viernes, 17 de mayo de 2013

Periodistas. Ignacio Rodríguez Reyna

Ignacio Rodríguez Reyna, la historia de un editor.
Por Abraham Gorostieta

Ignacio Rodríguez Reyna es un periodista de amplia trayectoria. Ha sido reportero, editor, corrector de estilo, Jefe de reporteros de investigaciones especiales y director de distintos semanarios. Es un hombre alto, de cabello entrecano y de amplia sonrisa. Generoso en su tiempo y atento. Cuenta que desde niño fue muy inquieto, de adulto lo sigue siendo. En 2006, como moderno Jasón, emprendió una travesía acompañado de jóvenes reporteros y calados editorialistas –sus argonautas- y juntos formaron una revista cuyo nombre es muy llamativo: Emeequis. Jasón tenía un objetivo claro: el vellocino de oro. Ignacio también: Un periodismo dinámico y responsable que sea útil para sus lectores.
Y así como la aventura de los argonautas tuvo éxito, la aventura de Rodríguez Reyna ha ido cosechando éxitos y galardones. Bajo su dirección, Emeequis ha dado muy buenos reportajes. Sin dudarlo, podemos decir que es la revista más premiada en México: Premio nacional de periodismo 2006, Premio nacional de reportaje sobre biodiversidad 2007, Premio Latinoamericano de periodismo 2007, Premio Latinoamericano de periodismo Biodiversidad 2007, Premio nacional de periodismo 2007, Premio nacional de periodismo cultural Fernando Benítez 2007, Premio nacional de periodismo Rostros de la Discriminación 2008, Primer premio Iberoamericano de periodismo joven 2008, Premio Every Human Has Rights 2008, Premio nacional de periodismo 2008, Premio nacional de periodismo Rostros de la Discriminación 2009, Premio nacional de periodismo 2009, Premio nacional de periodismo 2010, Premio nacional de periodismo y Literatura 2011, Premio nacional de periodismo Rostros de la Discriminación 2011, Premio de periodismo Rey de España 2011, Premio Ortega y Gasset de periodismo 2012, Premio Nacional de Periodismo 2012, XI Premio de Periodismo de investigación en Biotecnología, Premio SIP a la excelencia periodística 2014, entre otros.
Ignacio Rodríguez Reyna es un periodista reconocido por su trabajo, así lo dice el escritor y periodista José Martínez “Ignacio es un hombre que ejerce un periodismo ético. Es muy talentoso, periodista comprometido, audaz, buen reportero con dotes de editor”. El doctor Raúl Trejo Delarbre, uno de los investigadores más serios que analiza desde hace varias décadas a los medios de comunicación opina sobre el director de Emeequis: “Conocí a Ignacio Rodríguez Reyna cuando, muy joven él, era uno de los reporteros en el semanario Punto, una modesta pero en su tiempo leída publicación que dirigía Benjamín Wong Castañeda. Más tarde coincidí con él en La Jornada y seguí su trayectoria en El Universal. Desde entonces me llamó la atención su afán de búsqueda, que se traduciría en el empeño para hacer periodismo de investigación. Esa inquietud ocasionó su salida de El Universal y la fundación de emeequis, que se ha distinguido por tratar de ir más allá de las apariencias en la cobertura de asuntos públicos. Como colaborador que fui de Emeequis puedo dar cuenta de su respeto absoluto hacia los textos que le entregaba y él publicaba. Espero que en su nueva etapa la revista mantenga ese afán por la investigación”.
            Un vistazo a los gustos musicales de Ignacio nos acerca a su personalidad: Jorge Drexler, Yo-yo Ma, Astor Piazzolla, Led Zeppelin, Diana Krall, Depeche Mode, The Cure, The Doors, Janis Joplin, Gustavo Cerati, Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute, Celia Cruz y Deep Purple, entre otros, nos dice algo de este ecléctico periodista.

De psicólogo a reportero.

La sonrisa siempre en el rostro. El periodista no deja de dibujarse una amplia sonrisa. Sentado apoya los codos sobre su –ordenado- escritorio. Junta las manos. Cierra por un instante los ojos y recuerda a su padre, Gabino Rodríguez, ciclista olímpico: “Mi padre fue deportista de alto rendimiento. Jugaba en las olimpiadas, era ciclista. Fue campeón centroamericano y panamericano. Participó en las olimpiadas de Londres”, cuenta Ignacio, a la vez cruza los brazos y se echa para atrás recargándose en su sillón. La sonrisa no se borra de su rostro pero es una sonrisita, apenas dibujada, de orgullo.
Le pido un recuerdo de su infancia. Lo piensa unos instantes y pronto agrega:

Una escena, la recuerdo y es en la que yo cantaba junto con mi padre la canción de ‘Cuando calienta el sol aquí en la playa’ en voz de Javier Solís. Mi padre era un hombre muy reservado. Callado. Poco afectivo. Entonces cuando cantábamos esa canción era muy padre, no la sabíamos completita. Es un recuerdo que aprecio mucho.

“Inquieto”, es lo primero que responde cuando se le pregunta cómo era de niño. Sonríe y continúa: “En la primaria, los maestros y director llamaban a mis padres para decirles los estropicios que había hecho”. Voltea a ver al entrevistador, nuevamente sonríe: “En la secundaria, igual, con reportes de travieso –somos así todos ¿no?-. Al mismo tiempo,  con un buen desempeñó académico (suspira), cosa que alivianaba mis travesuras y que no me expulsarán. Porque muchas veces estuve a punto de ser expulsado”.
            De joven dice haber sido un “estudiante estándar”. Ya había pasado la época en las que las travesuras ocuparan su tiempo.  A final de su paso por la preparatoria empezó a interesarse en el periodismo “a querer ser periodista”. Al final, estudió psicología:

Nuestro sistema educativo no da elementos para que decidamos nuestra vocación. Entonces oscilaba entre periodismo y psicología. ¿Qué hacer? Me esperé hasta el último día para inscribirme y así sellar mi destino. Decidí lo que iba a estudiar a través de un volado: águila o sol. Águila: Periodismo. Sol: Psicología. Así lo decidí. No sabía que estudiar y cómo estaban ya cerrando el límite para entregar la solicitud en el CCH Sur –dónde estudié-, pues eché el volado y cayó en Sol. Y me metí a estudiar psicología.

Pero la inquietud por el periodismo estaba latente durante sus estudios como psicólogo: “Era más que una inquietud: una vocación por el periodismo y entonces lo supe y –bueno, me tardé unos años más porque estudié otra cosa- pero al salir de psicología estudié Comunicación Social en la UAM Xochimilco”, dice Ignacio y vuelve a apoyar sus codos sobre el escritorio.

De la vocación a la profesión.

¿Cómo se inicia en el periodismo?
De forma casual. Estaba en unas vacaciones y la verdad no tenía mucho que hacer. No sabía mucho de periodismo. Empecé a trabajar en el periodismo antes de estudiarlo. Lo primero de periodismo que recibí fue en un taller de periodismo cultural con Víctor Roura y ahí me tocó sentarme junto a alguien que se veía que era buenísimo, que sabía mucho –me parecía- y yo, que no sabía nada de periodismo, pues ese “encuentro” me impactó mucho.
Este chavo hablaba muy bien, con conocimiento o por lo menos así me parecía. Al finalizar el taller me le acerco y le digo: oye, yo quiero ser periodista pero no sé nada, recomiéndame unos libros. Y me recomendó dos libros: Manual de periodismo y Géneros periodísticos de Martín Luis Ugalde. Este chavo ya era reportero de Excélsior y por lo tanto ya sabía mucho más que yo.

¿Dónde fue su primer trabajo?
Mi primera chamba fue en una revista que se llamaba Pie de página. Me contrató una persona que conocí en ese taller. Mi trabajo consistía en hacer pequeñas fichas bibliográficas de libros, mi chamba era estar en la oficina con un altero de libros de todo tipo: científicos, literatura, historia, política, técnicos, de lo que fuera y hacer sus fichas. O lo otro, que era una maravilla, y era irme a pararme a las librerías para ver que novedades había. Y ahí iba con una libretita a la mesa de novedades de la librería del Fondo de Cultura Económica que estaba enfrente de Plaza Universidad, ya no existe. Iba la Gandhi o al Sótano y anotaba los títulos y hacía su ficha bibliográfica pues Pie de página era una revista de libros en el que básicamente era poner todas las novedades editoriales. También hacían reportajes, ahí publiqué mi primer texto. Texto que me lo rechazaron como trece veces hasta que salió. Así empecé.

¿Cómo llega a La Jornada?
Uno de los compañeros con los que trabajaba en Pie de página acababa de entrar a La Jornada que aún estaba fundándose. Entonces me comentó: oye, porque no vas y presentas tu examen. Fui y lo hice para reportero de cultura. Yo creo que lo hice bien pero no pude entrar, de hecho, sé que lo hice bien, saque buen puntaje pero había gente que traía recomendación. No entré, pero mi amigo me dice “pues ya ni modo, aunque sea en la mesa de redacción” y ahí empecé como corrector de galeras en La Jornada.
Ahí conocí a Hugo Cheíks, periodista que me parece entrañable. Yo platicaba de ciclismo con don Hugo y él sabía que yo tenía conocimiento sobre el tema por mi padre y, también sabía que yo conocía a ciclistas. Un día, creo que no tenía reporteros, me dice “Oye, quieres ir a cubrir la vuelta del pacífico”, y le digo “Nunca he escrito un reportaje”. Se me quedo mirando y me dijo: “No importa, tú sabes de ciclismo, mira, tienes que hacer esto y esto y éstas son las instrucciones básicas pero no te vamos a dar viáticos y es más, tienes que poner de tu dinero para tu boleto, lo bueno es que el CREA te da dinero para que comas y el alojamiento. Sí quieres, adelante, ahí está la chamba”.
Y dije que sí luego luego y pedí permiso a la mesa de redacción. Cubrí la Vuelta del Pacifico y la verdad es que sabía de ciclismo pero me empecé a dar cuenta de todos los vicios que hay en una cobertura. Por ejemplo, con los compañeros. Íbamos en una camioneta, ellos tomando cerveza y cotorreando y no atendían nada de la carrera y al final, cómo eran los consagrados de la fuente, pues alguien les daba los datos finales y con base en ello escribían. ¡No habían visto nada en la carrera!, y yo como loco a cada minuto llenando y llenando hojas con notas. Así que mi trabajo era distinto porque yo me acercaba a los ciclistas y conversaba con ellos. Hice crónicas, muchas crónicas. La revista del CREA, su director, me dijo que había visto mis crónicas en La Jornada y me pidió que publicara algo para ellos. Eventualmente hice algo en la sección de deportes con don Hugo pero lo hacía en mi día de descanso porque no me dejaban en La Jornada salirme de la mesa de redacción.

Reportero free lance.

El 19 de septiembre de 1985, la Ciudad de México fue devastada por un terremoto que dejó poco más de seis mil muertos, cerca de 1,500 escuelas destruidas, hospitales y edificios en ruinas y numerosos edificios históricos en escombros. El reportero Ignacio Rodríguez Reyna hizo notas y notas sobre el siniestro. A pesar de ello no consiguió la planta de reportero en La Jornada. Emigró entonces a otros medios de menor impacto. El director de Emeequis lo recuerda así:

Era un reportero principiante de un pequeño semanario llamado Punto, al que había llegado buscando una oportunidad para escribir que me había sido negada sistemáticamente en La Jornada, donde me habían bloqueado desde el sindicato porque yo había apoyado a una planilla contraria a la que ganó la primera elección de su sindicato. Gané el concurso para ocupar una plaza de auxiliar en la redacción, lo que me permitiría tratar de ser reportero, pero cuando gané congelaron la plaza en dos ocasiones. La congeló Manuel Meneses, jefe de información, en común acuerdo con la subdirectora de Información, cargo ocupado en ese entonces por Carmen Lira. Todo porque nos identificaban con el grupo de Miguel Ángel Granados Chapa.

Así llego al semanario Punto, cuyo director era el periodista Benjamín Wong. Ahí comenzó a escribir con mucho más frecuencia y comenzó a cubrir las elecciones de 1988. Los candidatos eran Carlos Salinas de Gortari, del poderosísimo PRI y Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del ex presidente Lázaro Cárdenas, quien competía en una coalición de partidos opositores al régimen.
El jefe de campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, Francisco Javier Obando se mostraba inquieto, nervioso conforme se acercaba el día de la elección. Ignacio Rodríguez Reyna detectó tan inusual comportamiento y buscó entrevistarse con el Jefe de campaña. La razón del nerviosismo de Francisco Javier Obando era que al recopilar información en sus recorridos –acompañando a su candidato por todo el país- había encontrado demasiadas anomalías y tenía miedo de hacerlas publicas ya que el PRI tenía un férreo control de las instituciones de justicia del país.
Ignacio Rodríguez se entrevisto con Obando en la oficina que éste tenía en la colonia Nápoles, en el centro de la ciudad. En esa entrevista el Jefe de campaña le confesó al reportero su zozobra frente a numerosas amenazas telefónicas. Todas a raíz de las anomalías descubiertas durante la campaña hechas por el candidato del PRI. De eso dejo testimonio ante el reportero y le entrego una serie de documentos inéditos sobre el fraude electoral que se avecinaba. En la entrevista, Obando denuncia a los que lo estaban siguiendo, hablaba sobre el acoso y su miedo de vigilar el proceso electoral, recuerda el periodista: “me expresaba su miedo a que lo mataran; tenía mucho miedo y me lo transmitió. De hecho, responsabilizó a Luis Martínez Villicaña, entonces gobernador de Michoacán, si algo le llegaba a pasar”.
Pronto Ignacio se puso a chambear sobre la reveladora entrevista y sobre los documentos obtenidos. Con el trabajo realizado llego a las oficinas del semanario Punto, el director Benjamín Wong al ver la contundencia del material  y revisar los detalles de la historia, concluyó que era muy arriesgado salir con una publicación así. El reportero defendió su trabajo. El director simplemente giraba su cabeza a ambos lados y archivo el reportaje. La revista Punto, como muchas otras en esa época, no tenía un tiraje significativo, por lo tanto, sus ingresos provenían de la pauta publicitaría, que a su vez, toda la publicidad provenía del Gobierno Federal. Para el propio Ignacio, esa fue la razón: “Yo creo que Wong no quería publicarla porque tenía contratos de publicidad con el gobierno de Michoacán”.
A pocos días de la elección Francisco Javier Obando y su asistente personal fueron secuestrados en la misma oficina donde estuvo el reportero. Varios días después, los dos cuerpos aparecieron sin vida, abandonados. Rodríguez Reyna llevo su historia a La Jornada. Los directores del diario vieron la contundencia del reportaje: “Cuando asesinaron a Francisco Javier Obando, quedé paralizado, me pesó mucho. Y entonces busqué que la publicaran en La Jornada. Granados Chapa vio el texto y se lo llevó a Carlos Payán. Se publicó con una llamada en la primera plana. Eran los días inmediatos a la elección que le robaron a Cuauhtémoc Cárdenas. Pasó más o menos desapercibida, aunque yo me contenté con que se supiera que Obando ya tenía miedo de que lo mataran e identificaba a los posibles asesinos”.
El reportaje no se llevo las ocho columnas, las cuales fueron para el gran titular de ese día: Carlos Salinas de Gortari había resultado ganador por mayoría absoluta. La nota secundaria del diario fue el reportaje de Ignacio, que tuvo un gran impacto y que metió en dificultades al reportero.
La Procuraduría General de la República, en voz de Renato Sales, llamó al reportero para interrogarlo. Durante varias horas la autoridad judicial presionó al reportero para hacerlo declarar sobre una tesis que no era cierta y que se alejaba del asesinato político y que jalaba la investigación hacia un crimen delictivo:
-          Entonces, ¿el Jefe de campaña, dijo que tenía miedo de que fuera el narcotráfico quien lo amenazaba? – preguntaba el funcionario.
-          No. A mí me dijo otra cosa. Sentía que era por su actividad política y que la gente de Carlos Salinas podía ser la autora de las amenazas- afirmo el reportero.
-          Pero recuerda que sostuvo que eran asaltantes los que amenazaban…
-          No, eso no me dijo.
Ignacio Rodríguez Reyna se rehusó a firmar la declaración de su interrogatorio: “Renato Sales (el padre) quería que yo declarara que Obando me había dicho que tenía miedo de los narcos. Por supuesto, me negué. Me quedó claro que era un asesinato político”. La Procuraduría no lo volvió a molestar por el caso. Quince años han pasado y la Procuraduría no ha dado con los responsables de los homicidios.

¿Cómo permanece en usted el caso de Francisco Javier Obando?, le preguntamos a Ignacio Rodríguez.
Me pesa hoy, como entonces. Lo asesinaron porque quería cambiar al país. Eso no se me olvida.

Sobre el periodismo.

Denos una definición del oficio de periodista.
El oficio de periodista es de una persona enamorada de su profesión. Comprometida con la realidad que lo rodea, con el país, con la sociedad, con la localidad. Yo si creo que somos un elemento, un interlocutor entre la sociedad y el gobierno. Tenemos una tarea importante que cumplir. El periodista es una gente que vibra, que se emociona y que esta comprometida con la realidad del país. Es una persona con un compromiso personal y con un compromiso social.

¿Cómo se hace un semanario?
Pues son apuestas que uno hace. Ante tanta información hay una desinformación. La saturación de la información cotidiana impide reflexionar, tener una opinión crítica. Impide pensar. La labor de un semanario es tratar de rebasar la superficie y hacer apuestas sin discriminar temas o qué tema es el que estamos trabajando nosotros, es decir, no competir con los diarios.
Competir con los diarios implica subirse a coberturas de información que esta sumamente manejada y que los enfoques no van a ser distintos a los demás y yo creo que lo que tiene que ser un semanario es buscar en el mar de información, temas, preocupaciones de fenómenos que están ocurriendo en la calle, que no son manejados por los diarios y darles una visión, una profundidad, darles un enfoque fresco, una presentación atractiva, una escritura impecable y, por supuesto, sin despegar un ojo de la coyuntura y lo que esta ocurriendo en la vida nacional. Ir mucho más allá de lo que sacan los diarios, esa es una premisa básica de un semanario. Estar por encima de los diarios.

¿Cuáles son los vicios periodísticos en un semanario?
Seguimos haciendo un periodismo viejo para un México viejo. Un periodismo para un México viejo implica enfoques muy ortodoxos, muy aburridos, sumamente solemnes. También implica una relación desigual con los lectores, una relación unidireccional, es decir, que los periodistas se sientan por encima de los lectores y ellos son los que determinan que se lee, que se informa y los lectores solamente están colocados como un elemento pasivo.
En un país distinto como ahora es México, más democrático, más activo, moderno, no puede tolerar una relación así, tan desigual, tan sumisa, subordinada. Ahora se hace un periodismo para el poder, la mayor parte de lectores de los diarios son políticos, empresarios, grupos que están en el gobierno o grupos económicos y se ha dejado de lado al lector común y por eso la lectura de los medios cae, cae, cae porque nuestros medios no están hechos para los ciudadanos ni para la sociedad sino para los grupos de poder que pueden ser 30 o 50 mil pero somos 110 millones de mexicanos.
Entonces, ¿qué lee toda esa gente que se siente excluida por los propios medios? Mucha gente lee tvnotas, 700 mil y, yo antes de criticarlos o satanizarlos me preguntaría: ¿qué les da tvnotas que no le damos nosotros? ¿por qué a ellos si los leen y a nosotros –que somos medios más serios- no? ¿en dónde esta la falla? ¿es por que las revistas light cuestan menos? No, igual la gente se gasta sus quince, veinte, veinticinco pesos semanales, que para gente que no tiene dinero, es un gasto fuerte. Mucha gente dice que el país tiene un nivel educativo con muchos rezagos, analfabetas. Pues sí pero hay 700 mil personas leyendo tvnotas o sea si leen.
Lo que yo creo es que tipo de información les estamos dando que no les es atractiva. Por eso te decía lo de la relación desequilibrada. A parte de que les damos cosas viejas, aburridas, con temas que nos les importan, todavía queremos que gasten su dinero. ¡Puta! ¿Por qué van a gastar su dinero si no les damos nada a cambio? Nada que les resulte interesante. Nada que tenga que ver con sus preocupaciones inmediatas. Nada que ellos sientan que les ayude a tener una visión sensata de lo que ocurre en el país.
Ese un vicio, seguir haciendo periodismo para pequeños grupos y no entender que, sí hay futuro para los medios de comunicación impresos, y creo que hay que recuperar lo que en un principio debemos ser: un interlocutor de los ciudadanos ante los grupos de poder.
Otro vicio es el acartonamiento de los medios. Somos muy aburridos. ¡Cómo si el mundo fuera aburrido! Yo creo que es al contrario. Si algo tenemos como país es la capacidad para reír, somos divertidos y eso no se refleja en los medios porque creemos que si somos divertidos ya no “somos” ni “hacemos” periodismo serio.

¿Y eso se enseña en las escuelas de comunicación? ¿qué piensa de los egresados de la carrera de comunicación?
Uy, para empezar no leen. Pueden hablar dos o más idiomas pero no los utilizan. El trabajo de reportar debe hacerse lo más exhaustivo posible, textos equilibrados. No elaborar un texto para golpear a nadie. Se tienen que reportar los hechos como son, sin consigna de golpear o favorecer. Los egresados tienen que esforzarse en ser profesionales, que sean tenaces, que consigan datos, que busquen, que investiguen la información. En un esquema ideal, creo que se hace muy buen periodismo. Con recursos se pueden hacer grandes cosas, sino no.
En México, diarios sólidos, fuertes como El Reforma, Grupo Milenio, El Universal, no tienen disculpa. Tienen recursos para investigar, para capacitar a sus reporteros, para exigirles que investiguen. De nuevo, que la agenda no la marquen los políticos sino que seamos nosotros los que retomemos los temas, las cosas que importan, las que ocurren.

El Financiero, Reforma, Milenio, Larevista

De la revista Punto sale molesto porque su trabajo no era valorado: “Llegó un momento en que estaba harto de Punto, cuyo director se especializaba en humillar y aplastar a los reporteros. Me llegó a decir que ‘mejor me dedicara a vender Biblias’ porque yo no servía para el periodismo. Era muy mezquino”. Y pronto se enroló en las filas de diario El Financiero: “Así que busqué cómo salir. No hallé otra vía más que irme como corrector de planas a El Financiero. Hice mi examen y quedé. De hecho, cosa que pocos saben, yo estuve en El Financiero como cuatro años trabajando en los talleres, revisando las planas, en una jornada que normalmente terminaba a las tres o cuatro de la mañana. Era extenuante y muy duro”.
            En ese diario conoce a un periodista, Carlos Ramírez quien se desempeñaba como jefe de redacción: “me acerqué a Carlos Ramírez, y le pedí chance de pasarme. La única opción era que hiciera dos tareas: que en la mañana reporteara en fuentes no muy importantes para el periódico (educación, por ejemplo) y que luego de eso llegara a la redacción para que tomara por teléfono los adelantos y las notas de los reporteros. Luego de eso, ya tenía que escribir mis notas y en muchas ocasiones quedarme a la guardia de noche”.
Y así estuvo cerca de un año, que fue cuando le quitaron la guardia y pudo dedicarse a reportear.
Fue corresponsal del periódico El Financiero cuando era dirigido por don Rogelio Cárdenas. En Los Ángeles, California, Ignacio Rodríguez Reyna estudió una maestría en periodismo investigativo en la University of Southern California. Ahí aprendió a investigar un dato y seguirle la pista. Era lo que bastaba, una pista y después de semanas de trabajo ya se contaba con un perfil completo sobre un personaje, el periodista lo recuerda así: “Debo decir que tengo un agradecimiento especial para Carlos Ramírez porque me mantuvo el sueldo mientras estudiaba, para lo cual fungí como corresponsal del diario en Los Angeles. Mis dos hijos eran muy chicos y no hubiese podido ir sin el apoyo económico del diario” y agrega sobre sus estudios: “en la University of Southem California, me inscribí en muchas materias que tenían que ver con periodismo de investigación. El mundo se me abrió cuando vi lo que los periodistas de allá eran capaces de hacer con metodología, rigor, profesionalismo, etc. Me involucré mucho con eso. Durante varios años fui a seminarios y la reunión anual de IRE (InvestigativeReporters and Editors), en donde era posible escuchar a Premios Pulitzer y ver cómo se habían hecho trabajos increíbles”.
Al terminar su maestría regresa a México y de inmediato forma un equipo de investigaciones especiales en el diario El Financiero:

Yo me dije que quería hacer algo así cuando regresara. A mi regreso a El Financiero, presenté un proyecto para crear una unidad de reportajes especiales a partir de la experiencia y el conocimiento que adquirí allá. Me dijeron que sí, pero que no había dinero ara contratar a gente, así que los compañeros que no eran queridos en alguna sección u otros que andaban medio sueltos, se incorporaron al equipo. Disfruté mucho esa experiencia. Demostramos qué se podían hacer reportajes increíbles, hicimos muchos y eso nos dio una solidez a un periódico que, además, pasaba por uno de sus mejores momentos. Realmente disfruté mucho, aunque no dejaba de haber resistencias de periodistas que cuando yo iba en primaria ya eran reporteros y ahora no veían con agrado que alguien mucho más joven fuera su jefe. Fue una etapa increíble. Muy enriquecedora profesionalmente. Creo que duré un par de años al frente de la unidad hasta que me fui a Reforma.

Al poco tiempo de su llegada a la ciudad (1994) Ignacio y el equipo que lideraba se ganaba las ocho columnas del diario. En las páginas de ese diario se destaparon, por ejemplo, por primera vez los vínculos del Presidente y su familia con algunos capos del narcotráfico mexicano, en especial con los jefes de los cárteles del Golfo y de Ciudad Juárez. Bajó su dirección, apareció en las páginas del rotativo un artículo titulado, “el señor de los cielos”, el cual presentaba ante la sociedad a un señor llamado Amado Carrillo y que era el jefe del Cártel de Juárez. Aparecía la foto, la historia del personaje y sus vínculos con el poder, lo revelaban así documentos entregados por la DEA.
La unidad de investigación del diario rastreó las propiedades de familiares y allegados, colaboradores del presidente Salinas de Gortari. Ahí también desfilaron las impactantes confesiones de la ex pareja sentimental de Raúl Salinas, la cual mandaba documentos y datos precisos a las oficinas del diario. Y ahí también se documentó la historia del señor “Mister ten Per cent” como se conocía a Raúl Salinas y que se ganó el mote gracias a que pedía un 10 por ciento de ganancias a cualquier cosa en la que él participaba o “gestionaba” mediante su hermano.
            En el diario El Financiero, Ignacio estuvo al frente de ese equipo poco más de dos años. Del entonces dueño y director del diario, Rogelio Cárdenas, el periodista recuerda:

Creo que era un gran director y una gran persona. Personalmente, le llegué a tomar mucho afecto. Era sensible. Hoy puedo entender la gran responsabilidad y las enormes presiones que sufría de parte del gobierno de Salinas de Gortari. Era muy complicado verlo frecuentemente, pero a veces me recibía y me invitaba un cigarrito en su oficina. Me quedó una gratísima impresión de él. Cuando me fui a despedir de él porque e iba a Reforma, se portó como un caballero, me deseó mucha suerte, me habló con mucho afecto y me dijo que seguramente nos encontraríamos más adelante. Por desgracia, ya no fue posible. El día que me enteré que murió me dolió mucho, a pesar de que yo era un simple reportero y él era el director.

Su paso por el diario Reforma dio grandes reportajes.
De ahí pasa a fundar un semanario que a la postre se convertiría en uno de los medios periodísticos más sólidos y fuertes del país: Milenio. Claro, primero fue un semanario y entrando el año 2000 creció y se hizo un diario. En el diario los responsables eran los periodistas Federico Arreola, Raymundo Riva Palacio y Carlos Marin. En el semanario estaba Ignacio Rodríguez Reyna. Bajo su dirección el semanario se consolido y en un tiempo le hizo frente –en lo periodístico- a la revista proceso. Pero las pugnas internas en el grupo editorial fracturaron el proyecto e Ignacio Rodríguez Reyna salió del grupo. En su lugar quedaría Raymundo Riva Palacio al frente de la revista Milenio

Mi salida de Milenio tuvo que ver con una apuesta personal. Estaba como director en jefe de la revista y, para mí, era importante consolidarla, había sido tan importante que sirvió para el nacimiento del diario. En la empresa no se consideró así y se puso toda la energía al diario y se descuidó la revista. Paso a un segundo, tercer, cuarto plano de recursos de gente, de atención, de importancia y la verdad no me importaba estar en una revista en la que nadie le echaba ganas y que estaba destinada a la muerte. Decidí ya no formar parte de ese grupo.

De Milenio llega a El Universal, haría lo mismo que  en El Financiero, Reforma y Milenio. Periodismo de investigación. El dueño del diario, Juan Francisco Ealy Ortiz, le propone hacer una revista que se insertaría en el diario cada semana. El proyecto llevaría por nombre Larevista y el cual duro poco más de dos años estando Ignacio Rodríguez Reyna al frente de la publicación. En el número uno de Larevista arrancaba con tres portadas distintas y en el editorial, escrito por Ignacio se lee:

Somos diferentes a los demás… Somos plurales y no nos casamos con nadie… En éstas páginas encontrarás apuestas al mayoreo: por la originalidad, por la innovación, por la ciencia, por la calidad plástica y periodística de las fotos, por la cultura, por el desenfado, por un humor del siglo XXI, por las crónicas que buscan el equilibrio perfecto entre literatura y periodismo, por la frivolidad, por la moda, por los textos críticos sobre quienes ejercen el poder en todos los niveles, por el diseño… Así que buscamos los ojos distintos de los mexicanos que están convencidos de que la conducción de este país es una tarea de todos y de que todos podemos y debemos intervenir en la discusión pública sobre lo que nos afecta como nación.

Y el propósito empeñado desde el número uno, el periodista Ignacio Rodríguez trato de cumplirlo a fidelidad. En el número 81 (de 129 números que tuvo como vida ésta revista) Ignacio Rodríguez Reyna dejo de ser el director. Nuevamente, diferencias de criterios periodísticos entre el director del semanario y el dueño del diario.
En el libro, Los Watergates latinoamericanos, escrito por los periodistas Fernando Cárdenas y Jorge González narran que Juan Francisco Ealy Ortiz, uno de los representantes de más calibre dentro del comité de liderazgo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y dueño de El Universal no estaba del todo de acuerdo con los trabajos que venía realizando y publicando Ignacio y su equipo. Así lo escriben:

El equipo de Rodríguez Reyna –en concreto Rodolfo Montes y Daniel Lizárraga- tenían listos dos informes que salpicaban el aspecto bonachón del presidente Vicente Fox, pero que no pudieron ser publicados por órdenes superiores. La medida se mofaba de los códigos establecidos  por este medio escrito: “El Universal y sus periodistas mantienen su absoluta independencia editorial respecto a intereses económicos, políticos, religiosos y de cualquier otro orden, para estar libre de obligaciones y presiones que obstruyan su misión periodística”.
El primero de los reportajes, que iba a ser publicado el domingo 10 de julio de 2005, revelaba los permisos de apuestas y salas de sorteo entregados a dedo por el ex secretario de Gobernación, Santiago Creel, que privilegiaban al empresario Olegario Vázquez Raña, hombre de la cuerda de la esposa del presidente, Martha Sahagún. El segundo, que nunca apareció en la página 14 de la edición del 1º de agosto, prometía una revisión exhaustiva de los “expedientes oficiales muertos”, que investigaban unos negocios paralelos y privados del mandatario durante su periodo presidencial”. 

Al venir la orden superior de no publicar los textos, Ignacio Rodríguez Reyna renuncia al diario y con él cerca de treinta colaboradores entre reporteros, diseñadores y colaboradores. Así lo recuerda el propio Ignacio:

Mi salida de larevista fue algo congruente, consecuente. Pocas veces uno tiene en la vida la toma de decisiones que lo comprometan más con uno mismo. Fue eso. Todos los días tomamos decisiones en lo personal y en lo profesional pero uno debe ser fiel a uno mismo. Pocas veces lo tenemos a nivel profesional. En mi caso estaba encargado de la dirección de larevista y, como pocas veces, me pareció que ya no podía ejercer el periodismo como lo había hecho o tratado de hacerlo y sería una traición a mi y una traición a los lectores y esto puede sonar muy desmesurado pero también sería una traición a este país y este país ya cambió.

Y subraya:

A veces los propietarios, y no creo que tanto los propietarios, sino los altos directivos de éstos medios no entienden que este país ya cambió. Que ya no se valen las mismas reglas de antes con el poder. Ya no se vale hacer negocios al amparo del poder o con el poder buscar canonjías. Los dueños y altos directivos de los medios de comunicación no han entendido que somos parte ahora sí de un proyecto de nación. Para lograr eso se necesitan medios pero que estén comprometidos con los ciudadanos y con los lectores no con el poder.

Se le pregunta al periodista si él cree que: su salida de larevista se pudo haber visto, bajo la óptica de que el dueño del El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz quería entrar en los medios de comunicación electrónicos y que por lo tanto no querían que tocaran a la pareja presidencial, después de su salida El Universal hace trabajos informativos para Canal 40…
Sí, yo creo que había varios intereses de negocios o proyectos empresariales –contesta Rodríguez Reyna-. Él consideró que el trabajo que hacíamos en su revista podían afectar esos “negocios”. Los reportajes que íbamos a publicar: lo de el fideicomiso de Fox, las concesiones de centros de apuestas a Vázquez Raña, los trabajos de Anabel Hernández, el extracto de su libro La pareja presidencial, pues, él consideró que lo iban a perjudicar. Entonces pensó que estos trabajos iban a hacer ruido en sus negociaciones y que eso le daba menor margen de maniobra en sus proyectos que él mismo ha dicho sobre su interés en estar en medios de comunicación audiovisual como estaciones de radio y televisión. Yo creo que lo mal aconsejaron Tengo que decirte que tengo la impresión personal, subjetiva, de que él hizo esfuerzos los últimos años para modernizar el periódico y larevista era parte de este esfuerzo por superar esta vieja relación con el poder pero tiene mucha gente a su alrededor que tiene una visión muy vieja y que le han de haber dicho, “no, no, no jefe, ya no nos conviene tener larevista, tenemos otros proyectos importantes y negocios y éstos nos los pueden entorpecer”, pero se equivocaron estos consejeros pues ningunos de los negocios que se tenían en mente se han logrado; estas aspiraciones empresariales que se habían dicho ni una ha salido. Yo les diría a estos consejeros pues “te equivocaste, no era por ahí, esa no era la ruta”. Yo creo que se pueden hacer negocios legítimamente y que El Universal tiene todo el derecho de ser un concesionario de la radio, pero con reglas claras sobre la mesa, es decir, El Universal siendo un medio de comunicación importante, con la plataforma, el dinero y la gente sería lógico que buscara concesiones de radio y televisión pero por encima dela mesa. Es decir, ser un concesionario que impusiera un modelo de empresario de la comunicación.

Emeequis

Al salir de El Universal y de la dirección de larevista, ésta quedo en manos del periodista Raymundo Riva Palacio quien la dirigió hasta el número 129, cuando el semanario dejó de publicarse.
La treintena de trabajadores que se solidarizaron con Ignacio Rodríguez se aventuraron a formar una publicación independiente y entre todos buscaron accionistas para solventar al nuevo semanario que llevaría en nombre de Emeequis. Así el primer número de esta nueva empresa vio la luz el y en su primer número se lee un editorial bajo el título ¿Quiénes somos?:

Somos un equipo consolidado, joven, profesional, curtido en lo individual en medios nacionales e internacionales, como La Jornada, Proceso, Milenio, Reforma, TIME , Radio Fórmula, WRadio, Dpa y CNI Canal 40, entre otros. En enero de 2004, convocados por Ignacio Rodríguez Reyna desarrollamos el proyecto de larevista de El Universal , cuyo primer número salió a la venta semanas más tarde, en marzo.
Durante año y medio trabajamos bajo criterios de calidad e independencia, hasta que, a fines de julio de 2005, directivos del más alto nivel de esa compañía editorial decidieron intervenir y darle un giro de 180 grados al contenido del semanario: ordenaron no publicar material que incluso ya se encontraba impreso, listo para su distribución. Durante agosto y principios de septiembre la presidencia del citado diario impidió la pulicación de tres trabajos de portada. Los temas objeto de censura estaban relacionados con la Presidencia de la República y con empresarios cercanos a Marta Sahagún, como Olegario Vázquez Raña.
…Ante la imposibilidad de seguir haciendo periodismo en larevista, la mayor parte de los editores, reporteros, columnistas, diseñadores y fotógrafos decidimos renunciar.
…A fines de septiembre de 2005 nos reagrupamos con la idea de crear espacios informativos que respondieran exclusivamente al interés público, y no a intereses comerciales, políticos o de cualquier otra índole. Así emprendimos la nada fácil tarea de fundar una empresa multimedia que rompiera con las limitaciones que impone el depender de un solo dueño.
…Con el respaldo de más de 30 mexicanos destacados en distintos ámbitos de la sociedad exhortamos a la ciudadanía a creer en este proyecto y la convocamos a invertir y ser parte activa en la construcción de medios nuevos, diferentes.

Y más adelante explican las razones para fundar este proyecto periodístico:

¿Por qué un nuevo proyecto?
Porque hace más de dos décadas que no hay una iniciativa que involucre a la gente en la construcción de un medio de comunicación.
Porque las circunstancias extremas orillan --en el peor de los casos-- o estimulan --en el mejor-- a la búsqueda de opciones. Así ocurrió con Proceso y con La Jornada. Y las razones que forzaron el nacimiento de esas dos publicaciones aún prevalecen.
Porque mientras los ciudadanos hemos aprendido a organizarnos y a hacernos escuchar, mientras hemos impulsado las transformaciones políticas, sociales y culturales, en gran parte de los medios de comunicación aún existen condiciones que no corresponden con el nuevo país en que se ha convertido México: en la mayoría los cambios siguen siendo producto de voluntades individuales, intereses turbios y circunstancias temporales.
Porque los medios de comunicación suelen ser considerados por sus dueños como una herramienta para conseguir ventajas y canonjías de gobiernos y de grupos económicos diversos.
Porque los gobiernos, independientemente de qué nivel sean o de que partido provengan, creen que todos los medios pueden ser susceptibles de coacción y/o seducción.
Porque muchas veces a los medios colocan por delante la agenda de los partidos políticos, en demérito de asuntos vinculados directamente con el interés de la gente.
Porque hoy los medios contribuyen a formar generaciones de mexicanos que detestan la política, y por ende no les importa informarse, debatir, críticar y actuar.
Porque la sociedad merece medios de comunicación que de verdad contribuyan a que este país sea menos desigual, más incluyente y más tolerante.
Porque creemos en la libertad de expresión.
Porque se requiere de un periodismo atractivo, fresco, que vea la realidad con ojos distintos, que no excluya a los ciudadanos comunes y corrientes, sino los involucre. ? Porque es preciso derrumbar el mito de que es imposible que los ciudadanos organizados emprendan tareas complejas y exitosas.

El semanario fundado por Rodríguez Reyna acumula numerosos premios debido a su calidad periodística y van en la edición 298 y contando.

¿Qué le ofrece al lector tu semanario?
El reto es aportar que la gente recupere el gusto por leer. Que la gente se interese por su país. Que los que estudian medicina, historia, sociología, las amas de casa, comerciantes, obreros, se interesen por su realidad. Ese es nuestro desafío. Si logramos hacerlo, aunque sea un poco, estamos satisfechos. Hacer que la gente vuelva a sentirse como un ciudadano. Hacerle ver que los ciudadanos que somos los jefes de los políticos, que las personas retomen la conciencia de que son ciudadanos. Cómo ciudadano tiene que estar interesado en los asuntos públicos, tiene que saber que los gobernantes son empleados de nosotros, que los ciudadanos tenemos que empezar a articular nuestra ciudadanía, que tenemos que reformarnos como ciudadanos, reivindicarnos como ciudadanos y entonces si exigir rendiciones de cuentas. Para quienes están en el poder entiendan que no somos un voto más. Que somos una sociedad que poco a poco se puede ir organizando para empezar a construir cambios.

¿Emeequis es un semanario nacional? Es decir, no que su cobertura sea nacional, sino que sus temas que barca se ocupen de todos los rincones del país. Uno compra semanarios y al cabo de un año, puedes hacer una revisión de ésos 52 números y te das cuenta que información sobre estados no aparecen e historias hay en todo el país pero no son registradas…
En los medios  de comunicación impresa tenemos esa vocación, somos muy centristas. El reto de Emeequis es no ser así, cambiar. Me interesa lo que pasa en los estados. Tenemos otro vicio como periodismo y es que creemos de que de aquí, Distrito Federal, sale todo, se genera todo. Cuando estuve en Milenio y en Larevista busque mucho el registro de fenómenos sociales. Casi ningún semanario pone casos sociales en la portada. Nosotros sí. Estamos asumiendo temas nacionales que no son muy frecuentes. Emeequis trata de ser fiel a su idea, a su identidad. Puedes checar la revista, no hay personajes –casi no- en nuestras portadas.
Las portadas de Emeequis son temas que crucen el país, temas sociales: discriminación, nuestros muertos, el campo, etc. Cada semanario tiene una visión, un enfoque, en esto, no se vale canibalizar, que es una cosa que hacemos, no se vale ser mezquinos, cada uno tiene una apuesta, cada uno tiene su papel y hay espacio para todos, hay millones de gente que no lee, entonces yo no voy a ir a montarme sobre tal o cual semanario y a descalificarlos, tengo diferencias profesionales, discrepancias de cómo hacen su trabajo pero son discrepancias profesionales.
Emeequis es fiel a lo que ha buscado: darle un giro distinto y una identidad muy propia a lo que hacemos. Hacer periodismo de investigación, no superficial. Buscar las historias que hay detrás de ciertas noticias. No hacer periodismo epidérmico.

Cómo director y editor ¿qué le pide a sus reporteros?
Varias cosas. Excelencia. Que siempre imaginen como lo vamos a hacer distinto, atractivo, como vamos a enriquecer un tema con nuestros medios periodísticos. Calidad en el lenguaje, en la estructura, en la forma de ver las cosas, en los ángulos.

¿Qué es lo que nunca vamos a ver en Emeequis?
Portadas pagadas. Nunca las vas a ver. Materiales disfrazados. No los vas a ver. Textos que tengan como propósito favorecer o golpear a alguien. No los vas a ver. No vas a ver que sea un proyecto sectario. No vas a ver que deje de ser un proyecto plural, crítico, Y, espero, que no vean textos de mala calidad.

Me da su opinión sobre el trabajo profesional de Raymundo Riva Palacio como director de Larevista –lo que duró-.
No me gustó.

De Federico Arreola
Fue el artífice de un grupo editorial que no existía. Es muy talentoso. Un hombre muy polémico –y en lo personal- yo no hubiera tomado muchas decisiones que él tomo cuando era director de Milenio diario.

Francisco González
Empresario de medios con una virtud: siendo un hombre con muchos recursos y con un grupo empresarial muy sólido, -hablo por lo que yo lo conocí-, tenía respeto por las decisiones editoriales de sus subordinados, no es sencillo que suceda eso.

Roberto Rock
Jajajaja. Quieres que me madree con todos cabrón. Pues él tiene muchos años en El Universal.

Rafael Rodríguez Castañeda
Hay una relación personal, lo respeto y aprecio mucho el respeto que tiene él hacia mi trabajo aunque podamos tener visiones distintas.
Creo que los que deberían tener una opinión sobre los trabajos de cada uno son los lectores. Es sano que uno tenga diferencias profesionales, en el país deberíamos ser más tolerantes ante la diversidad de opiniones. Como personas son tan respetables como puedo serlo yo. Todos hacen su esfuerzo y tienen su visión y creo que a mi no me corresponde juzgar su trabajo.

Juan Francisco Ealy Ortiz.

Nooo, no, jajajaja, no jajajaja, me salto esta pregunta.

*Fotografías tomadas de fotos.mexico.lainformacion.com









No hay comentarios:

Publicar un comentario