpico Mexicano (COM). Cronistas deportivos –que cobran como“asesores” del COM- han escrito a lo largo de más de treinta años que es relecto por “aclamación” de la Asamblea. Cabe señalar que el COM opera al margen de la Ley pues ningún órgano lo regula.

Sin duda, poderoso, Mario Vázquez Raña ha acumulado y tiene múltiples cargos internacionales en la Organización Deportiva Panamericana, es miembro del Comité Olímpico Internacional –cargo al que recientemente renunció-, vicepresidente de Solidaridad Olímpica y presidente del Comité Olímpico Mexicano. Propietario de una cadena de diarios y socio de la empresa Hermanos Vázquez proveedora de muebles que utilizan las familias mexicanas.

Al frente de su gestión en la ACNO logró aumentar el número de 61 a 193 países afiliados al Comité Olímpico Internacional con lo cual copta simpatías. Más de la mitad de los presidentes de los comités olímpicos nacionales de 90 países han sido obligados a apoyarlo en su permanencia al frente de la ACNO a cambio de sus admisiones en dicho órgano.

Su fortuna ha obnubilado a quienes lo rodean. Aunque no a todos. Su fama de corruptor del deporte le ha provocado repudio. La princesa de Inglaterra, Ana (Anne Elizabeth Alice Louise, hija de Isabel II), presidenta de la Asociación Olímpica de Inglaterra no esconde su desdén por Vázquez Raña y ha sostenido que el magnate utiliza fondos personales para financiar las operaciones de la ACNO para su beneficio personal. A principios de julio de 1991, en la víspera de su ingreso formal como miembro del Comité Olímpico Internacional, Vázquez Raña asistió a una cena en París en el castillo de Warmick, a la que asistieron los 350 miembros más importantes de “la familia” olímpica en el mundo. En tal reunión, la princesa Ana le pidió a su excelencia, el marqués Juan Antonio Samaranch, en ese entonces presidente del COI que se vetara el ingreso a Vázquez Raña debido a su mala fama y corruptor del deporte. La respuesta de Samaranch fue: “no hay forma de impedir su ingreso”.

Vázquez Raña ha sido definido por sus rivales como “presuntuoso”. Rodeado siempre de un séquito de guardaespaldas nadie se le acerca. En la solapa de sus trajes lleva un llamativo emblema olímpico de oro puro. Vázquez Raña ha sido señalado en Estados Unidos como un“sportgánster”.

Son constantes las muestras de repudio en EU sobre el empresario. En 1986, cuando Vázquez Raña compró la agencia de noticias United Press International, los mismos periodistas de la UPI, lo relacionaron con la controvertida muerte del escritor, político y ex gobernador yucateco Carlos Loret de Mola. Los reporteros de la UPI presentaron en octubre de 1986 ante la Junta Anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en Vancouver, Canadá, un informe sobre la muerte de Loret de Mola y lo relacionaron directamente a Vázquez Raña como un sospechoso. Incluso, Eduardo García Valseca –hijo del coronel José García Valseca, quien fundó y era dueño del Sol de México y fue él mismo quien vendió a Vázquez Raña la Organización Editorial Mexicana y la cadena de los soles- señaló públicamente en febrero de ese mismo año al poderosísimo magnate y presidente del COM como el más interesado en que no se publicara el libro Mi coronel de Carlos Loret de Mola.

En 1965 el coronel José García Valseca fundó El Sol de México que se sumaba a la cadena periodística guiada por el mismo coronel desde 1941, fecha en que aparece el periódico Estoprimer diario rotográfico y en tabloide dedicado a la información deportiva bajo el auspicio de Maximino Ávila Camacho. En el inicio de la historia de El Sol de México, el diario mostró a través de sus páginas escritas, ser conservador y sobretodo anticomunista. En 1969, Mario Santaella, dueño de La Prensa enfrentaba conflictos laborales en su diario. Entre varias cosas que los cooperativistas de La Prensa le reprochaban era su cercana, cercanísima relación con el dueño de los Soles, García Valseca a quien definían como “un gángster del periodismo”. No era para menos, pues era dueño de los diarios Esto y El Sol de México y de 35 diarios en provincia convirtiéndose en la cadena más importante de ésta época, al grado que llego a tener más periódicos que el consorcio Hearts de Estados Unidos.

A finales de 1973, el coronel García Valseca, manifestó su deseo de vender la cadena periodística que finalmente quedo en manos del gobierno, aunque figuraba el mismo coronel como director. El investigador Jacinto R. Munguía en el libro La otra guerra secreta documenta la historia. El investigador cuenta que García Valseca perdió sus diarios debido a las deudas adquiridas con el gobierno. El entonces presidente Echeverría no perdonó las deudas y ordenó intervenir a través de la Sociedad Mexicana de Crédito para quedarse con la cadena de diarios. En 1974 los diarios estaban bajo el control de un fideicomiso en el cual el gobierno era el socio mayoritario. Como agradecimiento y reconocimiento, el gobierno dejaría como presidente y director de los diarios al coronel García Valseca, aunque no por mucho tiempo.

A finales de ese mismo año, un grupo de inversionistas adquiriría la empresa. El grupo estaba formado por Mario Vázquez Raña como socio mayoritario –así como sus hermanos-, Juan Francisco Ealy Ortiz como presidente del Consejo de Administración, Fausto Zapata Loredo y Francisco Javier Alejo, quienes junto con Mario Moya Palencia habían formado parte del gobierno de Luis Echeverría. Así, la cadena de diarios del coronel cambiaría de nombre y se llamaría Organización Editorial Mexicana. Munguía nos recuerda que “la operación de venta ocurrió en secreto, sin concurso público alguno”. Entonces fue nombrado el periodista Benjamín Wong Castañeda como director general, pero el gusto no le duro mucho pues al dejar la secretaría de Gobernación, Mario Moya Palencia, gran amigo y benefactor de Mario Vázquez Raña, fue nombrado como director general de toda la cadena de Organización Editorial Mexicana en marzo de 1977. La noticia apareció en primera plana en El Sol de México. Benjamín Wong renunciaba irrevocablemente “por así convenir a sus intereses personales”. También, en esos mismos días el diario informaba que el empresario Juan Francisco Ealy Ortiz dejaba la presidencia del Consejo de Administración para “dedicarse exclusivamente a El Universal”. Jacinto R. Munguía apunta que al mes del nombramiento de Moya Palencia como director general, un grupo de colaboradores renunció a las páginas editoriales del diario pues “en menos de dos meses de gestión de Moya Palencia fueron censurados o suprimidos unos cincuenta artículos entregados para su publicación” en El Sol de México.

Sí García Valseca no pudo adquirir La Prensa, Mario Vázquez Raña sí lo hizo.

Durante los últimos años de la gestión del presidente Plutarco Elías Calles, los miembros de la compañía de Rotograbado fundan el diario La Prensa el 30 de agosto de 1928, el director general fue el periodista español Miguel Ordorica, siete años después y tras un cierre temporal de cinco meses los trabajadores decidieron echarlo andar pero esta vez como una cooperativa. En 1959 trece cooperativistas fueron expulsados. El director general gerente era Mario Santaella de la Cagija. Para entonces, el periodista Manuel Buendía hacia gala de su virtuosismo y de lo aguda de su pluma, hecho que molestó al gobierno quien aprovecho el descontento de los cooperativistas expulsados para prolongar el conflicto que duro varios años más, hasta la intervención del gobierno en 1961 a través de la Secretaría de Industria y Comercio cuyo titular era Raúl Salinas Lozano quien “impuso” la línea que debía seguir La Prensa. Así, Mario Santaella de la Cagija encabezó el diario con mayor tiraje y lectores en México. En 1992 el diario fue vendido a una sociedad anónima en 90 millones de dólares. Según el investigador Jacinto R. Munguía a los cooperativistas y trabajadores solo les habían repartido apenas unos dos millones de pesos.

En el mes de mayo de 1999, un grupo de ex cooperativistas de La Prensa entablo una demanda judicial (SC 2003/98) contra el Grupo Santillana–perteneciente al influyente grupo de medios español Prisa cuyo patriarca fue Jesús Polanco– por haber adquirido mediante argucias ilegales la propiedad de ese periódico. Los ex trabajadores argumentaron haber sido defraudados al desaparecer mediante “triquiñuelas” a la Sociedad Cooperativa, es decir, a la razón social, que amparaba a dicha publicación. El asunto es el siguiente:

En 1993, el Grupo Santillana compró en 90 millones de dólares a Editora de Periódicos S.C.L. el 49 por ciento de las acciones del diario La Prensa. En esa transacción, el 51 por ciento de las acciones restantes estaban en poder del ex presidente de los banqueros y ex dueño del Banco del Atlántico, Carlos Abredop Dávila. Los ex trabajadores y cooperativistas no alcanzaron a comprender nunca como fue que los editores de El País y el ex banquero vendieron La Prensa a Mario Vázquez Raña en 60 millones de dólares tres años después.

Una de las estampas que mejor defina al poderoso Mario Vázquez Raña y su estilo de hacer negocios fue cuando en el mes de marzo de 2005, una riña familiar entre los hermanos Vázquez Raña se hizo pública. Olegario Vázquez Raña fue entrevistado por la periodista Carmen Aristegüi en su programa de radio Hoy por hoy –cuando Aristegúi trabajaba en Televisa radio en sociedad con Grupo Prisa- y contó las diferencias con su hermano Mario. En la entrevista Olegario–dueño de la cadena de hospitales Ángeles, de los hoteles Fiesta Americana, de dos estaciones de radio nacionales, del diario emblemático Excélsior y de un canal de televisión nacional- negó los vínculos de sus empresas con el poder pues aseguró que “nunca he tenido un negocio político ni con ningún político, nunca he hecho un negocio que dependa de la política”. Sin embargo, la cercanía de los Vázquez Raña con el poder –en especial con Luis Echeverría- ha sido documentada en distintos libros.

Cuenta Olegario Vázquez Raña a la periodista: “Yo ya no me quiero meter más hondo, si no, voy a buscar problemas muy serios (risas) porque nosotros, cuando se compró la (Organización) Editorial Mexicana, en realidad creo que ahí se recibió cierta ayuda del gobierno del Presidente… Pero al año, don Mario Vázquez Raña dijo ‘el poder no se comparte y ustedes van pa’ fuera’ y nos liquido nuestras participaciones como quiso, cuando quiso y los tres hermanos fuimos para afuera y él se quedo adentro. Entonces sí alguien recibió ayuda, pues nosotros no fuimos, desde luego queda clarísimo, ¿no?”.

Poderoso, poderosísimo es Mario Vázquez Raña. Con 37 años –más lo que se acumulen- frente al deporte mexicano e internacional, con un poderoso grupo de medios a su disposición, una fortuna que lo convierte en un hombre Forbes, Mario Vázquez Raña es una fotografía instantánea de cómo son los empresarios mediáticos en la primera década del siglo XXI. Click.

 

 

FIN FIN

 

 

*Para la elaboración de esta columna se utilizaron la siguiente bibliografía: Prensa Vendida. Rafael Rodríguez Castañeda; Mis Tiempos. Autobiografía de José López Portillo; La otra guerra secreta. Jacinto R. Munguía. La prensa en los jardines. Raymundo Riva Palacio. La Herencia. Jorge G. Castañeda. Excélsior y otros temas de comunicación. Miguel Ángel Granados Chapa. Tiempo de saber. Julio Scherer y Carlos Monsiváis; Reseña histórica del periodismo mexicano. Moisés Ochoa.

 

viernes, 11 de enero de 2013

Políticos. Pablo Gómez

Pablo Gómez Álvarez, militante de la izquierda
Por Abraham Gorostieta


En la lucha por el poder en México, distintas y diversas han sido las batallas que se han llevado a cabo para conseguir los cambios que ha requerido el país. Una de las piezas que ha estado presentes en la política mexicana ha sido Pablo Gómez Álvarez, quien ha entregado su tiempo y esfuerzo para que la democracia sea algo más concreto que los meros procesos electorales, como él dice.
Inició una precoz militancia política en el Partido Comunista Mexicano en 1963. Formó parte de la Juventud Comunista, donde hizo amistad lo mismo con los disidentes que con los miembros más dogmáticos del aparato, como Leonel Posadas. Fue detenido el 2 de octubre de 1968 y pasó más de 2 años en el Palacio Negro de Lecumberri y un miniexilio de 40 días en América del Sur.
En la división de la Juventud Comunista después del 68 se opuso a sus compañeros que pregonaban la lucha armada con el argumento de que la línea correcta era el trabajo de masas y no el aislamiento armado. Al salir de la cárcel el PC lo ayudó con mil pesos al mes, “y sobrevivía”. En 1972 ingresó al Comité Central del PC. En 1975 terminó su carrera de economista y como maestro universitario, participó en el SPA UNAM. En 1973 se casó con Elvira Concheiro y se hizo cargo de la propaganda del partido. Ha estado en la dirección del PC desde 1975, cuando Valentín Campa compitió electoralmente por la presidencia y dónde perdió ante José López Portillo. Participó en la formación del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y fue el secretario general hasta su disolución en noviembre de 1988.
Nació en la ciudad de México una tarde de octubre 1946. El político del Partido de la Revolución Democrática, Pablo Gómez Álvarez recibe a Instantáneas Mexicanas en su oficina. Hombre alto y delgado con un gusto particular por el café enciende un cigarrillo mientras se sienta atrás de su escritorio y pide iniciar la entrevista. En la mayoría de las ocasiones los entrevistados responden a bote pronto preguntas relacionadas con sus familiares. No es el caso del Senador Gómez. Al escuchar la primera pregunta del reportero acerca de los recuerdos de sus padres don Pablo Gómez enmudece. Con la mano derecha se rasca el mentón y después de diez minutos responde. Su padre ha sido pieza fundamental en su formación pues él fue quién lo encaminó en la senda de los libros.

Él me introdujo sin proponérselo a la literatura de izquierda. En mi casa siempre hubo muchos textos de izquierda y yo los leía. Mi padre nunca me dio algo para que yo lo leyera. Nunca me dijo “lee esto” sino que yo agarraba un libro y lo hojeaba y después lo leía, cosa que no hacían mis hermanos.

El Senador del PRD se acomoda en el respaldo de su asiento. Enseguida toma un sorbo de café, voltea a ver al reportero y dice “Sin duda el recuerdo más significativo es cuando nos embargaron los muebles. Nos dejaron vacía la casa. Una deuda que tenían mis padres. Sufrí mucho esa vez. Fue un despojo horrible en mi infancia”, y prosigue con diferente tono de voz: “De mis padres tengo muchísimos recuerdos muy gratos. Siempre tuve una relación muy grata con mis padres”
Pero el padre del joven Pablo Gómez fue severo y estricto:

Mi padre fue una persona muy disciplinada. Él no me daba consejos, no recuerdo que me haya dado algún consejo. Mi madre sí, me aconsejaba que estudiara e hiciera una carrera profesional. Mi padre nunca me dio consejos. Hablaba y mucho pero no daba consejos.

Dice el senador y parece quedarse en ese recuerdo. Se detiene y guarda silencio por otros minutos. Se levanta y se sirve un poco más de café.

Años de estudiante

Durante su época de estudiante Pablo Gómez fue muy activo. Él estudió en la Escuela Nacional Preparatoria número dos:

Yo estudié la preparatoria saliendo de la Primaria. Estudié en la Prepa 2 que, en ese tiempo los años de estudios en vez de ser tres años eran seis. En la Prepa 2 hice muchos amigos y en ese entonces estaba en el centro de la ciudad, ahora está en Churubusco. Era la vieja escuela de iniciación universitaria, que fue un conflicto con el gobierno en su momento cuando fue fundada y que no se resolvió nunca sino con la promesa de la Universidad de no volver a ser fundada.

Mientras dice esto en su rostro se dibuja una sonrisa y continúa: “Pero daban los tres años de Secundaria más los dos de preparatoria, aunque después se aumentó un año más al ciclo preparatoriano. Estuve ahí desde niño hasta que entre a la Facultad de Economía”.
Ya en la Facultad de Economía de la UNAM el joven Pablo Gómez fue encontrando en los discursos de sus compañeros universitarios una vía para expresarse. Trabajaba en la mañana y estudiaba por la noche. En ese entonces los jóvenes universitarios estaban muy atentos de la política nacional y no compartían la visión del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. Pablo Gómez con un semblante de orgullo en el rostro narra:

Cuando me puse en contacto con el movimiento estudiantil y empecé a participar activamente en todos los movimientos estudiantiles que se hicieron hasta cuando deje de ser estudiante.

La década de los sesenta fue muy activa para don Pablo en especial el año de 1968, siendo un joven de 22 años ya era un líder estudiantil del movimiento del 68. Pronunciaba discursos encendidos por la pasión que buscaban un cambio político, más apertura y una nueva forma de ver las cosas pero después del 2 de octubre las formas cambiaron, todo cambio.

Estoy redactando un libro del movimiento basado no solamente en lo que yo recuerde, porque eso es, digamos una parte muy pequeña de donde yo estaba y en el momento en donde estaba, más bien basándome en las partes policíacas de la policía política, de la policía represiva que tenemos. Estoy sacando de ahí los datos de los movimientos estudiantiles que hubo en todo el país. A partir de estos informes y de otros documentos que van desde volantes hasta manifiestos y discursos. Pienso hacer un relato comentado pero realista, no de ficción, no novelesco.

En los libros que se han escrito sobre los hechos ocurridos en ese año encontramos muchas historias de horror, de tortura y a la vez de sacrificio e ideales pero el senador Gómez no está de acuerdo con esto y explica:

No, no, no. No hay libros básicos del movimiento estudiantil. No se ha escrito la historia del movimiento estudiantil. Yo no pretendo escribir la historia del movimiento. Lo que quiero hacer es escribir un relato que en algún momento puede servir como fuente de la historia. Lo que ha habido hasta ahora son análisis. Yo discrepo en algunos puntos –no en todos- con todos los análisis que se han hecho. Tengo discrepancias sobre los hechos pero con mi relato voy a postular algunas tesis, eso sí, muy breves sobre el movimiento estudiantil. Y es que ha sido un tema mal tratado por los analistas. En primer lugar porque los analistas hemos sido muchos de los participantes; en segundo lugar porque los analistas de fuera –casi todos pero no todos por fortuna-, se han encargado de tratar de desprestigiar al movimiento y en tercero, porque las expresiones literarias del movimiento –que son buenas- no hacen análisis y ni pretenden hacerlo como la novela de Luis González de Alba, la de Elena Poniatowska, y otras más.

Don Pablo fue aprendido el 2 de octubre de 1968 y estuvo 2 años en la cárcel, sobre esto recuerda:

La cárcel no enseña gran cosa por sí misma, uno se encuentra en una situación anómala, pero yo no hice una mala prisión. No me generó un estado de angustia permanente. Claro, hubo momentos difíciles en los que el stress era fuerte. Aproveché la cárcel para estudiar, de allí viene mi formación marxista. Cuando entré tenía 21 años. Estudie, sí, pero la cárcel no ayuda a nadie, es una privación de la libertad.


Influencias de izquierda

“Yo no soy un político”, responde Pablo Gómez y después suaviza su respuesta: “De izquierda si soy y lo que pretendo es reformar. Yo soy un crítico de la sociedad y del Estado. Pretendo el cambio de la sociedad y del Estado y por eso estoy rodeado de políticos y, claro, no me queda más alternativa que andar aquí porque si me quedo en mi casa no voy a hacer nada”.
En la oficina de Pablo Gómez hay un gran escritorio, sobre él montones de documentos apilados y un botecillo lleno de lápices y plumas; don Pablo toma un lápiz y comienza a juguetear con el:

Propiamente nunca me he considerado como político profesional. ¿Qué fue lo que determinó que yo entrara? Una persona. Creo que desde el punto de vista de las convicciones el que me metió a esto fue mi padre. Él me introdujo sin proponérselo a la literatura de izquierda. Después el grupo con el que me ligue en la preparatoria fue lo que me llevó a comprar libros y a estudiar y después los estudios que hice mientras estaba en la cárcel (en la que por supuesto tenía más tiempo –aunque nunca se aprovecha el tiempo en la cárcel porque siempre hay cosas que atender) me fueron llevando por el camino de la izquierda.

En los tiempos juveniles de don Pablo, los maestros de la izquierda mexicana eran Arnoldo Martínez Verdugo, Vicente Lombardo Toledano, Valentín Campa, Heberto Castillo, etc. Ahora, a años de distancia el político recuerda esos momentos:

Sí, a Lombardo lo leí críticamente. Nunca me pareció marxista o me pareció un marxista completamente desapegado de Marx y leí varias cosas de Lombardo para tener una visión más crítica y formarme un criterio. Martínez Verdugo todavía no había publicado nada, él no era un autor que fuera expuesto, digamos. Lo que tenía eran textos políticos, artículos, manifiestos, desde luego yo siempre lo leía, es más, yo fui y soy alumno de él. El maestro de todo este asunto en que yo fuese de izquierda es Arnoldo Martínez Verdugo, él me enseñó a leer textos de análisis social y político. Me gustaba la manera en como los leía él. Las conclusiones que sacaba. Estar con él me dio mucho aprendizaje, en realidad soy alumno de él, no sé si sea un buen alumno o mal alumno, eso es ya otra cosa.

Los años de juventud de Pablo Gómez fueron fértiles y complicados para la izquierda internacional, algunos analistas sostienen que la izquierda mexicana se mostraba siempre muy “alineada” a la URSS. El político recuerda:

Yo nunca fui dogmático, lo cual no quiere decir que haya estado a salvo del dogmatismo. Naturalmente que en los sesentas había todavía mucho dogmatismo, pero no de corte estalinista. Esto nos permitió comprender lo que estaba sucediendo. Recuerdo que durante el movimiento del 68 ocurrió la intervención soviética en Checoslovaquia, y la dirección del PC en la noche misma en la que se supo la noticia, emitió un comunicado rechazando la intervención y exigiendo seguridad para toda la dirigencia checa. No teníamos una posición seguidista ante la URSS.


La izquierda y la política actualmente

Nuevamente, don Pablo Gómez se levanta de su asiento y se sirve otra taza de café. Entre 1981 y 1987, cuando tenía 35 años de edad, Pablo Gómez fue Líder Nacional del Partido Socialista Unificado de México. Con su experiencia, don Pablo explica lo que sucede en la izquierda actualmente:

No podríamos hablar de la izquierda mexicana en relación con lo que ocurre en toda la izquierda. La izquierda durante muchos años en el mundo tuvo tres grandes expresiones: la izquierda socialista, los comunistas, lo socialdemócratas, los anarquistas. En este momento no se puede aplicar la misma clasificación. Los socialdemócratas no existen, los comunistas... hay todavía algunos escondidos pero ya no conforman un Comité Internacional real y algunas características tiene todo esto, los anarquistas tienen grupos muy pequeños en algunos países, ya no son los partidos de clase que en algún momento fueron. La idea de que había que construir un partido de clase que impusiera la democracia vista desde el punto de vista de los obreros, hiciera la reforma de la sociedad del Estado desde el ángulo de los obreros, generara una cultura desde el ángulo de los obreros, asignándoles a los obreros el “ser”, “el establishment” que la víctima no de una opresión particular sino en la que se condensaba la opresión en general y por lo tanto ser la solución de la historia, una solución de clase, señaladamente de clase, es algo que la izquierda no tiene, porque el movimiento obrero no lo tiene, porque los obreros no lo desarrollaron, es decir, lo intentaron en algunos países –no en pocos, especialmente en Europa, casi todos los países de Europa- y en algunos triunfaron, como en Rusia porque los obreros eran los que estaban haciendo La Revolución. Los que tomaron las armas y estaban organizando todo eran los obreros, obreros de fábrica, no eran los estudiantes ni nada de eso, los que organizaron el país eran los obreros, los que hicieron un ejército fueron ellos o trabajadores fabriles como les quieras llamar y que les costó mucha sangre hacer ese ejército y organizar un país. La opción de clase y la solución de clase a la continuidad progresiva de la historia es lo que no está operando, entonces hay que responder a la pregunta de ¿por qué?, creo que no se ha respondido hasta ahora.

Para algunos personajes políticos mexicanos, La Política suele ser una carrera de oportunidades que hay que aprovechar. Para Pablo Gómez la política es otra cosa, según él la política “Suele ser una carrera que uno no sabe dónde termina. Yo no he hecho carrera política, si hubiera hecho carrera política desde joven me hubiera afiliado al PRI que era donde se hacía carrera política. Como yo sí fui a la escuela andaba en la izquierda y ahí no se hacía carrera política”.
Pablo Gómez fue integrante de la II Asamblea de Representantes del Distrito Federal de 1992 a 1994 y Presidente del Segundo Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática de 1993 a 1996. Ya en 1997 había sido electo Diputado Federal por el Distrito Federal.

Cuando fui diputado por primera vez, fui diputado accidentalmente pues nunca aspiré a serlo. A quien le tocaba ser el número ocho de la lista plurinominal de la Asamblea Legislativa no aceptó, entonces alguien tenía que ocupar ese lugar. Entonces en la lista plurinominal abundaban los que tenían un distrito electoral y que al mismo tiempo eran candidatos de Distritos pero yo ni tenía distrito ni era candidato. En ese entonces me dedicaba a la propaganda de la Campaña de Cuauhtémoc Cárdenas y no pensaba ser candidato y mucho menos diputado, entonces todo mundo me volteó a ver y dijeron: “pongamos a Pablo en el número ocho pues ni es candidato ni tiene distrito” y además era seguro que no iba a llegar ese número “póngalo como de relleno”, dijeron. Me pusieron de relleno y llegue a la Cámara y luego les gustó como me desempeñaba en la Cámara pues como tenía la experiencia del movimiento estudiantil y una de las cosas de ese movimiento era la discusión, sabía discutir. Y es que sí en algún lugar en este país se discutía, se debatía, se examinaba la situación de este país era ahí en el movimiento estudiantil donde había verdaderamente políticos y con frecuencia participaba en los debates que ahí se daban, entonces estaba en el centro del debate y ahí estudiaba uno a fuerza –aunque para eso estábamos-, pero uno no estudiaba las materias que te tocaban sino otras cosas que eran más importantes.

Compitió para ser Jefe de Gobierno del Distrito Federal y fue derrotado por Jesús Ortega. Ahora el senador Gómez aspira a ser el engrane de esto que le llama democracia “Yo pretendo dar un aporte a la modificación de la cultura política, entendiendo política en el sentido más amplio y no sólo de la profesión. No hace falta para formar parte de la política ser parte de la profesión política y eso es justamente a lo que yo aspiro. A impulsar que segmentos crecientes de la sociedad formen parte de los asuntos políticos sin vivir de la política pues los asuntos políticos son los asuntos de la colectividad que es todo aquello que no es de la vida privada. Creo que de esa forma se puede desarrollar la democracia y no de otra manera, la democracia no se desarrolla poderosamente más que con la participación de la gente en políticas públicas. En la medida que la gente está apartada de las políticas públicas la democracia no crece, la democracia es reciproca no es nada más que la gente vote y nunca más vuelva a ser consultada”.

La Izquierda y la democracia

La democracia, tema polémico, de constantes debates, análisis y disecciones es un tema que apasiona a don Pablo. En su libro La izquierda y la democracia, el autor reseña –según su visión- los obstáculos que la izquierda ha tenido que salvar no sólo en su lucha por la democracia, sino en ocasiones incluso para reconocer como propia la historia combativa de los obreros y masas populares que, peldaño tras peldaño, logró para el mundo actual las conquistas democráticas que la burguesía pretende hacer pasar como concesiones en el haber de su “espíritu democrático”. En este libro Pablo Gómez afirma que sólo la izquierda puede lograr una alternativa democrática consecuente y radical, un nuevo poder, una nueva democracia que plasme la representación política de los trabajadores.
Aunque su atención se desvía de la idea central que se resume en el título de su libro don Pablo reconoce que uno de los capítulos es el que más le interesa:

A mí el texto que más me gusta de este libro se llama La democracia y es una respuesta a Enrique Krauze. En el hago una discusión sobre la historia de la democracia en forma de respuesta a Krauze a su libro de Por una democracia sin adjetivos, ya que en ese libro me parece que Enrique es uno de esos historiadores que interpretan los hechos de una manera muy chueca, porque precisamente no tienen esa formación crítica y combativa. En este texto hago una crítica a su trabajo pero Enrique no me respondió nunca. A la fecha no lo ha hecho.

En las últimas cuatro décadas la vida de Pablo Gómez ha estado ligada a un personaje de la vida política mexicana y de América Latina contemporánea, un personaje de la izquierda mexicana política, Cuauhtémoc Cárdenas, El Ingeniero.

Cuauhtémoc Cárdenas –en el último tramo de la historia política contemporánea de México- ha jugado un papel importantísimo. Probablemente es el que ha dado más por este país en los últimos lustros, su papel es relevante. Es un luchador democrático (verdaderamente no sé cómo podría entenderse la historia reciente de este país sino prestamos atención a la historia política de Cárdenas) pero yo creo que él tiene una definición política dentro del cambio a la democracia, es decir, él no está fuera del proceso democrático sino que forma parte del proceso mismo.

Durante la 57 y 59 Legislatura en la Cámara de Diputados, Pablo Gómez fue diputado del PRD por el Distrito Federal, siendo su oposición al Fobaproa y al rescate bancario su principal logro en el Congreso. En la 61 Legislatura del Senado de la República ocupa una de las curules del sol azteca. Para don Pablo, los cambios que su generación buscó no han terminado y apenas van a la mitad, ya que el país se encuentra a medio camino de cumplir las demandas del 68 y lejos de avanzar, de vez en cuando se enfrenta a hechos regresivos. “Los asesinatos que vive el país, represión de movimientos sociales, disparar contra manifestantes, represión a medios electrónicos y la incertidumbre en torno a la vinculación de las consultas populares, porque no sabemos si se van a respetar las decisiones del pueblo, las esos son algunos de los desafíos que se mantienen en el país 46 años después de nuestro movimiento”.

Aunque a Pablo Gómez no le gustan las entrevistas personales amablemente aceptó está. Apaga su cigarro en el cenicero, se levanta de su asiento y comenta: “Espero que La Historia nos juzgue como engranes de la democracia”. Concluye.




jueves, 10 de enero de 2013

Periodistas. Francisco Rodríguez

Francisco Rodríguez, una aventura por el periodismo
Por Abraham Gorostieta


El columnista Francisco Rodríguez es un periodista que ha pasado por varias redacciones a lo largo de su vida periodística. Autor de una leída columna llamada Índice Político, el periodista lleva más de tres décadas “dándole a la tecla”. Su trabajo no ha quedado solo impreso en papel sino que busca pertenecer a esa camada de periodistas que saltaron de los textos impresos a la radio y a la televisión para ejercer desde esas tribunas su profesión. Columnista incómodo –como él se describe- ha trabajado en los diarios El Heraldo de México, Ovaciones, El Economista, El Sol de México (diarios de la OEM), El Universal, El Independiente, Impacto el Diario y Unomásuno. En los semanarios Impacto, Siempre! y La Crisis. En las estaciones de radio, ABC,  XEW de Los Ángeles, California, y en Radio Capital, donde de manera elegante le pidieron su renuncia. En televisión ha conducido el programa De cara al público y en Proyecto 40, Índice Flamígero, lo mismo que La Columna de Paco Rodríguez, en TV Azteca. Su columna Índice Político es reproducida en varios diarios de la República Mexicana y en distintos portales de la red, entre otros, el influyente Eje Central. Concede una entrevista en sus oficinas, cerca de El Ángel de la Independencia, en la Ciudad de México.
            El periodista tiene muy claro lo que son los grupos en los medios de comunicación, la siguiente anécdota así lo quiere demostrar:
La disputa por la dirección del semanario Proceso había terminado el 23 de marzo de 1999. Al renunciar Carlos Marín y Froylán López Narvaez, la dirección de la revista recaía en Rafael Rodríguez Castañeda. Don Froylán escribía una columna en el periódico Reforma y Carlos Marín se había integrado de lleno a esa promesa periodística llamada Milenio, donde actualmente es director. Sin embargo, el pleito en Proceso tendría secuelas.
A los pocos meses de la salida de Marín y de Froylán de Proceso, el columnista Rodríguez publicaría en el diario El Universal una nota en dónde daba cuenta de la intercepción de una serie de llamadas telefónicas entre Julio Scherer Ibarra y Ricardo Ravelo, hijo del fundador del semanario y reportero de Proceso, respectivamente. En dichas conversaciones, Scherer Ibarra le “sugería autocensurarse al reportero” quien realizaba un trabajo sobre los ingenios azucareros de la empresa Escorpión, en donde Scherer Ibarra había sido el director general del consorcio y al cual el gobierno acusaba(n) de un fraude millonario. La nota era esa: El hijo del fundador del semanario pretendía “parar” el reportaje en la revista del padre y según parece, a sus espaldas. Francisco Rodríguez ironizaba –fue el único que publicó sobre el asunto- sobre las “practicas” del hijo del laureado periodista.
Cuatro días después,  Carlos Marín respondía a Rodríguez diciendo que el columnista “escribía puras mentiras”, como consta en su columna El asalto a la razón de 2001. Es costumbre de los columnistas mexicanos asistir a restaurantes y “comederos políticos”, así pues, no tardaron en coincidir ambos periodistas. Marín se encontraba en una mesa con un funcionario del gobierno foxista.
Francisco Rodríguez entraba al restaurante. Carlos Marín al verlo pronto se dirigió al sanitario. Pronto le avisaron a Francisco Rodríguez, así que él también fue al baño. En los lavamanos se encontraba Marín. A los lavamanos fue Rodríguez y hombro con hombro ambos se aseaban. “¿Qué? ¿No me vas a saludar?”, le espetó Marín. “Ah, que tal Carlos” respondió Rodríguez mientras lo veía de frente. “¿Leíste mi columna?” volvió a preguntar Carlos, “en ella digo que escribes mentiras y que además recibes información del gobierno”. Lo que le respondió Rodríguez entre ellos dos queda. Salieron juntos del sanitario, Rodríguez molesto. El funcionario con quien estaba Carlos se sorprendió al verlos. Marín al ver el rostro de sorpresa de su acompañante, explicó: “Ya nos reconciliamos, lo acabamos de hacer. Incluso, hasta nos agarramos el pene” y luego soltó la carcajada. Francisco Rodríguez, en ese tono pausado que le caracteriza respondió el comentario: “Me lo habrás agarrado tú y no sé con qué pero aún lo traigo mojado”, Marín sonrió, el funcionario lo mismo y Rodríguez se fue a su mesa.
Al irse Marín del restaurante, pasó a despedirse a la mesa en la que Rodríguez terminaba de comer con un par de invitados. Francisco Rodríguez le espetó que contario a lo que él lo acusaba “en su libelo”, él –Rodríguez- no había recibido la información sobre Scherer Jr, a quien Carlos Marín llamaba “mi sangre”, pero que él sí podía sostener que Marín había recibido del gobierno, vía Martha Sahagún, la dirección de Milenio que pocos días antes había abandonado, por presiones de la misma señora, el periodista Raymundo Riva Palacio. Cuenta Rodríguez que Carlos Marín quedó mudo. Ya no respondió.
Desde entonces el autor de Índice Político se reserva su opinión sobre Carlos Marín.

Los primeros pasos

Francisco Rodríguez ejerce el diarismo desde 1977, cuenta que el oficio siempre le llamó, le atrajo:

De niño fui muy introvertido. Mis hermanos practicaban distintos deportes y yo me la pasaba leyendo. El periodismo me llamo siempre la atención. En mi familia siempre se ha leído el periódico y en consecuencia me convertí en lector de diarios y de libros  desde muy joven pues me llamaban mucho la atención las noticias.

Y desde muy joven se decidió estudiar para ejercer profesionalmente este oficio, el columnista cuenta que entre sus maestros se encontraban el periodista Miguel Ángel Granados Chapa y el poeta y periodista Hugo Gutiérrez Vega:

Ya en mi época de estudiante universitario fui un observador. El movimiento estudiantil del 68 me toca cuando estaba en la preparatoria. Luego en la facultad, las clases eran interrumpidas por estudiantes que pedían la palabra para cederla a grupos de campesinos u obreros que explicaban lo que les sucedía. Estudiaba la carrera de comunicación social en la facultad de ciencias políticas de la UNAM.

Trabajó en la legendaria revista Siempre!, entonces dirigida por don José Pagés Llergo, aunque de éste, Rodríguez dice que no era su modelo a seguir pues “Lo que pasa es que no era el periodismo que a mí me gustaba hacer, a mí me gustaba hacer el tipo de periodismo que hacía Miguel Ángel Granados Chapa, el análisis”.
Inquieto, curioso, Francisco Rodríguez dedica todo el tiempo que puede a su labor. Su oficina es austera, no hay pinturas, sólo escritorios en donde trabajan 3 personas, también hay un generoso archivo en carpetas y muchas revistas. El columnista describe su manera de mantenerse informado:

Desde las seis de la mañana leo los medios por internet. En este orden: El Universal, Reforma, Milenio diario, Excélsior, La Jornada. Semanalmente Proceso, ya no tan seguido Siempre! Mensualmente Nexos, Letras Libres, Etcétera, por otro lado estoy al pendiente de las versiones on line de The New York Times, El País y cada vez más frecuentemente Los Ángeles Times.

Algunos puntos de vista

¿Cómo define al periodismo mexicano?
Como la actividad social profesional que trata de reflejar lo que acontece en la sociedad para que la sociedad misma lo conozca.

¿Qué es el columnismo político en México?
El columnismo político se ha deformado para convertirse en éstos momentos en una especie de ariete(s) de grupos políticos en los cuales algunos de mis colegas se prestan para servir como tales. Son golpeadores del contrincante de aquel al que están afiliados.

 ¿Cómo ve actualmente el periodismo?
Una práctica de “opinionitis”. Mis compañeros que cubren las fuentes informativas se han dedicado exclusivamente a recoger opiniones –no siempre calificadas- de los llamados actores políticos en torno al discurso o la declaración de otro político o funcionario que tampoco está capacitado para hacer declaraciones.

Desde su punto de vista ¿dónde estuvo el error? ¿dónde se perdió la brújula?
En los propios medios. Los medios dejaron de contratar a periodistas profesionales y por ende, desprofesionalizaron al periodismo. Influyen también los malos salarios, son muy bajos. La falta de preparación de los trabajadores de los medios o la poca exigencia para quienes ejercen el oficio. Fueron convirtiendo al periodismo en un amasijo de declaraciones.

¿Para ser buen columnista hay que ser antes un buen reportero? ¿cree usted que es necesario?
No necesariamente. Hay excelentes columnistas que nunca fueron reporteros, ahí está el maestro Miguel Ángel Granados Chapa. Sin lugar a dudas reportear sirve, funciona. El columnismo es reportear pero ya no con grabadora en mano ni en la banqueta sino generalmente en la mesa de un café o de un desayuno político pero estas reporteando permanentemente.

Carlos Marín ha comentado que los columnistas son chismosos ilustrados, cultos, ¿comparte esta opinión?
Me reservo mi opinión sobre las opiniones de Carlos Marín.

¿Se divierte siendo periodista, lo goza, lo disfruta?
Si, definitivamente. La actividad que no es lúdica, que no te deja alguna satisfacción que el sentarte frente a la pantalla o monitor –antes frente a una hoja de papel- y no te provoca un gozo no es una profesión que puedas disfrutar y de la que puedas sacar provecho.

Ejerciendo la profesión

Francisco Rodríguez inicia como periodista en la última parte de la década de los setenta en la revista Mañana, que fue fundada por Regino Hernández Llergo y José Pagés Llergo en 1943, y que tenía un claro perfil informativo de derecha. El doctor John Mraz, investigador de la Universidad de Puebla y que ha hecho varios estudios sobre Hernández Llergo, sostiene que la posición ideológica de la revista Mañana, “fue el presidencialismo y la adulación del titular en turno. Las giras, los banquetes, las inauguraciones de obras públicas, las reuniones, las condecoraciones otorgadas por gobiernos extranjeros, y en cualquier número de actividades presidenciales que llenaban sus páginas. En realidad, una cuarta parte de los artículos ilustrados que se publicaban en estas revistas giraban en torno a alguna actividad del presidente, y se dedicaban números enteros, sin duda pagados con fondos del gobierno, a su figura”.
El director de la revista Mañana era Daniel Morales Blumenkron, que en los años 50, de la mano del gobierno alemanista y ruizcortinista se convirtió en un fuerte empresario periodístico. En el libro Prensa vendida de Rafael Rodríguez Castañeda se lee que: “… de los talleres de publicaciones Mañana salían, además, otras revistas, como Cine Mundial, el único cotidiano especializado en espectáculos”. En la década de los cuarenta, la revista gozó de su mejor época pues colaboraban en ella personajes como Salvador Novo, Luis Spota, Fernando Benítez, Luis Suárez y Vicente Vila. En libro de Rodríguez Castañeda también se apunta sobre los últimos tiempos de Mañana: “el periodismo oficialista se volvió obsoleto, Mañana perdió lectores y sobrevivió gracias a las gacetillas oficiales”.
            Francisco Rodríguez recuerda sobre sus inicios:

Estando en la facultad comencé a trabajar en las oficinas de prensa por recomendación de mis propios profesores, quienes me llevaron a estas oficinas. Después trabajé en la revista Mañana ya desaparecida. Trabajé en un par de oficinas del gobierno, Inmecafé y en la representación del gobierno de Nuevo León. Luego intenté con otros colegas hacer una especie de representación periodística, cuando no se utilizaban, y trabajamos para organismos de la iniciativa privada como la Concanaco y finalmente en mayo del 77 ingresé al Heraldo de México a practicar diarismo, con buena suerte, dicen que no hay reportero sin suerte, y a los dos meses de haber ingresado me asignaron a escribir la columna política Café político.

El Heraldo de México nació en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz. Gabriel Alarcón era el quién encabezaba el proyecto y a un grupo de empresarios, todos ellos de Puebla. Los Alarcón pertenecían a una poderosa familia de ideología de derecha y muy conservadora. Su primera portada fue dedicada al Señor Presidente. El apellido de la familia Alarcón, por medio de su periódico, estuvo ligado a los priístas en el poder. Cuando el PRI perdió las elecciones en 2000, el diario cerró sus puertas tres años después. En El Heraldo surgieron muy buenos periodistas que se la jugaban por un periodismo que intentaba desatarse de su historia oficialista, pero a pesar de sus esfuerzos, el diario servía al poder, Jacinto R. Munguía cuenta en su libro La otra guerra secreta que El Heraldo “ofrece uno de los mejores registros de la historia del movimiento estudiantil de 1968, dónde las fotografías plantean toda una línea editorial y una toma de posición del periódico respecto a los estudiantes y el poder”.  
La historia era un poco distinta en 1977, el columnista Rodríguez recuerda de aquellos años su redacción y a su Jefe de información, todo un equipo de trabajo que salía a ganarse a los lectores cada día:

El jefe de redacción era José Pablo Robles Martínez a quien le decíamos El profe, ahora es un editor de periódicos en Veracruz. El jefe de información era José Fonseca quien a mi salida de El Heraldo de México se queda con la columna Café Político y que actualmente la sigue escribiendo. Estaba Pedro Camacho que luego fue subdirector del diario. Estaba Jesús Saldaña que cubría la presidencia de la República. Raúl Rodríguez Cortés que ahora es columnista y que entonces cubría el aeropuerto. José Antonio Pérez Estuart que iniciaba una práctica que hasta entonces no había en México y que era escribir una columna económica. Nos divertíamos mucho en El Heraldo. Junto con Joaquín Roura, Raúl Rodríguez Cortes, Fermín Vázquez Legaría hacíamos grupos de baile y bailábamos en la redacción, poníamos coros de música, una redacción muy divertida y trabajadora.

El columnista enfatiza:

Quiénes ejercimos el periodismo hasta antes del año 2000, no solamente criticábamos al PRI y a los presidentes emanados de ese partido, éramos capaces –y te lo digo con las pruebas en la mano- de que en un periódico como El Heraldo de México, de filiación derechista, de poder introducir información del Partido Comunista Mexicano en su momento. Recuerdo grandes discusiones con los señores Alarcón porque yo escribía sobre el PCM y les decía que no podíamos cerrar los ojos. Y mucho menos en la reforma política que impulsaba entonces don Jesús Reyes Heroles, en donde les otorgaban el reconocimiento como partido y no nos podíamos negar a la existencia de un partido como el comunista. Y a regañadientes aceptaban y se publicaban notas u opiniones de Arnoldo Martínez Verdugo, del maestro Valentín Campa y de todos aquellos que en aquella época estaban en el Partido Comunista Mexicano. Conseguíamos más en aquella época de lo que consigue hoy. Hoy escribir de López Obrador es peor que escribir de los comunistas en algunos medios.


Algunos puntos de vista II

Después de entrevistar a varios reporteros y columnistas me da la impresión de que el periodismo es un trabajo solitario, ¿usted qué piensa?
Si, y no. Es solitario porque cuando te sientas en frente del monitor nada más eres tú. Puedes tener colaboradores que te traigan información o que te la organicen pero al momento de escribir lo realizas exclusivamente solo.

¿Para qué sirve el periodismo?
Fundamentalmente para informar y para que la gente con la información en su poder pueda tomar decisiones.

¿Cree en el periodismo objetivo?
No. No lo hay.

¿Qué hay entonces?
Es un periodismo humano. El periodismo objetivo tendría que ser hecho por ordenadores, incluso ahí habría subjetividad porque estaría basado en lo que el programador puso en la computadora.

¿Qué tan importante es tener una firma que respalde al reportero?
Es importante, pienso que los reporteros y periodistas tenemos un nombre de casados, somos “Francisco Rodríguez de…” tal o cual diario y para algunos se convierte en un verdadero trauma quedar viudos o divorciados. Esta el mal del vidrio, que es el de aquellos colegas que fueron “televisos” que se quedan permanentemente frustrados o no se sienten a gusto en ningún otro medio por estar hechos a imagen y semejanza de Televisa. Dejan de ser o pertenecer a Televisa y se les viene el mundo encima o de otras firmas como los que dejaron de ser de Excélsior–hace casi cuatro décadas- y viven con eso.

¿Por qué cree usted que en México este tan devaluado el ser free lance?
Porque no te compran tu trabajo los medios más importantes. El trabajo te lo van adquiriendo publicaciones que están en una etapa de consolidación o de despegue. Yo no conozco un solo caso que un medio “prestigioso” que compre el trabajo de un free lance.

Pero los columnistas son una especie de free lance, ¿no cree? Volviendo al tema, cito –por segunda vez- al periodista Carlos Marín: las columnas echan a perder el oficio periodístico, sobre todo el reporteril, ¿está de acuerdo?
Si, aunque la columna se ha convertido en el refugio de muchos que pierden su empleo de reporteros al perder su empleo de reporteros se dedican a hacer columnas opinativas o descriptivas de lo que sucede en la nación. Hay todo tipo de columnas, aquellas que de principio a fin reproducen los boletines de las dependencias oficiales; otras en las cuales los firmantes se atreven a dar su opinión pero es una opinión muy personal y no siempre bien informada. Una de las grandes fallas es la falta de preparación de nosotros mismos en donde no hacemos mucho por tratar de superar esas trabas. Hubo columnas en nuestro país que eran la repetición de los boletines o de las notas del mismo periódico en donde aparecían estos espacios de opinión.

Tengo la impresión de que después del año 2000 el periodismo mexicano se rediseñó ¿cómo ve el periodismo que se ha hecho desde entonces?, los diarios cambiaron el formato, introdujeron el color en sus páginas, los textos se hicieron más breves, las columnas se hicieron más light, todo cambio a base de que el lector buscaba más la imagen que el texto.
El homo videns sartoriano. El cambio de formato lo realizaron diseñadores como Danilo Black para tratar de empatar lo impreso con lo electrónico, que el monitor se trasladara al papel, y en los hechos sacrificaron los contenidos, no solo los convirtieron en breves sino en light. Privilegiaron la imagen –que no son las mejores por cierto-, lo que nos presentan como imagen no deja de ser exactamente la misma pasarela que veíamos en el pasado priísta. Los medios se han convertido en la pasarela de linchamiento o lucimientos de los políticos y nada más. No son la gran imagen de la sociedad.

La libertad en el periodismo

De El Heraldo de México, Francisco Rodríguez se fue al diario Ovaciones, que comenzó siendo un diario taurino en 1947 y tres años después, Fernando González lo compra y le adiciona información general. En 1993 el diario fue adquirido por Grupo Televisa. Francisco Rodríguez trabaja 10 años en el diario en donde llega a ser su director. De Ovaciones su aventura continuaría en El Economista.
El Economista nació el 5 de diciembre de 1988 gracias a la iniciativa de Luis Enrique Mercado, periodista financiero y Martín Casillas de Alba quienes se asociaron con un grupo de 10 empresarios, fue un diario que haría la competencia a El Financiero. En el libro La prensa en los jardines, de Raymundo Riva Palacio, se lee que “Durante el sexenio salinista, se estimuló el nacimiento de El Economista, en el cual el gabinete económico tendría una vía de expresión pública”, es ahí donde nace la columna Índice Político, el columnista recuerda así este hecho:

Mi primer columna fue Café político de El Heraldo de México que la escribí durante cerca de cuatro años. Cuando salgo de El Heraldo de México tenía los deseos de hacer mi propia columna y fue una decisión de la noche a la mañana. Era un jueves, cuando se publica mi último Café político y ese mismo día en la tarde ya escribía Balcón político que se publicaba en Ovaciones, en la segunda edición. La escribí aproximadamente 10 años, tiempo que permanecí en ese diario como columnista. Luis Enrique Mercado me invita a fundar junto con otros compañeros El Economista, ahí nace Índice político que iba a ser la única columna política de ese diario en medio de las columnas financieras y de los índices financieros, yo pensé que el nombre de Índice Político era un título indicado.

De El Economista, su aventura continúa en El Sol de México, de Mario Vázquez Raña y después en El Universal, de Ealy Ortiz, como columnista. 
Siendo columnista Francisco Rodríguez ha visto de todo, y no han sido pocas las veces que su quehacer lo ha metido en dificultades. La periodista Isabel Arvide cuenta que don Paco, como lo llaman sus radioescuchas, “En tanto tiempo de escribir, sí tuvo una confrontación mucho más peligrosa, especialmente por el uso indiscriminado e inmoral del poder que se hace en la oficina, con el Secretario de la Defensa Nacional que no pasó a mayores en la época del PRI”. Pero en 2002 el columnista fue demandado por el entonces presidente de Acción Nacional, Luis Felipe Bravo Mena, y se las tuvo que ver en los juzgados ante el poderosísimo bufete de Lozano Gracia y Fernández de Ceballos. El columnista recuerda sobre ésos días:

En torno sobre la libertad de prensa y de la que se habla mucho a partir del 2000 como parte aguas, eso es una falacia. Es la más grande que tenemos en el medio periodístico porque –y cito a Sartre, que decía con respecto a la segunda guerra mundial, yo, diría con respecto al priiato, con respecto al panato-, “éramos más libres cuando estábamos encadenados”.

Y abunda:

Personalmente realicé más críticas al presidencialismo mexicano con José López Portillo –que fue el primer presidente al que me toca ya como diarista tener como objetivo de crítica- que ahora con las críticas que he realizado a Felipe Calderón o con Vicente Fox en su momento. Cuando uno criticaba al presidencialismo lopezportillista o salinista o zedillista nunca tuve represalias personales. En cambio apenas inició el sexenio de Fox, sobre mí se vinieron auditorias fiscales, demandas penales, amenazas nada veladas y despidos de medios de comunicación y una especie de estar fichado para que ningún medio de los llamados nacionales me contrate. Eso de la libertad después de la transición política es una falacia. Lo vemos, los colegas son muy libres ahora para aplaudir a la administración actual y para criticar a los que están enemistados con la administración federal, esa es la libertad de la que ahora gozan.

No es lo único que Francisco Rodríguez ha tenido que sortear en su trayectoria periodística, en noviembre de 1982 –cuenta Raymundo Riva Palacio en su libro-, “es dado a conocer el expediente de acusatorio contra Miguel Lerma Candelaria, en dónde se involucra a personajes de la política, liga justicia y el periodismo oficial de más de un año. Algunos periodistas que aparecieron en la lista son: Francisco Rodríguez, Manuel Mejido y Juan Bustillos (director de Impacto). El periodista Julio Scherer García, da una versión de esto en su libro El poder, historias de familia.
            Sobre Miguel Lerma Candelaria y éstos hechos, en el libro Prensa Vendida de Rodríguez Castañeda, se lee: “Desde hacía tiempo, era público que Lerma Candelaria había aprovechado su cargo de subdirector del Banco de Crédito Rural para cometer un multimillonario fraude, canalizando el dinero de ésta institución financiera para beneficiar a un amplio grupo de periodistas y funcionarios gubernamentales, a quiénes regaló departamentos, casas, viajes, joyas y cantidades en efectivo”.
            Don Paco,  expone sobre este asunto:

Los “sobornos” fueron un préstamo de 250 mil pesos, que liquidé en el plazo de un año. Y una camioneta Ford, puesta a mi nombre, pero que en realidad fue un regalo de Lerma a Juan Bustillos. Lo demás son historias inventadas.

El periodista Francisco Rodríguez también ha incursionado en programas de radio y de televisión. Del año 2003 al 2008 mantuvo un programa al aire en Radio Capital. Durante este tiempo, el columnista fue muy crítico a los gobiernos panistas, además, abrió sus micrófonos al dos veces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y a su movimiento en contra de lo que él llamó “Fraudes electorales”. Francisco Rodríguez se ganó el cariño de quienes concordaban con las ideas del tabasqueño.
En septiembre de 2008, el periodista Álvaro Cepeda Neri escribió en su columna en la revista Contralínea que: “Se acumulan ya los agravios (…) y los ataques de la burocracia panista-calderonista contra las libertades de prensa, en la radio y la prensa escrita, mediante amenazas-chantajes a los concesionarios, y presiones a los editores. (…) Están a la orden del día las inquisiciones administrativas, de la pinza (Juan Camilo) Mouriño-Cortázar (Maximiliano), mediante la manipulación de la publicidad oficial –del ‘no te pago para que me ataques’ al ‘te pago para que no me critiques’– y que es la manera calderonista para aislar a quienes, con el periodismo oral y escrito, se atreven a investigar e informar veraz y contrastadamente, y a hacer análisis y crítica. Ahora Mouriño, el contratista de Petróleos Mexicanos (exhibido documentalmente en Contralínea y Proceso), por medio de la subsecretaria de medios Irma Pía, gestiona, con la clásica amenaza velada de retirar la publicidad oficial y hasta llegado el momento la concesión de Radio Capital, la cancelación del programa radiofónico, de información y opiniones (con micrófono abierto para la libertad de expresión de los radioescuchas), que dirigía Francisco Rodríguez. Llevaba éste cuatro años al aire. (…) Mouriño hizo uso de sus caprichos para abusar del poder y ordenó la cancelación del programa radiofónico de Francisco Rodríguez. Este periodista ejercía sus derechos constitucionales, pero Mouriño-Pía dejaron caer la guillotina de la censura vía inquisición administrativa. Y salió del aire radiofónico el programa Índice político. Los calderonistas, como en el caso de su fallida contrarreforma petrolera, le sacan la vuelta a la Constitución para sus ataques a la prensa que es contrapoder”.
            Sobre esto, don Paco narra:

Radio Capital me deja. La versión que me da el concesionario fue esta: me había pedido que no criticara al señor Juan Camilo Mouriño, en ese entonces secretario de Gobernación, y yo respete ese acuerdo. Cuando se produce una información del IFAI en donde se habla del número de contratos que mantenía su familia y él mismo con Pemex yo di la información tal y como venía en el boletín y eso bastó para que me pidieran mi renuncia, ante la desobediencia de no criticar a Mouriño, que no era ni critica sino una información de boletín. Entonces el concesionario me pidió esa tarde que ya no transmitiera mi programa.

A partir de 2006, nace Índice Político Tv, que son vídeocolumnas de Francisco Rodríguez que se transmiten en los espacios de Tv Azteca, de Ricardo Salinas Pliego, principalmente en la señal de Proyecto 40, antes CNI.
A la señal de Proyecto 40 fue invitado Francisco Rodríguez por el “propietario de la concesión”, Ricardo Salinas Pliego. El columnista explica:

Con Ricardo Salinas Pliego había tenido un acercamiento cuando yo publicaba en El Universal que fue una época en la que destape varios asuntos que estaban ahí muy ocultos y que se convirtieron en escándalos. Ricardo me invito a realizar un programa de televisión en donde también destapara asuntos escandalosos. Nunca se concretó nada por circunstancias ajenas, entre ellas, mi despido de El Universal por órdenes de Vicente Fox y yo creo que Salinas no se quiso arriesgar. Cuando arranca Proyecto 40 me llama y me dice: “oye creo que podemos hacer televisión juntos, ¿qué te parece? vamos a hacerla” y así fue.

Proyecto 40 emergía, pero nacía de lo que fue un “despojo” o “un robo” de la señal “a mano armada de la peor manera gánsteril”, según palabras de Ciro Gómez Leyva. En ésos momentos, Francisco Rodríguez escribió sobre la muy particular forma en que Ricardo Salinas Pliego se hizo del Canal 40, lo que se conoció como el “chiquihuitazo”, éste hecho lo condenó en sus columnas en donde fue muy crítico, pero en éstos momentos trabaja con el empresario regiomontano. El columnista aclara:

Desde luego fue un error. Nunca debieron haber tomado unas instalaciones así como lo hicieron pues porque en México prevalece el Estado de Derecho. En lo personal creo que a Ricardo le asiste toda la razón en haber obtenido la concesión que estaba en prenda debido a un préstamo de 25 millones de dólares que el señor Moreno Valle nunca quiso pagar. Luego Moreno Valle se hizo la víctima y como en este país es muy rentable hacerse la víctima pues ahí sigue todavía como tal. Es un bandido. Yo tengo noticias de él en todos los sentidos y el señor es un bandido.

Para Rodríguez está claro en lo que refiere a Salinas Pliego y el Chiquihuitazo, pues explica que “ladrón que roba a ladrón…” y traza una opinión sobre el empresario de Monterrey también:

Salinas Pliego es un empresario arriesgado. Ha construido todo un imperio financiero, de telecomunicaciones que por supuesto lo hizo como lo hace cualquier empresario en México, con apoyos gubernamentales en algún momento pero también enfrentando al gobierno. Es un empresario como debería haber más en México.

Actualmente Índice Político Tv se ve en las señales de Tv Azteca, Francisco Rodríguez tiene un espacio en radio en el programa de Lilia Arellano tres veces por semana. Y su columna se puede leer en varios estados de la República.

Algunos puntos de vista III

Para usted, ¿Cuál es el problema del periodismo en México?
El problema del periodismo en México es que no se hace periodismo para la gente sino para los políticos. Los periódicos, las revistas son un reflejo de lo que sucede en la política misma: los políticos hablan de los problemas de los políticos no de los problemas de la gente. Si tú observas el discurso de los políticos estadunidenses es totalmente diferente del de los mexicanos, un ejemplo, los informes de gobierno de Barack Obama. En todos ellos se habla de los problemas de la sociedad, no de la política. Tú lee cualquier texto de cualquier político mexicano, se habla del problema de las alianzas, de las reformas políticas, de las prerrogativas, etc.

¿Qué le propone a los telespectadores, a los radioescuchas con su periodismo? ¿Qué le propone a “el periodismo” como periodista?
Intento introducir temas que antes no eran tratados en los medios electrónicos, no es fácil, hay que negociar mucho con los encargados de la sección editorial primero y luego a veces me ha tocado que he tenido que negociar más arriba todavía.

¿Cuál es la diferencia de Índice político tv a otras opciones?
Mucho menos de lo que ofrecen algunos colegas, por ejemplo, para empezar en tiempos, Raymundo Riva Palacio tiene mucho más tiempo del que yo tengo, en menos de tres minutos yo tengo que sintetizar una información que Riva Palacio o Fernández Menéndez tienen espacios mucho más grandes para hacerlo. Esa es mi primera limitación. La segunda, hay que ser mucho más cuidadoso. Si cuando uno trabaja en un diario hay que ser cuidadoso ya que los editores tienen convenios con dependencias y en el caso de los medios electrónicos todavía es más difícil porque la concesión depende del poder público, se criticaba mucho al PRI, en su momento, de que tenía controlada a la prensa porque a través de Pipsa se les daba o no papel. Ahora la censura es mayor, porque la concesión depende del gobierno y son los medios electrónicos en donde la gente se informa cotidianamente. Es mucho más riesgosa la censura y el control que ejerce el gobierno sobre estas.

Del periodismo escrito al electrónico, ahora todo periodista es multimedia. Los que estaban en prensa escrita ya están en la televisión, radio e internet y esto a su vez les hace ganar presencia pero si están en tantos lados, a todas horas, uno se pregunta: ¿a qué hora reportean?
Es una forma de cooptación, es cierto. Muchas veces el trabajo de la televisión se condiciona al trabajo periodístico impreso. La aspiración –legítima- de un buen comunicador es ser multimedia, esto es estar en prensa escrita, en radio, televisión e internet, sobre todo en esta época, pero hay que tener cuidado de que una cosa no condicione la otra. Hay colegas que están todo el día en todos lados. En la mañana uno se despierta con sus textos, y enciende la tv y ahí están, por la tarde en radio, en la noche en sus informativos, y luego en internet, en fin, se ve la falta de tiempo para reportear, disminuye el trabajo periodístico y la calidad.

Y el caso contrario, es decir, los que estaban en televisión ahora están en la prensa escrita y desde ahí se ve que el oficio de escribir, de tratar la noticia desde el papel es distinto a los formatos y herramientas que ofrece la televisión. ¿No lo ve así?
Es lo mismo, ser multimedia. Aunque se ven muchas más limitaciones de quienes pasan de lo electrónico a lo impreso, escribir es distinto, tiene otros tiempos y otros ritmos. Escribir implica mucho más reflexión y capacidad de análisis, un uso del lenguaje porque es un testimonio que queda impreso, que simplemente hablar como tarabilla, hay muchas limitaciones.

Usted es considerado un periodista cercano al movimiento de Andrés Manuel López Obrador. Simpatizó con su movimiento…
Si, fue una reacción a lo que considero todavía como un fraude electoral mayúsculo. Mi reacción fue más que nada por el fraude electoral.

¿Por qué sigo sintiendo que como lector, radioescucha o espectador, ustedes, los periodistas de su generación, nos deben tanto, es decir, reportajes, historias no veladas, trabajo periodístico, las grandes historias que no nos han contado?
Te repito, somos ágrafos. Tengo una novela que llevo escribiendo desde hace diez años y según las circunstancias la voy posponiendo. El trabajo periodístico te consume todo el día. Escribo alrededor de 3000 caracteres todos los días pero esos 3000 me consumen las 24 horas, en la revisión de la información, corrección, reporteo, etc, me consume todo el día y te deja muy poco para producir.

¿Qué piensa del periodismo militante?
Respetable. He de decir que el periodismo militante es el más sectario de todos pues solamente sus razones son las válidas.

Manejo la hipótesis de que los intelectuales y académicos poco a poco se apropiaron de los medios de comunicación, los hicieron a su imagen y luego abrieron los espacios para que los políticos hicieran una especie de ideario. El mundo al revés.
Sí, de alguna manera es cierto. Eso sucede durante el mandato de Miguel de la Madrid cuando los políticos comienzan a escribir en las editoriales de los diarios. A varios les dije que ahora que ellos tomaban nuestros espacios que nos dieran chance a nosotros de tomar decisiones en sus dependencias. Creo que no está bien que los políticos ocupen espacios en los medios de comunicación. Como tampoco estaría bien que los profesionales de la comunicación tomáramos decisiones políticas.

 ¿Y a los académicos e intelectuales?
Hay que tener espacios para ellos, de hecho los tienen y los han tenido. No todos los espacios como actualmente está. Un problema de la clase política mexicana es que es ágrafa, no escribe. En cualquier otro país, sobre todo en Europa, cualquier político que ha ocupado un escaño por humilde que sea éste, pues, el político escribe sus memorias o dan a conocer lo que sucedió en el país mientras ellos vivieron en el centro de la política misma. En México los políticos no escriben, por ejemplo, a mí me hubiera gustado saber que sucedió o como fue la presidencia de Carlos Sansores en el PRI. No tenemos ningún conocimiento de cómo fueron esas épocas. Nada. Actualmente tampoco, no existen las autobiografías de los políticos. Otro ejemplo, Cesar Nava, ¿qué hizo? ¿qué no? ¿por qué? ¿cuándo? ¿por qué esa política de escándalos para ocultar los propios? No nos enteramos de nada. Y el que escriban en los medios de vez en cuando pues te da una idea de lo que está sucediendo en cuestión mediática.

¿Qué es lo que hace ahora Francisco Rodríguez?
Continuar con el vistazo diario a la realidad mexicana. Terminar mi novela El hijo de Marilyn Monroe. Algún trabajo más serio. Incursionar en los massmedia, estoy en un programa en la televisión veracruzana. Intento hacer una columna política en la televisión. Chismecitos rápidos, tres o cuatro chismecitos todos los días, columna a manera de introducción para poder llegar a hacer una cosa más elaborada posteriormente. ¿Quién comió con quién, por qué, etc.? De este tipo de información, como está la campaña de fulanito, en fin.

¿Voltea a ver otros formatos noticiosos: CNN, El Clarin, BBC, etc.?
No. El formato de Carmen Aristegüi en las noches en CNN es muy interesante pero es pesado, sobre todo porque tienes otras ofertas en la televisión en ese momento. Milenio televisión ha venido a trastocar un poquito lo que veníamos haciendo. Milenio tv es un periodismo interesante, propositivo, aunque no es lo mismo que hacen en el diario.

¿Cómo describiría a los siguientes personajes periodísticos?:
Julio Scherer: Marco un hito en el periodismo mexicano en el Excélsior de las décadas de los sesenta y setenta. Intentó repetirlo en Proceso pero no lo logró porque México no es un país de lectores. Su revista con muchos altibajos, da campanazos de vez en cuando. Él por supuesto sigue dirigiendo la revista tras bambalinas pero casualmente. En congruencia yo creo que al maestro Scherer le falló. Tengo un amigo que dice que los periodistas dejamos de serlo cuando nuestros hijos crecen y creo que fue el caso de Julio Scherer.
José Pagés Llergo: Fue un maestro en su época, desafió a los gobiernos de Miguel Alemán y de Adolfo Ruiz Cortines pero a fin de cuentas terminó en la misma situación que el maestro Julio Scherer, dejo de ser periodista cuando sus hijos crecieron.
Manuel Buendía: El cliché. El mártir del periodismo. Innovo la columna política. Gran investigador, gran periodista, un caso irrepetible. No hay otro Manuel Buendía en este momento y no se ve en los horizontes.
Miguel Ángel Granados Chapa: Mi maestro, modelo a seguir, con debilidades humanas. La del protagonismo y su filiación partidaria incluso como candidato a gobernador del PRD en Hidalgo que le resto puntos en un sector importante de la sociedad. Pero mi maestro sin duda alguna.
Jacobo Zabludowsky: Cruzó el Jordán. Hoy ejerce el periodismo y demuestra que se puede ser periodista sin pertenecer a ninguna empresa. Gran periodista que demuestra tener trayectoria propia.
Raymundo Riva Palacio: Un gran colega, amigo, investigador. Sus columnas son profundas con espléndidos contactos sobre todo en el área de seguridad.
Carlos Ramírez: Mi compadre, tuvo su momento de brillo, fue referente. Hoy, por alguna circunstancia su trabajo se ha diluido.
Carlos Marín: Me guardo mis opiniones sobre Marín y su trabajo.
Carlos Payan: Innovador del periodismo, sobre todo cuando trabajamos en ese Unomásuno que todos recordamos y que lamentablemente por otras cuestiones se perdió, lo intentó repetir en La Jornada pero falló.
Manuel Becerra Acosta hijo: Gran periodista en su momento pero con demasiados compromisos con el poder.
Carmen Lira: Sectaria. Periodismo militante.
Juan Francisco Ealy Ortiz: Empresario de la comunicación que ya no está en sus mejores momentos.

Pablo Hiriart Lebert: Hace rato hablábamos de los periódicos y periodistas que son arietes de los políticos, Pablo es un gran ejemplo de esto, ariete del salinismo.


*Fotografía tomado de elheraldoslp.com.mx