viernes, 11 de enero de 2013

Políticos. Pablo Gómez

Pablo Gómez Álvarez, militante de la izquierda
Por Abraham Gorostieta


En la lucha por el poder en México, distintas y diversas han sido las batallas que se han llevado a cabo para conseguir los cambios que ha requerido el país. Una de las piezas que ha estado presentes en la política mexicana ha sido Pablo Gómez Álvarez, quien ha entregado su tiempo y esfuerzo para que la democracia sea algo más concreto que los meros procesos electorales, como él dice.
Inició una precoz militancia política en el Partido Comunista Mexicano en 1963. Formó parte de la Juventud Comunista, donde hizo amistad lo mismo con los disidentes que con los miembros más dogmáticos del aparato, como Leonel Posadas. Fue detenido el 2 de octubre de 1968 y pasó más de 2 años en el Palacio Negro de Lecumberri y un miniexilio de 40 días en América del Sur.
En la división de la Juventud Comunista después del 68 se opuso a sus compañeros que pregonaban la lucha armada con el argumento de que la línea correcta era el trabajo de masas y no el aislamiento armado. Al salir de la cárcel el PC lo ayudó con mil pesos al mes, “y sobrevivía”. En 1972 ingresó al Comité Central del PC. En 1975 terminó su carrera de economista y como maestro universitario, participó en el SPA UNAM. En 1973 se casó con Elvira Concheiro y se hizo cargo de la propaganda del partido. Ha estado en la dirección del PC desde 1975, cuando Valentín Campa compitió electoralmente por la presidencia y dónde perdió ante José López Portillo. Participó en la formación del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y fue el secretario general hasta su disolución en noviembre de 1988.
Nació en la ciudad de México una tarde de octubre 1946. El político del Partido de la Revolución Democrática, Pablo Gómez Álvarez recibe a Instantáneas Mexicanas en su oficina. Hombre alto y delgado con un gusto particular por el café enciende un cigarrillo mientras se sienta atrás de su escritorio y pide iniciar la entrevista. En la mayoría de las ocasiones los entrevistados responden a bote pronto preguntas relacionadas con sus familiares. No es el caso del Senador Gómez. Al escuchar la primera pregunta del reportero acerca de los recuerdos de sus padres don Pablo Gómez enmudece. Con la mano derecha se rasca el mentón y después de diez minutos responde. Su padre ha sido pieza fundamental en su formación pues él fue quién lo encaminó en la senda de los libros.

Él me introdujo sin proponérselo a la literatura de izquierda. En mi casa siempre hubo muchos textos de izquierda y yo los leía. Mi padre nunca me dio algo para que yo lo leyera. Nunca me dijo “lee esto” sino que yo agarraba un libro y lo hojeaba y después lo leía, cosa que no hacían mis hermanos.

El Senador del PRD se acomoda en el respaldo de su asiento. Enseguida toma un sorbo de café, voltea a ver al reportero y dice “Sin duda el recuerdo más significativo es cuando nos embargaron los muebles. Nos dejaron vacía la casa. Una deuda que tenían mis padres. Sufrí mucho esa vez. Fue un despojo horrible en mi infancia”, y prosigue con diferente tono de voz: “De mis padres tengo muchísimos recuerdos muy gratos. Siempre tuve una relación muy grata con mis padres”
Pero el padre del joven Pablo Gómez fue severo y estricto:

Mi padre fue una persona muy disciplinada. Él no me daba consejos, no recuerdo que me haya dado algún consejo. Mi madre sí, me aconsejaba que estudiara e hiciera una carrera profesional. Mi padre nunca me dio consejos. Hablaba y mucho pero no daba consejos.

Dice el senador y parece quedarse en ese recuerdo. Se detiene y guarda silencio por otros minutos. Se levanta y se sirve un poco más de café.

Años de estudiante

Durante su época de estudiante Pablo Gómez fue muy activo. Él estudió en la Escuela Nacional Preparatoria número dos:

Yo estudié la preparatoria saliendo de la Primaria. Estudié en la Prepa 2 que, en ese tiempo los años de estudios en vez de ser tres años eran seis. En la Prepa 2 hice muchos amigos y en ese entonces estaba en el centro de la ciudad, ahora está en Churubusco. Era la vieja escuela de iniciación universitaria, que fue un conflicto con el gobierno en su momento cuando fue fundada y que no se resolvió nunca sino con la promesa de la Universidad de no volver a ser fundada.

Mientras dice esto en su rostro se dibuja una sonrisa y continúa: “Pero daban los tres años de Secundaria más los dos de preparatoria, aunque después se aumentó un año más al ciclo preparatoriano. Estuve ahí desde niño hasta que entre a la Facultad de Economía”.
Ya en la Facultad de Economía de la UNAM el joven Pablo Gómez fue encontrando en los discursos de sus compañeros universitarios una vía para expresarse. Trabajaba en la mañana y estudiaba por la noche. En ese entonces los jóvenes universitarios estaban muy atentos de la política nacional y no compartían la visión del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. Pablo Gómez con un semblante de orgullo en el rostro narra:

Cuando me puse en contacto con el movimiento estudiantil y empecé a participar activamente en todos los movimientos estudiantiles que se hicieron hasta cuando deje de ser estudiante.

La década de los sesenta fue muy activa para don Pablo en especial el año de 1968, siendo un joven de 22 años ya era un líder estudiantil del movimiento del 68. Pronunciaba discursos encendidos por la pasión que buscaban un cambio político, más apertura y una nueva forma de ver las cosas pero después del 2 de octubre las formas cambiaron, todo cambio.

Estoy redactando un libro del movimiento basado no solamente en lo que yo recuerde, porque eso es, digamos una parte muy pequeña de donde yo estaba y en el momento en donde estaba, más bien basándome en las partes policíacas de la policía política, de la policía represiva que tenemos. Estoy sacando de ahí los datos de los movimientos estudiantiles que hubo en todo el país. A partir de estos informes y de otros documentos que van desde volantes hasta manifiestos y discursos. Pienso hacer un relato comentado pero realista, no de ficción, no novelesco.

En los libros que se han escrito sobre los hechos ocurridos en ese año encontramos muchas historias de horror, de tortura y a la vez de sacrificio e ideales pero el senador Gómez no está de acuerdo con esto y explica:

No, no, no. No hay libros básicos del movimiento estudiantil. No se ha escrito la historia del movimiento estudiantil. Yo no pretendo escribir la historia del movimiento. Lo que quiero hacer es escribir un relato que en algún momento puede servir como fuente de la historia. Lo que ha habido hasta ahora son análisis. Yo discrepo en algunos puntos –no en todos- con todos los análisis que se han hecho. Tengo discrepancias sobre los hechos pero con mi relato voy a postular algunas tesis, eso sí, muy breves sobre el movimiento estudiantil. Y es que ha sido un tema mal tratado por los analistas. En primer lugar porque los analistas hemos sido muchos de los participantes; en segundo lugar porque los analistas de fuera –casi todos pero no todos por fortuna-, se han encargado de tratar de desprestigiar al movimiento y en tercero, porque las expresiones literarias del movimiento –que son buenas- no hacen análisis y ni pretenden hacerlo como la novela de Luis González de Alba, la de Elena Poniatowska, y otras más.

Don Pablo fue aprendido el 2 de octubre de 1968 y estuvo 2 años en la cárcel, sobre esto recuerda:

La cárcel no enseña gran cosa por sí misma, uno se encuentra en una situación anómala, pero yo no hice una mala prisión. No me generó un estado de angustia permanente. Claro, hubo momentos difíciles en los que el stress era fuerte. Aproveché la cárcel para estudiar, de allí viene mi formación marxista. Cuando entré tenía 21 años. Estudie, sí, pero la cárcel no ayuda a nadie, es una privación de la libertad.


Influencias de izquierda

“Yo no soy un político”, responde Pablo Gómez y después suaviza su respuesta: “De izquierda si soy y lo que pretendo es reformar. Yo soy un crítico de la sociedad y del Estado. Pretendo el cambio de la sociedad y del Estado y por eso estoy rodeado de políticos y, claro, no me queda más alternativa que andar aquí porque si me quedo en mi casa no voy a hacer nada”.
En la oficina de Pablo Gómez hay un gran escritorio, sobre él montones de documentos apilados y un botecillo lleno de lápices y plumas; don Pablo toma un lápiz y comienza a juguetear con el:

Propiamente nunca me he considerado como político profesional. ¿Qué fue lo que determinó que yo entrara? Una persona. Creo que desde el punto de vista de las convicciones el que me metió a esto fue mi padre. Él me introdujo sin proponérselo a la literatura de izquierda. Después el grupo con el que me ligue en la preparatoria fue lo que me llevó a comprar libros y a estudiar y después los estudios que hice mientras estaba en la cárcel (en la que por supuesto tenía más tiempo –aunque nunca se aprovecha el tiempo en la cárcel porque siempre hay cosas que atender) me fueron llevando por el camino de la izquierda.

En los tiempos juveniles de don Pablo, los maestros de la izquierda mexicana eran Arnoldo Martínez Verdugo, Vicente Lombardo Toledano, Valentín Campa, Heberto Castillo, etc. Ahora, a años de distancia el político recuerda esos momentos:

Sí, a Lombardo lo leí críticamente. Nunca me pareció marxista o me pareció un marxista completamente desapegado de Marx y leí varias cosas de Lombardo para tener una visión más crítica y formarme un criterio. Martínez Verdugo todavía no había publicado nada, él no era un autor que fuera expuesto, digamos. Lo que tenía eran textos políticos, artículos, manifiestos, desde luego yo siempre lo leía, es más, yo fui y soy alumno de él. El maestro de todo este asunto en que yo fuese de izquierda es Arnoldo Martínez Verdugo, él me enseñó a leer textos de análisis social y político. Me gustaba la manera en como los leía él. Las conclusiones que sacaba. Estar con él me dio mucho aprendizaje, en realidad soy alumno de él, no sé si sea un buen alumno o mal alumno, eso es ya otra cosa.

Los años de juventud de Pablo Gómez fueron fértiles y complicados para la izquierda internacional, algunos analistas sostienen que la izquierda mexicana se mostraba siempre muy “alineada” a la URSS. El político recuerda:

Yo nunca fui dogmático, lo cual no quiere decir que haya estado a salvo del dogmatismo. Naturalmente que en los sesentas había todavía mucho dogmatismo, pero no de corte estalinista. Esto nos permitió comprender lo que estaba sucediendo. Recuerdo que durante el movimiento del 68 ocurrió la intervención soviética en Checoslovaquia, y la dirección del PC en la noche misma en la que se supo la noticia, emitió un comunicado rechazando la intervención y exigiendo seguridad para toda la dirigencia checa. No teníamos una posición seguidista ante la URSS.


La izquierda y la política actualmente

Nuevamente, don Pablo Gómez se levanta de su asiento y se sirve otra taza de café. Entre 1981 y 1987, cuando tenía 35 años de edad, Pablo Gómez fue Líder Nacional del Partido Socialista Unificado de México. Con su experiencia, don Pablo explica lo que sucede en la izquierda actualmente:

No podríamos hablar de la izquierda mexicana en relación con lo que ocurre en toda la izquierda. La izquierda durante muchos años en el mundo tuvo tres grandes expresiones: la izquierda socialista, los comunistas, lo socialdemócratas, los anarquistas. En este momento no se puede aplicar la misma clasificación. Los socialdemócratas no existen, los comunistas... hay todavía algunos escondidos pero ya no conforman un Comité Internacional real y algunas características tiene todo esto, los anarquistas tienen grupos muy pequeños en algunos países, ya no son los partidos de clase que en algún momento fueron. La idea de que había que construir un partido de clase que impusiera la democracia vista desde el punto de vista de los obreros, hiciera la reforma de la sociedad del Estado desde el ángulo de los obreros, generara una cultura desde el ángulo de los obreros, asignándoles a los obreros el “ser”, “el establishment” que la víctima no de una opresión particular sino en la que se condensaba la opresión en general y por lo tanto ser la solución de la historia, una solución de clase, señaladamente de clase, es algo que la izquierda no tiene, porque el movimiento obrero no lo tiene, porque los obreros no lo desarrollaron, es decir, lo intentaron en algunos países –no en pocos, especialmente en Europa, casi todos los países de Europa- y en algunos triunfaron, como en Rusia porque los obreros eran los que estaban haciendo La Revolución. Los que tomaron las armas y estaban organizando todo eran los obreros, obreros de fábrica, no eran los estudiantes ni nada de eso, los que organizaron el país eran los obreros, los que hicieron un ejército fueron ellos o trabajadores fabriles como les quieras llamar y que les costó mucha sangre hacer ese ejército y organizar un país. La opción de clase y la solución de clase a la continuidad progresiva de la historia es lo que no está operando, entonces hay que responder a la pregunta de ¿por qué?, creo que no se ha respondido hasta ahora.

Para algunos personajes políticos mexicanos, La Política suele ser una carrera de oportunidades que hay que aprovechar. Para Pablo Gómez la política es otra cosa, según él la política “Suele ser una carrera que uno no sabe dónde termina. Yo no he hecho carrera política, si hubiera hecho carrera política desde joven me hubiera afiliado al PRI que era donde se hacía carrera política. Como yo sí fui a la escuela andaba en la izquierda y ahí no se hacía carrera política”.
Pablo Gómez fue integrante de la II Asamblea de Representantes del Distrito Federal de 1992 a 1994 y Presidente del Segundo Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática de 1993 a 1996. Ya en 1997 había sido electo Diputado Federal por el Distrito Federal.

Cuando fui diputado por primera vez, fui diputado accidentalmente pues nunca aspiré a serlo. A quien le tocaba ser el número ocho de la lista plurinominal de la Asamblea Legislativa no aceptó, entonces alguien tenía que ocupar ese lugar. Entonces en la lista plurinominal abundaban los que tenían un distrito electoral y que al mismo tiempo eran candidatos de Distritos pero yo ni tenía distrito ni era candidato. En ese entonces me dedicaba a la propaganda de la Campaña de Cuauhtémoc Cárdenas y no pensaba ser candidato y mucho menos diputado, entonces todo mundo me volteó a ver y dijeron: “pongamos a Pablo en el número ocho pues ni es candidato ni tiene distrito” y además era seguro que no iba a llegar ese número “póngalo como de relleno”, dijeron. Me pusieron de relleno y llegue a la Cámara y luego les gustó como me desempeñaba en la Cámara pues como tenía la experiencia del movimiento estudiantil y una de las cosas de ese movimiento era la discusión, sabía discutir. Y es que sí en algún lugar en este país se discutía, se debatía, se examinaba la situación de este país era ahí en el movimiento estudiantil donde había verdaderamente políticos y con frecuencia participaba en los debates que ahí se daban, entonces estaba en el centro del debate y ahí estudiaba uno a fuerza –aunque para eso estábamos-, pero uno no estudiaba las materias que te tocaban sino otras cosas que eran más importantes.

Compitió para ser Jefe de Gobierno del Distrito Federal y fue derrotado por Jesús Ortega. Ahora el senador Gómez aspira a ser el engrane de esto que le llama democracia “Yo pretendo dar un aporte a la modificación de la cultura política, entendiendo política en el sentido más amplio y no sólo de la profesión. No hace falta para formar parte de la política ser parte de la profesión política y eso es justamente a lo que yo aspiro. A impulsar que segmentos crecientes de la sociedad formen parte de los asuntos políticos sin vivir de la política pues los asuntos políticos son los asuntos de la colectividad que es todo aquello que no es de la vida privada. Creo que de esa forma se puede desarrollar la democracia y no de otra manera, la democracia no se desarrolla poderosamente más que con la participación de la gente en políticas públicas. En la medida que la gente está apartada de las políticas públicas la democracia no crece, la democracia es reciproca no es nada más que la gente vote y nunca más vuelva a ser consultada”.

La Izquierda y la democracia

La democracia, tema polémico, de constantes debates, análisis y disecciones es un tema que apasiona a don Pablo. En su libro La izquierda y la democracia, el autor reseña –según su visión- los obstáculos que la izquierda ha tenido que salvar no sólo en su lucha por la democracia, sino en ocasiones incluso para reconocer como propia la historia combativa de los obreros y masas populares que, peldaño tras peldaño, logró para el mundo actual las conquistas democráticas que la burguesía pretende hacer pasar como concesiones en el haber de su “espíritu democrático”. En este libro Pablo Gómez afirma que sólo la izquierda puede lograr una alternativa democrática consecuente y radical, un nuevo poder, una nueva democracia que plasme la representación política de los trabajadores.
Aunque su atención se desvía de la idea central que se resume en el título de su libro don Pablo reconoce que uno de los capítulos es el que más le interesa:

A mí el texto que más me gusta de este libro se llama La democracia y es una respuesta a Enrique Krauze. En el hago una discusión sobre la historia de la democracia en forma de respuesta a Krauze a su libro de Por una democracia sin adjetivos, ya que en ese libro me parece que Enrique es uno de esos historiadores que interpretan los hechos de una manera muy chueca, porque precisamente no tienen esa formación crítica y combativa. En este texto hago una crítica a su trabajo pero Enrique no me respondió nunca. A la fecha no lo ha hecho.

En las últimas cuatro décadas la vida de Pablo Gómez ha estado ligada a un personaje de la vida política mexicana y de América Latina contemporánea, un personaje de la izquierda mexicana política, Cuauhtémoc Cárdenas, El Ingeniero.

Cuauhtémoc Cárdenas –en el último tramo de la historia política contemporánea de México- ha jugado un papel importantísimo. Probablemente es el que ha dado más por este país en los últimos lustros, su papel es relevante. Es un luchador democrático (verdaderamente no sé cómo podría entenderse la historia reciente de este país sino prestamos atención a la historia política de Cárdenas) pero yo creo que él tiene una definición política dentro del cambio a la democracia, es decir, él no está fuera del proceso democrático sino que forma parte del proceso mismo.

Durante la 57 y 59 Legislatura en la Cámara de Diputados, Pablo Gómez fue diputado del PRD por el Distrito Federal, siendo su oposición al Fobaproa y al rescate bancario su principal logro en el Congreso. En la 61 Legislatura del Senado de la República ocupa una de las curules del sol azteca. Para don Pablo, los cambios que su generación buscó no han terminado y apenas van a la mitad, ya que el país se encuentra a medio camino de cumplir las demandas del 68 y lejos de avanzar, de vez en cuando se enfrenta a hechos regresivos. “Los asesinatos que vive el país, represión de movimientos sociales, disparar contra manifestantes, represión a medios electrónicos y la incertidumbre en torno a la vinculación de las consultas populares, porque no sabemos si se van a respetar las decisiones del pueblo, las esos son algunos de los desafíos que se mantienen en el país 46 años después de nuestro movimiento”.

Aunque a Pablo Gómez no le gustan las entrevistas personales amablemente aceptó está. Apaga su cigarro en el cenicero, se levanta de su asiento y comenta: “Espero que La Historia nos juzgue como engranes de la democracia”. Concluye.




No hay comentarios:

Publicar un comentario